domingo, 14 de julio de 2024

JOSÉ ANTONIO CODERCH (1913-1984) &DANI DE LA ORDEN (1989): LA CASA EN FLAMES (LA CASA EN LLAMAS, CASA ROVIRA, 1967-2024)







La casa Rovira, 1967


























                              La casa en llamas, 2023-2024


A partir de una anécdota tan improbable como las que desencadenan películas con Historias de Filadelfia, o Vacaciones en Roma, y con una interpretación de la actriz Emma Vilarasau, una de las mejores del cine español desde María Barranco y Carmen Maura en Mujeres al borde de un ataque de nervios, hace cuarenta años, La casa en llamas, del cineasta Dani de la orden, recientemente estrenada con un más que merecido éxito, cuenta una sarcástica, sardónica historia familiar, naturalmente turbia y turbulenta, que acontece en una casa de verano: la típica segunda (o tercera) residencia de la clase acomodaba, ubica en la costa, que no podía ser sino la del pueblo de Cadaqués.
La casa, en verdad, existe, aunque no se ubica en el Ampurdán, sino en el menos fino Maresme. Se trata de la casa Rovira -dos casas, en verdad- que el arquitecto Coderch construyó para dos hermanos en la segunda mitad de los años sesenta, y que está hoy en venta en los portales más inalcanzables.
Aunque el director no parece que conocía al arquitecto, al que balbuceantemente llama Codé, escogió la casa porque, pese a ser una obra de los años sesenta, supuestamente encarna la arquitectura moderna de la clase rica, aislada, augusta mente enfrentada al mar, dominando las rocas, por las que se circula como por una alfombra persa -la naturaleza abrupta a los pies de una clase exclusiva- hecha de muebles de tocho, paredes rectas encaladas, formas rectangulares y volúmenes cúbicos, que sientan bien para encapsular la peculiar incendiaria atmósfera familiar.
La casa en la realidad o en la película conserva el mobiliario original en el que destaca un mítica lámpara de techo del propio arquitecto. 
 Una película maravillosa en el lugar adecuado, en el que todos juegan un papel, simulando ser lo que no son ni sienten, incluso la misma casa que hace ver que se halla en otro lugar.

La historia de la universidad en Barcelona (ss. XV-XX), parte 2


 Las naciones son construcciones decimonónicas. Se basan en la supuesta identificación entre ciudadanos y territorios. Poseen una única lengua, un mismo credo, una bandera, una singular visión del mundo que los distingue -y los aísla- de los miembros de otras naciones. Las naciones se definen como conjuntos cerrados identitarios y excluyentes. No reconocen a quienes no se considera que forman parte de la nación.

Anteriormente a esta construcción mental y política, solo existían propiedades privadas de un soberano: imperios, reinos, principados, ducados, condados, sultanatos, emiratos, y repúblicas (en menos de unas pocas familias, como en Venecia), entre otras formas de organización, algunas de las cuales existen aún hoy en día.

En tanto que bienes tribales, clánicos o familiares, bienes patrimoniales, en suma, estaban a entera disposición de los propietarios. Se utilizaban como parte de dotes que se intercambiaban o se donaban como regalos cuando nacimientos y bodas, se transmitían hereditariamente, cubrían deudas o pagaban imposiciones en caso de derrotas. Los territorios y sus habitantes se intercambian. Pagaban las necesidades y los caprichos, las historias de los soberanos. Eran, pues, bienes al servicio de los gobernantes propietarios. Los habitantes, en cambio, no intervenían en el vaivén de los territorios cuando pasaban de mano en mano. No existía, ni era concebible, una identificación excluyente con un territorio. La idea de patria, felizmente, no había sido aún forjada e impuesta.

El pago de deudas y el abono de ofrendas y regalos en forma de territorios explica que la Corona de Aragón fuera uno de los primeros reinos en poseer una notable, pujante y reconocida universidad (un llamado Studium Generale).

El reino de Aragón agrupaba, como un puzzle, extensas posesiones territoriales en la península, en islas mediterráneas y en el Mediterráneo central y oriental, conquistadas y dominadas a sangre y fuego con la ayuda de violentos mercenarios, los almogávares en el siglo XIII. Las islas Baleares cayeron así bajo el mando del rey de Aragón, Jaime I, apellidado lúcida y fríamente  “el conquistador”.  Mas, en el reparto de la herencia, es decir de las tierras conquistadas y de los súbditos -que solo podían asentir el cambio de titularidad, y cuya aquiescencia, en verdad, no era esperaba, requerida ni necesaria-, la isla de Mallorca recayó en el primogénito, el rey Jaime II, junto con otras posesiones territoriales. Entre éstas, el señorío de Montpellier, que la corona de Aragón había recibido previamente como dote matrimonial a principios del siglo XIII.

La ciudad de Montpellier fue una de las primeras en disponer de un Estudio general fundado poco después de la absorción del señorío de Montpellier por el Reino de Aragón. El Estudio General de Montpellier se caracterizaba por unos estudios de medicina modélicos, renombrados, inspirados en la primera y más célebre escuela de medicina de Salerno, en el sur de la península itálica, en la que confluían -y se aceptaban- saberes griegos, árabes y hebreos. 

El reino de Mallorca, tras el fugaz paso del Estudio General a manos del reino de Aragón, se convirtió así en uno de los primeros reinos europeos en poseer un Estudio General. Pocas ciudades, pocos territorios disponían aún de una universidad reconocida; a principios del siglo XIII, tan solo Bolonia, París, Oxford, Toulouse y Salamanca. Y ninguna con estudios de medicina reconocidos. Salerno poseía el mejor estudio de medicina europeo, pero no disponía de un Estudio General (que tiene que incluir, amén de la especialidad de medicina, carreras de artes liberales, derecho civil y canónico, matemáticas y teología). 

La aridez, la pobreza del reino de Mallorca impidió que pudiera mantener por mucho tiempo una posesión tan alejada del centro de poder isleño como era el señorío de Montpellier. Pronto, el rey cedió dicha posesión al rey de Aragón -se la devolvió en verdad, en este constante intercambio de tierras y personas que caracterizaba la política desde la antigüedad hasta Napoleón I, en Europa, aunque prosiguió hasta el siglo XX en dominios coloniales. A poco, todo se reino de Mallorca se entregó a la Corona de Aragón.

Ésta hubiera podido disponer por mucho tiempo de un brillante Estudio General. Pero ni siquiera la poderosa y temible Corona de Aragón pudo mantener al recuperado señorío de Montpellier, vendido finalmente y para siempre al rey de la Isla de Francia Felipe VI de Valois en 1349.

El reino catalano-aragonés hubiera quedado de nuevo sin Estudio General  -una posesión que determinaba la superioridad intelectual de un territorio o una ciudad, cuyo prestigio favorecia el intercambio de bienes y de ideas-si, cuarenta y nueve años antes….


(Próximamente, en el capítulo 3….)


Nota: la exposición que el MUHBA de Barcelona inaugurará el 15 de mayo de 2025, cuenta con documentación a cargo de Oscar Poggi, Ricard Ellis, Fernando Albaladejo y el comité científico compuesto por Mònica Blasco, Àngel Casals, Mireia Castanys, Daniele Cozzoli, Doris Moreno, Ramón Pujades, Estanislao Roca, Joan Roca, Ruth Rodríguez, María Rubert, Carles Santacana y Francesc Vilanova, junto con contribuciones que tampoco tienen precio de Diego Sola, Josep Montserrat, Ramón Graus, Carmrn Fenoll, y los responsables del Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, el Arxiu Històric del COAC, el Arxiu de la ETSAB, y el Arxiu Històric de la UB y el Arxiu Històric de la Biblioteca de la UB, sin cuyas aportaciones, recomendaciones y correcciones esta exposición no hubiera podido plantearse.

Los errores solo son imputables al autor de estos breves textos.

sábado, 13 de julio de 2024

La historia de la universidad en Barcelona (ss. XV-XXI), parte I


 Estudiantes universitarios, finales s. XIV , Museo Cívico Medieval, Bolonia (Italia)


Tras la devastación europea, un siglo más tarde de la caída del imperio romano occidental, a finales del siglo VI, rota la administración del territorio y el cultivo de los campos, asolada por epidemias y hambrunas, tan solo temporalmente frenada por la recuperación parcial del imperio por Justiniano (emperador romano oriental), Europa se estabiliza política, cultural y económicamente con el emperador Carlomagno, en el siglo IX.
La estabilización se acentúa pasado el primer milenio, y ve, por vez primera desde el fin del imperio romano, la recuperación, no ya del poder imperial o real, sino municipal. Las vías de circulación comercial son más seguras, la agricultura se recupera, las hambrunas disminuyen, y la inseguridad ya no es un obstáculo para el restablecimiento de contactos comerciales, culturales y políticos entre reinos, clanes nobles y repúblicas.

Mas, frente al regreso del derecho romano o Justiniano, que pauta las relaciones humanas y comunitarias, dos nuevos peligros para la integridad territorial y comunitaria despuntan: el gran cisma religioso que divide, en el siglo XI, Europa entre la iglesia cristiana de oriente, caracterizada por la consideración del dios cristiano como un dios monarca, u la iglesia cristiana occidental, que defiende a un dios más humano que divino. El enfrentamiento entre el poder secular del emperador del Sacro Imperio Germánico, creado por Carlomagno, que se extiende por el centro y el norte de Europa -y se presenta como la revitalización del Imperio Romano occidental- y el poder religioso papal -con amplios dominios territoriales en el sur de Europa, en la península itálica, sobre todo-, que creó bandos enfrentados en el seno mismo de las ciudad ( como el célebre y mortífero conflicto entre güelfos que defendían al Papa, y los guibelinos proclives a apoyar el emperador, que recorre la trágica historia de Romeo y Julieta), amenazaba de nuevo la cierta unificación y pacificación territorial europea.

La gestión de ambos rasgos -las nuevas relaciones profanas y sagradas comunitarias o ciudadanas- requería nuevos conocimientos del derecho civil (el derecho romano) y del derecho canónico forjado desde los primeros concilios a finales del imperio romano occidental. La necesidad de doctores en ambos derechos, que pudieran legislar sobre las relaciones materiales y espirituales, evitando o disminuyendo conflictos, se hizo evidente. 

La ciudad italiana de Bolonia jugó un papel decisivo mediador en las conflictivas relaciones entre el emperador y el papal, el poder secular y el poder espiritual. Ubicada en un punto fronterizo entre ambos dominios, y habitada por un gran número de jóvenes atraídos por su carácter liberal, la ciudad decido crear unos potentes estudios superiores de derecho canónico y secular o civil, que ayudaran a desactivar enfrentamientos, a partir de la aplicación de leyes romanas de probada eficacia durante el primer milenio. Nacía así el llenado Estudio General de Bolonia, probablemente la primera universidad mundial, a finales del siglo XI.

El Estudio General (Studium Genérale, es así como se ha sólido denominar a la Universidad hasta el siglo XVIII, hasta la revolución napoleónica), no fue el primer centro de estudios superiores que hubiera existido. Centros muy especializados en el estudio de cuestiones religiosas, científicas y filosóficas existieron en la India desde el segundo milenio antes de Cristo, en Babilonia, en santuarios egipcios, en la ya muy posterior biblioteca alejandrina. Los imperios maya o chino, entre otros, poseían centros de formación de escribas con conocimientos superiores de matemática, astronomía , arquitectura y literatura que no estaban al alcance de todo el mundo. Los estudios, los conocimientos de escuelas como la  pitagórica, la sáfica, la délfica, la academia platónica, el liceo aristotélico (por mencionar solo centros célebres de la Europa occidental y central), no han sido superados en algunas cuestiones y siguen alimentando ciertos conocimientos universitarios. No se pueden obviar, al menos.

Pero todos estos centros, muchos asociados a templos, al igual que las escuelas propias de monasterios y catedrales en la Europa de la Alta Edad Media, hasta el siglo XI, no eran de acceso fácil. 
Y, por otra parte, los estudios de un centro no eran homologables con los de otras casas del saber. 
Eso no impedía que letrados viajaran de un centro a otro. Los sacerdotes del templo de Jerusalén se formaron en las bibliotecas babilónicas. La leyenda cuenta viajes de Platón a Egipto, a la India incluso. Seguramente no se produjeron. Pero su narración no era juzgada como imposible o fantasiosa. 

La radical novedad introducida por el Estudio General de Bolonia, cuya fundación fue seguida casi inmediatamente a continuación por los de París y Oxford, y Toulouse, fue la equiparación de los estudios en distintos Estudios. Estudios de aplicación universal.

Todos los Estudios requerían una doble aprobación: secular (real o imperial, salvo excepciones en territorios republicanos o comunales), y religiosa. Una orden política (un privilegio real, por ejemplo) y una bula papal eran requisitos para que unos estudios superiores se consideraban homologables.
Dicha homologación implicaba que un estudiante podría llevar a cabo su educación en distintos centros europeos, completando determinadas enseñanzas en los Estudios Generales los que impartían los mejores docentes. 
Cada Estudio General europeo se especializó. París brillaba por los estudios de teología; Montpellier, de Medicina. Pero los programas de cada Estudio General eran semejantes y equivalentes, y todos impartían unos mismos estudios: artes liberales, matemáticas, medicina, derecho civil, derecho canónico, y teología: un estudios largos, de unos seis a diez años, en función de la especialidad, culminamos por magisterios (“masters”) y doctorados; cursos que exigían plena dedicación, teóricos y prácticos, y que recurrían a saberes reglados clásicos, cristianos, judíos, islámicos y babilónicos. 

Los Estudios Generales se convirtieron en centros donde se formaban, no la élite militar o económica europeas, ni tan siquiera solo intelectual (religiosa y filosófica) sino también práctica (médica y especialistas en abogacía). La vida, las relaciones culturales y políticas, en Europa, cambiaron para siempre (casi siempre para bien, aunque las excomulgaciones no andaban lejos cuando los estudios abordaban cuestiones de derecho canónico, filológicas, incluso médicas, lo que, por otra parte, mostraba la agudeza e incidencia de los estudios e interpretaciones).

Mientras, ¿qué ocurría en los territorios sureños de la cada vez más conquistadora Corona de Aragón?

Abordaremos la cuestión en una segunda de cuatro partes dedicadas a la historia del Estudio General de Barcelona

Esta historia se expondrá en una exposición (cuyo título provisional es Casas del saber)  y una publicación que está preparando el Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona,  gracias a la dirección del director Joan Roca, la conservadora Mónica Blasco y el historiador Ramón Pujadas, y la colaboración de las universidades de Barcelona y de la Politécnica de Cataluña, para el mes de mayo de 2025. 

La iniciativa surge de UPCArts, liderada por Carme Fenoll, el MUHBA, y la UB y UPC, que ha dado ya como primer resultado un congreso internacional en marzo de 2023, con un comité científico de estudiosos del MUHBA, y las universidades UPC, UB, UPF, UAB y URL, financiado por el MUHBA y el Ayuntamiento de Barcelona, cuyas actas en prensa como catálogo de la muestra (a la que un folleto o breve publicación también acompañará).


jueves, 11 de julio de 2024

Unos jardines “persas” en Barcelona





 













Fotos: Tocho, Julio de 2024


Los jardines “persas” de la universidad de Barcelona, uno de los más frondosos y recoletos de Barcelona fueron plantados cuando la construcción de la universidad entre 1859 y 1871. Su diseño -que aúna las acequias persas con los cipreses de las isla de los muertos del célebre cuadro de Arnold Bocklin-, fue obra, al igual que el edificio, del arquitecto Elías Rogent.

Dichos jardines fueron restaurados y ampliados en 1934 por el que podría haber sido el  jardinero español del siglo XX, Artur Rigol (1898-1934, fallecido por un atropello a los 35 años durante los violentos años previos a la guerra civil), colaborador habitual del grupo de arquitectos GATCPAC, y por dos jóvenes miembros de dicho grupo, los arquitectos Josep González (1906-1997) y Francesc Perales (1905-1957).

Pese a que son unos jardines de una universidad pública se conservan en buenas condiciones. 

Algunos estudiantes (y ciudadanos en general : los jardines están abiertos al público) leen o descansan, y la imagen de un bosque encantado, salpicado, de estanques, acequias y fuentes que rodean un viejo y hermoso invernadero, una casita de cristal oculta por las copas, flanqueado por un castillo medieval (como así se muestra el edificio neo-gótico de la universidad), contribuye al olvido de la ruidosa ciudad que envuelve este insólito Edén.


Para Inés, María, Olimpia, David y Pablo que han hallado un refugio en los jardines Ferrán Soldevila (abiertos al público en 1995).

Agradezco la corrección de Estanislao Roca



domingo, 7 de julio de 2024

ED RUSCHA (1937): POOLS SERIES (SERIE DE PISCINAS, 1998)













La serie de fotografías que el artista norteamericano Ed Ruscha tomó y publicó en los años noventa es vagamente deprimente. 
Piscinas sin gran encanto, construidas en serie, según modelos establecidos. Son de tamaño medio, rectas o arriñonadas, sin “personalidad”. Ubicadas, encajonadas en parcelas pequeñas, casi patios traseros, de casas familiares suburbiales norteamericanas, presentan aguas no siempre transparentes. Casi que se diría que estas piscinas están (o han sido) abandonadas.
Evocan un final de verano, una atmósfera triste pese al sol, el césped y la propia piscina, el sueño húmedo de todos los que vivimos en ciudad.
Es como si Ruscha revelara la grisura de un romo sueño de ocio; una aspiración mediocre que trata de remedar la vida de indolencia de la clase aristocrática. Piscinas que son espejos de nuestras posibilidades y ambiciones.
Una excelente manera de empezar el estío.