miércoles, 23 de enero de 2013

Carreteras y canales en el sur de Mesopotamia

Hubieran o no  los habitantes del sur de Mesopotamia inventado la rueda -las únicas trazas de ruedas reales halladas, más allá de las ruedas de terracota de maquetas de carros funerarias, pertenecen a carros enterrados en las tumbas reales de Ur, hacia el 2600 aC-, lo cierto es que las ruedas eran de madera maciza. La madera era escasa, sin embargo; el tráfico, por otro, constante. ¿Cómo se podía circular, entonces?
El Himno que el rey Shulgi se dedicó, hacia finales del tercer milenio aC, insiste en que el monarca mandó trazar una extensa red de comunicaciones: vías rápidas -dotadas de albergues "de carretera" o caravanserais-, y canales.
Dado que las primeras ciudades, en el sur de Mesopotamia, estaban unidas entre sí, y dado que se hallaban en medio de las marismas, era inevitable que las vías terrestres tuvieran que sortear innumerables canales naturales y artificiales.  Un gran número de puentes deberían haber sido levantados. Babilonia causaba admiración por un gran puente permanente; pero eso aconteció a mitad del primer milenio. Los puentes, en el sur de Mesopotamia tenían que haber construidos en madera. ¿Había madera suficiente? ¿De dónde hubiera procedido? Los troncos de palmera son excesivamente flexibles y aguantan mal las tensiones. Puentes hechos de juncos no hubieran soportado el paso de los pesados carros. Es muy dudoso, pues, que se hubieran podido levantar puentes. Es curioso, pero, en sumerio, no existe la palabra puente (gishrum, y titurrum, que significan puente -o intérvalo-, son términos neo-babilónicos, es decir, muy tardíos), lo que, muy probablemente, denota que los puentes no se conocían o no eran un objeto habitual en los inicios de la cultura mesopotámica.
En este caso, el transporte de mercancias se habría llevado a cabo no por vía terrestre, sino fluvial. Parece cada vez más claro que el sur de Mesopotanmia estaba recorrido por una extensa red de canales, apoyada en oacasiones por vías terrestres, y que la propia estructura de las ciudades se apoyaba más sobre canales que sobre calles.
El imaginario sumerio otorgaba un papel principal a las aguas. La materia primera, el espacio primordial, la diosa-madre originaria, eran las aguas de las marismas. Esta concepción no era gratuita sino que descansaba sobre una realidad: la cultura del sur de Mesopotamia, entre los cuarto y tercer milenio, fue una cultura lacustre. Lo que, muy posiblemente, causó su pérdida para siempre, cuando, debido a cambios del nivel de las aguas, éstas se desplazaron más al sur, dejando el territorio habitado -acostumbrado hasta entonces a un medio acuoso-, en medio del desierto.

(Resumen de una conversación entre Piotr Michalowski y Marc Marín, 22 de enero de 2013)      

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