lunes, 7 de noviembre de 2011

Mona Hatoum (1952): Home / Homebound (Hogar / Hogareño) (1999, 2000)












1 - 4: Mona Hatoum, Home (Hogar), 1999
5: Mona Hatourm, Homebound (Lo hogareño), 2000

Las instalaciones de la artista libanesa Mona Hatoum, Home, y Homebound, convierten el espacio doméstico en un campamento militar, o de internamiento. La primera representa una mesa de cocina, en la que se disponen una serie de utensilios que se emplean para cortar, pelar, rayar los alimentos, para trocearlos y desmenuzarlos: son útiles metálicos y cortantes, similares a instrumentos de tortura. parecen exigir adiestramiento y malos modos.
Los útiles están conectados a la corriente. Se encienden como bombillas, advirtiendo, como señales, de un peligro. Ya no son útiles sino testigos.
La mesa de cocina se situa en un espacio delimitado por cables eléctricos o metálicos: definen el ámbito de la cocina, que es (o era, en Occidente) el ámbito femenino, como un espacio de reclusión, del que no se puede salir. El hombre no entraba en la cocina, solo los niños. La cocina se hallaba en la parte más recluida de la casa, o en la parte trasera, menos noble.
Este espacio se muestra como una metonimia del Hogar. Éste se convierte en una prisión, y los gestos más cotidianos en extraños experimentos propios de un campo de concentración.
El hogar, símbolo de recogimiento, se vuelve un espacio opresivo; la familiaridad que debería presidir el hogar, distanciamiento, frialdad, extrañeza y crueldad.
El espacio seguro se halla fuera del hogar.
Mona Hartoum es una emigrante de un país rodeado y sometido constantemente a tensiones internas y externas, mas su lectura del hogar, posiblemente, no se reduzca a su historia personal.

viernes, 4 de noviembre de 2011

OBRAS SUMERIAS DEL MUSEO DE BAGDAD

























1: testa de carnero, en cobre
2 - 3: testas de toro y de vacuno, mármol
4: gran modelo de barca funeraria, metal
5: modelo de barca funeraria, terracota
5- 7, 11: cabezas de orantes
8 - 9: "ungüentarios" o cajas de perfumes
10: estatuilla de "cuádriga", cobre
12: orante
13: tablero con incrustaciones; motivos del árbol de la vida; del tesoro de las tumbas reales de Ur
14: estatuilla de toro, con incrustaciones
15: Ídolo ojo
16: Vaso de Warka. Detalle: fragmento perdido, y restituido
17-18: Cerámicas del periodo de Uruk, V milenio aC
19 - 20: Sello cilindro de lapislázuli, y moderna impresión (por Tocho). Museo de Nasiriya; depositado en el Museo de Bagdad
21: Piezas del Museo de Nasiriya, depositadas en el Museo de Bagdad. Algunas serían mostradas en una exposición de arte sumerio en Caixaforum, Madrid y Barcelona, noviembre 2012-junio 2013, junto con piezas sumerias del Museo de Bagdad
22: vista de la sala dedicada a la cultura sumeria (cuarto y primera mitad del tercer milenio aC)
23: Recubrimiento a base de conos coloreados, incrustados en los adobes, de fachadas con pilastras de un templo en Uruk

Fotos: Tocho, octubre de 2011

La semana que viene, en contra de la opinión de algunos estudiosos que sostienen, posiblemente con razón, que las instalaciones no están aún listas, y que la zona (en pleno centro de Bagdad, cerca de los Ministerios de Justicia, y de Planificación urbana) es peligrosa (un atentado, hace un par de años, echó abajo los Ministerios), el Museo Nacional de Bagdad debería reabrir las puertas. Algunos bagdadíes se muestran escépticos, empero. Se ha reabierto tantas veces desde 2003, que dudan que esta re-inauguración sea la última.
A la espera de que el Museo esté dedicado exclusivamente al arte islámico, las colecciones arqueológicas se están instalando con rapidez para que las salas estén a punto la semana que viene. El museo vuelve a contar con salas sumerias, acadias y neosumerias, babilónicas, y asirias.
Faltan todavía unas siete mil piezas, robadas, escondidas o destruidas; las devoluciones, por parte de particulares y países extranjeros, no cesa. España, próximamente, devolverá veintidós piezas que el Ministerio de Cultura ha retenido.

Las salas no gozan todavía de medidas de seguridad y climáticas de primer orden. Las vitrinas, la iluminación, las peanas, son algo precarias. Las piezas de oro, como las que forman el núcleo del tesoro de las tumbas reales de Ur (hacia 2550 aC), siguen en las cajas fuertes del Banco Nacional, y no serán mostradas por ahora. El Museo necesita dotarse de unas instalaciones tales, que la apertura se retrasaría mucho. El gobierno iraquí, sin embargo, necesita dar una imagen de normalidad, y reabrir el museo.

Aparte de la sala de los grandes relieves neoasirios, en planta baja, cuya restauración ha corrido a cargo del gobierno italiano, la sala sumeria está ya casi lista. Faltan cartelas, algunas piezas, focos, pero en general, se puede visitar privadamente.
Las piezas están en buen estado. Las deficiencias no parecen imputables a la guerra ni al saqueo del museo en 2004.
Sin embargo, duele, y mucho, ver en qué estado quedó la obra sumeria más célebre del mundo: la gran vasija de piedra, llamada el vaso de Warka, los relieves de cuyo cuerpo narran, en franjas sucesivas, la historia del mundo, o cómo el mundo, desde los elementos naturales hasta los seres humanos rinden culto a la gran diosa Inanna, diosa de la creación y la destrucción. Esta gran jarra fue robada y rota. Algunos fragmentos han desaparecido. El gobierno italiano la ha restaurado, completando, gracias a copias existentes (por ejemplo, en el Museo de Berlín), lo que falta. Pero toda la base ha desaparecido, así como fragmentos sueltos. El criterio de restauración adoptado marca bien las diferencias entre las partes originales y las restituidas. Uno no puede sino llorar casi ante la pérdida.
Sin embargo, la colección de estatuas de "orantes" -estatuas de seres humanos en señal de respeto ante el monarca, o de sumisión o adoración, ante la divinidad- es la mejor del mundo; las cajas de perfumes, la estatuaria de cobre, la cerámica no tiene parangón. Los museos de París, Londres, Berlín, Chicago y Filadelfia, que poseen algunas de las mejores y más completas colecciones de arte sumerio, pueden tener algunas obras mejores. todas, desde luego, mejor restauradas. Pero, en conjunto, incluso tras el saqueo, la colección de Bagdad es superior.
El que vuelva a poder contemplarse (si el Museo logra abrir, ya que la creciente ola de atentados, que se supone se intensificarán hasta marzo de 2012, cuando las últimas tropas norteamericanas se retiren a Kuwait -quedando solo algunas tropas en campamentos o bases fuera de Bagdad- puede obligar a mantener cerrado el museo), es una nota de esperanza en un país, cuyo patrimonio, desde las primeras excavaciones a mediados del siglo XIX, ha quedado saqueado o muy dañado.
Que las obras sumerias, y mesopotámicas en general, vuelvan a abrir los ojos en Bagdad, es, de algún modo,   un acto de justicia poética.

Mientras el Museo aguante.

La construcción de una autopista elevada, frente al edificio -que mira a un cruce de vías colapsado- es una nota inquietante. La polución es devastadora. La falta de transporte público, y las excesivas distancias, obligan al uso de vehículos privados, siempre en atascos, que los controoles incesantes no hacen sino aumentar. En estas condiciones, las piezas expuestas en un museo que se ha renovado poco desde 1960, pueden sufrir. Aunque no más de lo que han sufrido desde que el mundo sumerio se hundió.

martes, 1 de noviembre de 2011

UNIVERSIDAD DE BAGDAD, Noviembre de 2011

















1 Taller de dibujo del Departamento de Arquitectura de la Facultad de Ingeniería
2 - 4 Maquetas de estudiantes: estadio, y conjunto deportivo de Le Corbusier, en Bagdad / barrio de Adhimiya, en Bagdad
5 - 13 Área central, proyectada y construida por Gropius (1957-1964). La torre, central, acoge la administración
14 - 15 Bibliotecarios y bibliotecarias de la Universidad, en los años sesenta

Cruzar el espejo. Tal es la sensación que se tiene, tras sortear el severísimo control de la entrada, en el campus de la Universidad, pública y laica, de Bagdad. Se trata de otro mundo, culto, tolerante y libre, que nada tiene que ver con la vida del país, y la organización política.

Proyectada por Walter Gropius, en 1957, y empezada a construir en 1961, la Universidad se situa en una península, bordeada po un meandro del río Éufrates, justo enfrente de una isla, cercana a la orilla vecina, que Wright escogió para su proyecto de la Ópera de Bagdad -que no se construyó-, a mediados de los años cincuenta del siglo pasado.
Gropius, al igual que Wright, tras sobrevolar la ciudad, escogió el emplazamiento de la Universidad, alejado del centro, a fin de evitar los problemas que las manifestaciones estudiantiles causaban. El lugar, por otra parte, recordaba la ubicación, en el centro urbano, de la primera institución universitaria, proyectada en los años veinte por un arquitecto colonial inglés.

La vía de acceso, a través del campus, se dirige hacia la mezquita que Gropius proyectó como un espacio circular, cubierto por una cúpula, y que nunca ha sido utilizada, ya que la forma impide la correcta orientación hacia la Meca, y presenta problemas acústicos debido a su excesiva altura y a la caja de resonancia que todo el volumen interior crea. Por otra parte, su uso implicaría decidir entre el dominio de sunis y de chiitas, un enfrentamiento que la Universidad, sobre todo hoy, quiere evitar a toda costa. Desde hace años, la mezquita está abandonada (aunque preservada mal que bien); el recubrimiento de la cúpula está dañado, debido a la excesiva diferencia de temperatura entre los lados oriental y occidental..

Desde la mezquita, el camino apunta ahora hacia la torre que acoge la administración de la Universidad. Situada en el centro del campus, se relaciona visualmente con la mezquita hasta tal punto que parece el minarete del que carece la mezquita, lo que según la Dra. Siliq no es casual. Gropius habría querido destacar el poder ejecutivo y decisorio, laico, sobre el poder religioso. La torre, por otra parte, ocupa la posición que todo minarete tiene en la ciudad árabe: el centro de la ciudad, desde donde se lanzan las proclamas y los dogmas, o las leyes civiles, en el caso de la Universidad.

La universidad, sin embargo, no escapa a la situación que se vive en Iraq. Así como en 2008, las estudiantes cubiertas con un hijab eran aun minoritarias, son hoy, en 2011, la mayoría. Sorprende que sean las numerosas profesoras y directoras de Departamentos, las que vistan sin signos religiosos. Según éstas, ninguna estudiante porta el pañuelo por motivos de fe, sino por la presión de las familias temerosas por la suerte de sus hijas si n llevan un pañuelo, en el Iraq de hoy. Las estudiantes tratan de dar la vuelta a la recomendación, llevando el hijab de manera lo más favorecedora posible. Algunas profesores musulmanas, sin embargo, no llevan ostensiblemente el pañuelo, pues con la creciente "islamización" de la sociedad, las mujeres que no llevan velo son consideradas cristianas, lo que las señala en el seno de la sociedad. Al comportarse como unas cristianas, algunas mujeres musulmanas las defienden y manifiestan que no sienten diferencia alguna. Son seres humanos, mujeres, que no aceptan que el rigor religioso las divide.
Cuando pensamos que algunas feministas norteamericanas y europeas consideran que las mujeres musulmanas llevan el hijab -por no hablar del chador o de la burka, presentes sobre todo en el sur- porque quieren, deberían quizá hablar con mujeres iraquíes.
Profesores, alumnos y el personal no docente empiezan a irse a la una y media de la tarde. Se cierran puertan, se bloquean accesos. Las clases concluyen a las tres. Nadie se queda ni puede quedarse. Todo el mundo parte antes de que caiga la noche, lo que no ocurría antes de 2003. De hecho, en Bagdad, solo se puede trabajar por la mañana, por lo que no es pensable llevar a cabo más de una actividad al día.
La oposición entre chiitas y sunistas, amortiguada, no deja de desteñir en la Universidad. No se conciben cargos -dirección de departamentos, decanos, etc.- que no estén en manos chiitas.


Sorprenden las fotos de las bibliotecarias de la Universidad de Bagdad, en los años cincuenta y sesenta. Vestían como querían, según nos cuentan. Las imáenes dan fe de esa libertad. En este sentido, el mundo universitario iraquí en los años cincuenta y sesenta estaba mucho más evolucionado que el español. Hoy, las profesoras iraquíes no entienden qué ha ocurrido desde entonces.
Sorprende aún más saber que Nasiriya, una ciudad del sur tomada por clérigos en los que el chador es de rigor, fue una ciudad de artistas y poetas de vanguardia, plenamente laica, dirigida por el partido comunista, laico y culto, en los años cincuenta. El velo negro también se ha abatido sobre Nasiriyia, y avanza sobre toda Iraq.

Los profesores universitarios se refieren al periodo entre los años cincuenta y finales de los ochenta (incluso bajo el presidente Saddan Hussein, antes de que se creciera tras la aceptación de Irán del tratado de paz con Irak, tras no lograr ganar la guerra) como la Edad de Oro: una época culta, laica, de libertad para las mujeres (de clase alta, urbana y universitaria).
Qué error, qué tremendo error cometimos en las universidades españolas cuando apoyamos las sanciones, a principios de los años noventa, creyendo que las estrecheces lograrían que los iraquíes se levantaran contra el poder de Saddan Hussein

Hace frío (quince grados) y caen gotas en Bagdad. La ciudad tirita, como si temiera el negro futuro que le espera. Los profesores confían en las nuevas generaciones- si es que se puede confiar siempre en ellas.

La electricidad vuelve a fallar. Los generadores no se ponen en marcha. El hotel está a oscuras. Cierro.

La antigua sede de la embajada norteamericana, de José-Luis Sert, en peligro

Los abandonados locales de la antigua embajada norteamericana de J.-L. Sert, muy dañados durante la guerra y la guerra civil de 2003-2007, fueron entregados no hace mucho a la vice-presidencia del gobierno iraquí, tras pasar por las manos del Ayuntamiento de Baghdad y el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Sin embargo, desde hace dos días, ha sido transformada en un campamento militar, ocupado por soldados poco preparados, que están degradando aún más los edificios.

Desde la propia embajada norteamericana avisan que el conjunto está en un grave peligro.
Ubicada en la Zona Verde, es inaccesible desde hace un par de meses.

Aunque, dado el abandono de las infraestructuras tanto en Bagdad -no hay electricidad desde hace tres días- como en Nasiriya o Samawa, aquél debe de ser un problema menor, que no afecta directamente a la vida diaria en la capital, colapsada además por los embotellamientos debido al excesivo tráfico privado -no hay transporte público, que sería, por otra parte, demasiado inseguro- , a los controles y al cierre ocasional e imprevisible de calles y puentes por parte de la policía.