Los años noventa eran de colores. Las fotos, de colores, tendiendo a chillones. Ecos de los ochenta, antes del grunge. Pese a la crisis económica y cierto desaliento tras los juegos olímpicos de Barcelona en 1992, la creciente corrupción política en el partido gobernante, y la sensación que los despreocupadamente coloristas años ochenta -en España- empezaban, pese a los esfuerzos por mantenerlos vivos, entre la nostalgia y el hastío, a ser cosa del pasado, la imagen en nada evocaba la tristeza, la dureza, y las desigualdades de los años de la dictadura.
Pero los años noventa estuvieron también presididos por ciudadanos encorvados acarreando el carro de la compra ante bloques de pisos que parecen a punto de derrumbarse, por ancianos solos en residencias con muebles de Fórmica bajo una luz eléctrica hiriente, por galgos famélicos como sombras -aún más famélicos de lo que los galgos parecen-, por miradas huidizas y cabezas ladeadas, embrutecidas por el cansancio, a los que solo el blanco y negro de las fotografías del almeriense Cristóbal Manuel rinde justicia.
Imágenes de la periferia de Madrid, en terrenos baldíos, una capital triste, como si el tiempo se hubiera detenido años ha, y solo cupiera contemplar, sin esperanza, desde un banco en un altozano, un mar de de construcciones anónimas raídas, del que se habría logrado escapar, pero al que solo cabría volver, a la caída de la tarde, cuendo el negro del cielo se confunde con el negro de la tinta.
Sobre este foto periodista español, véase su página web: http://cristobalmanuel.com/
Una exposición en las cercanías de Madrid recuerda estos años en las fotografías de Cristóbal Manuel :
No hay comentarios:
Publicar un comentario