martes, 1 de octubre de 2013

"Templos" megalíticos neolíticos (4100-3600 aC) en Malta



















"Templos" de Ħaġar Qim











Hipotética reconstrucción de la cubrición











Grabado en piedra original de la fachada del templo












"Templos" de Mnajdra



















Dibujo del grabado original de naves en una estela -dibujo, hoy, casi imperceptible por la erosión del agua de lluvia.

Foto del reciento en 1960

"Templos" de Tarxien










































 "Templos" de Ggantija (Isla de Gozo)

Dos de los recintos están cubiertos desde 2009 por estructuras metálicas y de lona tensada para proteger la piedra caliza, muy blanda -como también ocurre en Perú o en Etiopía, por ejemplo-, que, desde que ha quedado al descubierto, tras las excavaciones, se deshace con la lluvia y el viento. Este tipo de recubrimiento,  que se completa con sensores, se aplicará al resto de los principales santuarios, a la espero que se hallen soluciones a la erosión de las piedras.
En algunos casos, las estructuras de piedra ceden, sin que se sepa aún cómo reforzarlas sin andamios. originariamente, los recintos estaban parcialmente cubiertos por losas de piedra, que los protegían, si bien, ya en el neolítico, algunos muros se derrumbaron.
 
Fotos: Tocho, septiembre de 2013

Si la arquitectura es la edificación de un espacio mediador entre seres de distinta naturaleza -seres reales e imaginarios como los que pueblan los sueños; mortales e inmortales; vivos y del pasado-, a la vez que la traducción espacial del sueño de una vida mejor, las construcciones megalíticas de finales del quinto milenio y la primera mitad del cuarto (aC), en las islas de Malta, pueden ser calificadas de "templos" o "espacios comunales". No eran tumbas (no se han encontrado restos humanos; los enterramientos, inhumaciones y cremaciones, posteriormente, tuvieron lugar en cuevas e hipogeos subterráneos tallados por el hombre) ni hogares (carecen de fuegos y de restos alimenticios, que sí se han hallado en las trazas imperceptibles de agrupaciones de lo que debían ser chozas construidas con adobe y elementos vegetales).
  
Se conocen una veintena de "templos", construidos todos con piedras, algunas de varias toneladas, excavados desde mediados del siglo XIX. No se descartan nuevos hallazgos, si bien ninguna otra estructura parece sobresalir de la árida naturaleza -devastada por baratas construcciones turísticas.

Han sido descritos como los monumentos más antiguos de la historia, una denominación que ha dejado de tener sentido -si es que este tipo de afirmaciones tiene algún sentido- tras el descubrimiento del recinto de Gobekli Tepe (en el sureste de Turquía), datado del onceavo milenio aC, aunque no se tiene que olvidar que las ciudad mesopotámicas de Uruk y Eridu poseyeron "santuarios" ya a finales del sexto milenio -construcciones que, ciertamente, no se han conservado-, como el poblado de Çatal Hüyük, a mediados del sexto milenio.

Todas las construcciones responden a un mismo y cuidadoso plan: se componen de dos estancias ovaladas yuxtapuestas, a las que se accede lateralmente, que configuran un espacio que también puede ser interpretado como una nave central -desde el acceso monumental hasta una "capilla" o un  "ábside" en el que destaca un "altar" o una mesa de ofrendas,  en pendiente o pautado por escalones- rodeada por ábsides de planta semi-ovalada o semi-circular, que podrían haber estado cubiertas por bóvedas de piedra compuestas por hileras de bloques en saledizo. Posibles mesas de ofrenda y de libación -para recoger líquidos quizá procedentes de sacrificios animales- se disponen en los "ábsides".
Los "templos" se presentan agrupados. Algunos conjuntos se componen de cuatro "templos". Poseen un único perímetro continuo, con una fachada cóncava que dibuja dos arcos de circunferencia. En el espesor de los muros se abren, en ocasiones, en el interior, hornacinas.
Las fachadas y los muros alternan bloques verticales, semejantes a un dolmen, y gruesas piedras monolíticos.  Los elementos verticales, bien tallados, definen zaguanes y marcos de entrada. Perforaciones parecen indicar que existían elementos de cierre. Algunas oberturas de cierto tamaño unen visualmente algunas estancias. Grandes perforaciones,. detrás del "altar", podrían haber servido para emitir sonidos, quizá proferidos por "sacerdotes" -el vocabulario, moderno, difícilmente puede traducir los rasgos y las funciones de hace seis mil años-. Algunos "altares", bases y paramentos están ornados con relieves de animales dispuestos en fila y, sobre todo, de motivos vegetales o geométricos (volutas, líneas ondulantes, espirales, etc.) perfectamente tallados (ornamentaciones que contradicen las teorías del arte de principios del siglo XX que sostenían que los motivos abstractos eran propios de culturas norteñas, incapaces de percibir y de reflejar lo que veían, debido a la neblina y la falta de luz, una observación, absurda, sin duda, que solo quería destacar el naturalismo "mediterráneo". Mas en Malta la luz no es lo que falta).  Finalmente, algunos piedras están enteramente recubiertas de diminutas perforaciones artificiales, como si se tratara de alvéolos de un organismo vivo, de un pulmón.
Los recintos generan pues desplazamientos que conjugan el movimiento en línea recta con giros y circunvalaciones, propias de movimientos procesionales.

La forma de la planta recuerda tanto el perfil de las numerosas estatuas y estatuillas ubicadas en los "templos" -gruesas figuras masculinas y femeninas, de "divinidades", "antepasados" o humanos (¿?)-, como la forma de cuevas y hondonadas.
Por otra parte, los recintos suelen estar orientados hacia el sureste. Uno de los "templos" de Mnajdra, está dispuesto de tal modo que los rayos del sol naciente, durante los días del solsticio de verano y de los equinoccios, alumbraban altares en lo hondo de los recintos, y dibujaban arcos de luz a lo largo de estos días. Aunque no todos los templos tienen una orientación definida, ni miran hacia las Pléyades o la Estrella polar -tenían una posición muy similar en el cielo-, sí parece que, al menos algunas de estas construcciones estaban orientadas según ciertos cuerpos siderales.
Teniendo en cuenta, además, que se han interpretado líneas de alvéolos como dibujos de estrellas (las Pléyades, precisamente), y el gran número de marcas como señales del paso del tiempo, se podría pensar que los "templos" eran reguladores del tiempo y del espacio; actuaban también como espacios mediadores entre el cielo, la tierra y las profundidades.
Por otra parte, algunos se ubicaban en promontorios, dominando fértiles valles. Quizá sirvieran también para garantizar la fecundidad de la tierra. Malta fue poblada tardíamente. Los bosques fueron tallados a medida que se necesitaron campos de cultivo. El suelo se fue perdiendo. Era necesario algún tiempo de mecanismo que mantuviera la esperanza en la renovada fertilidad de la tierra, cada vez más exhausta por cultivos intensivos.
Quizá los templos fueran organismos vivos. Restos diminutos de pintura roja sugieren que, al menos algunos, estaban pintados interiormente, con el mismo color con el que, quizá, se cubrieran, a fin de animarlas, las estatuas.
La relación con "lo otro" podría también haberse establecido a través de los sonidos que los "sacerdotes" podrían haber emitido a través de los agujeros en los muros de piedra detrás de los "altares". De este modo, el templo" habría actuado de caja de resonancia, amplificando voces del "más allá", y mediando, nuevamente, entre los vivos y los invisibles.

La cultura neolítica es anterior a la escritura. La interpretación de loas formas culturales solo puede hacerse extrapolando acciones de otras culturas ágrafas actuales, o culturas antiguas con escritura. Pero dichos comentarios se refieren a hechos acontecidos, en el mejor de los casos, dos mil años más tarde que las creencias y los actos de las poblaciones neolíticas, en lugares muy distantes. Por este motivo, todas las interpretaciones tienen que ser prudentes, y nunca darse por sentadas.
Lo único cierto es que el recinto de por ejemplo, Ggantija, da lugar a una experiencia -o permite creer que se tiene una experiencia-, en medio espacios recogidos cerrados por muros de piedra de más de seis metros de alto, que nada tiene que ver con la que se tiene en los alrededores, en un espacio ya moderno, invadido por hoteles baratos.