Antes de recibir y realizar el encargo italiano de ilustrar una Biblia a finales de los años setenta, que incluye una imagen de la torre de Babel de planta circular, Salvador Dalí pintó varios cuadros sobre los muros de Babilonia -con una referencia visible a la puerta de Ishtar recubierta de ladrillos vitrificados- en los años cincuenta.
Los dos cuadros sobre las murallas de Babilonia, basados en las reconstruidas murallas babilonicas del Museo Pérgamo de Berlín y en relieves neo-asirios en el Museo Británico de Londres -en los que Dalí se basó para la imagen de las torres- respondían, junto a otras obras que ilustraban monumentos de la antigüedad occidental (desde las Pirámides egipcias hasta el Coloso de Rodas), a un encargo para un documental norteamericano en Cinerama, dirigido por varios cineastas en 1956, sobre las Siete Maravillas del Mundo (así se titula).
Uno de los últimos cuadros -que aparece justo encima de este texto- retoma el motivo de la torre cilíndrica descomunal, de muros lisos, sin agarraderas, quizá una nueva referencia a la Torre de Babel, a los pies de la cual, el ser humano aparece reducido a una mota de sombra, y la escalera de mano un vano y patético útil para ascender por donde no se puede ascender.