miércoles, 30 de agosto de 2023

CARLO SBISÀ (1899-1964): LA SOMBRA DE DE CHIRICO ES ALARGADA….
















 
La pintura italiana de la primera mitad del  siglo XX, después de la cita con el Futurismo (aunque con menor intensidad que el Cubismo) y de de Chirico (durante unos pocos años), ocupa unas pocas líneas de unas notas a pie de pagina. La razón estriba en en el dominio del realismo, un realismo cercano a la Nueva Objetividad alemana, duro, casi grotesco, que revela la cara más amarga del sometimiento a la realidad, construyendo una realidad que parece cercana pero es imposible o monstruosa, y que fue ninguneado como un retorno al orden, asociado además al fascismo -pero el arquitectura la modernidad canónica fue obra de arquitectos cercanos al régimen de Mussolini.
El hieratismo, la rigidez, las miradas duras o vacías, al contrario que la imagen blanda del novecentismo o noucentismo catalán (salvo Togores), caracterizan a las figuras, ubicadas en ciudades vacías o despobladas, semejantes a ruinas bajo una luz inmisericorde. Se diría que más que una evocación de un mundo ideal, intuyen el horror que se aproxima.
Esta pintura llamada metafísica, de la que no solo de Chirico sino también Carrá, Savinio y Morandi en los inicios son ejemplos deslumbrantes, entre los que podría ubicarse el arquitecto y decorador Giò Ponti, incluye a pintores menores o locales, como el artista de Trieste Carlo Sbisà, hoy seguramente caído en el olvido (su pintura tardía religiosa, parecida a Pruna, lo merece), pero con una obra en ocasiones dura y enigmática, bajo una luz crepuscular o nocturna, que decora algunos edificios racionalistas, construidos en época fascista, de la ciudad de Trieste. 




martes, 29 de agosto de 2023

Museo Mariano Fortuny Madrazo, Venecia, o de lo gótico

















 

Fotos: Tocho, agosto 2023


Tras años de cierre por amenaza de derrumbe y una restauración exhaustiva, el palacio gótico que Cecilia de Madrazo, viuda del pintor español decimonónico Mariano Fortuny Marsal, fallecido a los treinta y seis años, adquirió en Venecis, en 1889, tras abandonar la ciudad de Granada en la que el matrimonio se había mudado, y tras una estancia en París, para instalarse con sus hijos pequeños , convertido con el paso de los años en la vivienda y el estudio del escenógrafo, fotógrafo y modisto Fortuny, su madre y su mujer, Henriette Negrin, los sastres  favoritos de Marcel Proust ( y de la nobleza finisecular), e inventores del mítico y patentado vestido largo femenino plisado Delphos -que nadie ha logrado reproducir-, se ha reabierto como el Museo Mariano Fortuny Madrazo, manteniendo la atmósfera de morada y estudio “góticos”, más inquietante y mucho menos kitsch que el museo Dali de Figueras, por ejemplo, comparable a las últimas plantas del museo Marés de Barcelona -uno de mis museos más extraños del mundo-, pero seguramente aún más perturbador. Castillo encantado, morada de Barba Azul, casa de muñecas, caja de autómatas, gabinete de curiosidades, almacén de réplicas de yeso, poblado de figuras que nadie sabe si están verdaderamente vivas o disecadas, los restauradores han sabido preservar la cápsula del tiempo decadente de este singular, inesperado e inexplicable museo en el que la atmósfera a media luz y la impresión de tiempo detenido es más importante que lo que expone, capaz de suscitar una punzante impresión de nostalgia, en la que lo pútrido y lo vetusto se alía con imágenes deslumbrantes 

domingo, 27 de agosto de 2023

CARLO SCARPA (1906-1978): AMPLIACIÓN DEL MUSEO REVOLTELLA (TRIESTE, ITALIA, 1963-1991)





 


























Fotos: Tocho,  agosto de 2023

Entre los siglos XIV y XX, hasta el final de la Primera Guerra Mundial, la ciudad de Trieste, rival de Venecia, fue la ciudad más importante de centro europa, pues constituía el único puerto mediterráneo del Sacro Imperio Germánico y posteriormente del Imperio Austrohúngaro. 
Fue la capital de un estado independiente entre 1947 y 1954, y aseguró definitivamente sus fronteras, dentro de Italia, frente a la desaparecida Yugoslavia en 1977.
Capital cultural a principios del siglo XX, célebre por sus palacios y sus cafés, dotada de un ensanche con una trama de calles orthogonal bordeada de mansiones, y cruzada por un canal artificial, junto a la mayor plaza europea abierta al mar, en un extremo de la ciudad antigua, organizada alrededor de un teatro Romano, el esplendor de Trieste, amortiguado, aún sorprende.
El museo Revoltella de arte decimonónico y moderno se ubica en un palacio de Pasquale Revoltella, financiero de las obras del canal de Suez en el siglo XIX. Dicho museo fue ampliado por el arquitecto Carlo Scarpa en los años sesenta, quien no pudo ver la obra completada. Ésta quedó en las manos de dos ayudantes suyos. La ampliación, a veces excesivamente complicada, pero armonizada por la luz, se organiza alrededor de un patio cubierto, dotado de una fuente, coronado por una terraza ajardinada formada por diversos niveles y pasarelas que constituye un observatorio abierta al amplio golfo de Trieste. Angostas rajas de luz parecen abrir cortes en las esquinas de los muros de hormigón (que contrastan con el recubrimiento de madera de la parte superior del cuerpo central más elevado) que, en efecto, están constituidas por muros que no se encuentran físicamente, dejando siempre un estrecho quiebro vertical en el canto de la esquina. 
Se trata de uno de los principales proyectos de Scarpa, afectado en algunas ocasiones por ciertos manierismos innecesarios, que no sabemos si son obra del arquitecto o de sus ayudantes, pero que también es una lección de cómo lograr que la luz transfigure salas y accesos -concebidos como un ascenso hacia la luz.