domingo, 6 de octubre de 2024
ELÍAS ROGENT (1821-1897): CÁRCEL (MATARÓ, 1863)
viernes, 4 de octubre de 2024
Poder
Poder es un verbo y un sustantivo
Como verbo indica una posibilidad. Abre una puerta, despeja obstáculos. Señala una vía abierta. No implica movimiento, pero sí que éste sea posible . El poder se manifiesta, en primer lugar en el cuerpo. Éste no se mueve descontroladamente ni se queda quieto, inerte, sin fuerzas, sino que está a la espera de mi decisión.
El poder está asociado a la libertad. Se abre ante mí un abanico de posibilidades. Actuaré o no. En ambos casos, nada me fuerza a tomar una decisión ni a emprender una acción. Puedo, y por tanto soy. No tengo impedimentos. Para poder actuar no tengo que enfrentarme a nada. Todo enfrentamiento limita y condiciona mi intervención. Por tengo, la posibilidad de intervención implica la atención a las posibilidades de los demás. Dicha posibilidad requiere un acuerdo. Cada parte señala los límites de su campo de actuación, límites necesariamente acordados. Dicho acuerdo dibuja un espacio, el espacio propio en el que puedo incidir y manifestarme, ser lo que quiero ser, dispuesto a relacionarme con los demás. El espacio es siempre un espacio de libertad, es decir, de aceptación del espacio de los demás.
Como sustantivo poder ya no se relaciona con la libertad ni con el acuerdo, sino con el sometimiento. El poder es la capacidad de neutralizar a los demás, impidiéndoles desarrollarse. El poder implica la falta de contención, de control. El poder está en manos de quien no acepta fijar unos límites y no reconoce a los demás los mismos derechos.
La infinita posibilidad que el verbo anuncia desaparece con el poder en tanto que sustancia. Está solo se manifiesta, y existe, en tanto que ataque. No abre sino que cierra puertas. Busca la confrontación.
La potencia no es fuerza. La fuerza subyuga y destruye. Aniquila a los demás. La fuerza se agota. Y no deja más que ruinas. La potencia, por el contrario es generativa. Da vida, anima. Abre espacios en los que poder estar. La potencia está siempre activa. Se abre a los demás. Tiende manos. Está dispuesta a colaborar. Reconoce la potencia ajena y acepta los límites de su campo de actuación.
El poder como sustancia nos pone por encima de los demás. Estos devienen súbditos, sujetos, sujetos a mi poder.
El oferta como posibilidad, por el contrario, invita a la colaboración. Es una muestra de generosidad. Me predispone a actuar sin ejercer el poder, sin reducir a los demás.
El poder destruye a todos a quien lo posee y a quien lo sufre. El poder como posibilidad es una invitación a la apertura, al reconocimiento. Está ligado a la curiosidad, a la atención. Me abre a los demás. Y me impide tomar el poder que me bloquearía y anularía a los demás.
El poder es mortífero. Tener la capacidad, la posibilidad de intervenir, en cambio, es creadora, generadora.
El pasar de poder a ejercer el poder implica una pérdida; la pérdida de contención -uno ya no se domina-, y la pérdida de visión: los demás ya no son vistos como iguales. Ponerse por encima de los demás, no reconocerlos, es una muestra de ceguera que solo lleva a la muerte. Nos mata como humanos y destruye a los demás.
Como lo estamos viendo diariamente hoy.