miércoles, 12 de agosto de 2009

Mi casa


(antepenúltima falta al cierre vacacional)

(Los profesores solemos aprovechar las vacaciones de verano para leer y releer, ampliando, actualizando y recordando conocimientos para el nuevo curso. Entonces, podemos explicar libros recién leídos, o basarnos en ellos, lo que evita por unos días la pensosa sensación de repetirnos cansinamente año tras año).

Estos días, "toca" La odisea de Homero.
Un libro sobre problemas domésticos, y las consecuencias de la falta de un hogar. El palacio de Ulises (u Odiseo) y Penélope está invadido por unos aprovechados que tratan de hacerse con la casa y esposar a Penélope (a cuyo nuevo matrimonio, por ley, ella no puede escapar si no obra una causa mayor, que ella no cesa de azuzar -el tejido del velo nupcial, que se apresa a deshacer por la noche), ya que Ulises lleva años fuera de casa guerreando en Troya. El palacio se ha convertido en un infierno (explícitamente comparable al de Agamenón, asesinado por Egisto, el amante de su esposa Clitemnestra; el prototipo del hogar -y del linaje- maldito, del "no-hogar"), del que incluso Telémaco, el hijo de Ulises y Penélope, está a punto de partir, por consejo de la diosa Atenea, para tratar de averiguar si su padre está vivo.

Pero la guerra ha terminado hace tiempo. La mayoría de los guerreros han regresado. Ulises es el único que no logra hallar el camino de vuelta, pese a contar con el apoyo de la mayoría de los dioses, de Atenea especialmente. Hace todo lo que puede. Desciende incluso al Hades para interrogar a los muertos acerca de la suerte de su hogar.
Se lo impide Poseidón (el constructor de las murallas de Troya, padre del gigante Polifemo, dotado de un solo ojo), el dios de los mares, que no perdona a Ulises que haya cegado a su hijo.

Poseidón reina en el espacio más inhóspito -más opuesto a la calidez del hogar- que quepa imaginar: el ponto, en cuyo seno se mueven criaturas escurridizas, frías y mudas -los peces- como las almas de los difuntos. El mar es visto como una imagen del mundo de los muertos -y una entrada a él.
Poseidón, además, era el dios de las entrañas de la tierra (donde también se lamentan los difuntos) (algunos estudiosos piensan que el Poseidón infernal podría tratarse de una divinidad distinta al del Poseidón marino -o de un Poseidón primitivo que solo reina en la tierra-, pero el Poseidón que aparece en La odisea, remueve tanto el mar como la tierra). Los poderes de Poseidón son la causa de los terremotos (y maremotos). Cuando la tierra tiembla, las casas se derrumban. Los hogares se desahacen. Poseidón es la divinidad que reina sobre los espacios y las fuerzas que se oponen al espacio habitado: el ponto mortífero (en o sobre el que es imposible trazar líneas que permitan orientarse: la estela de los barcos se cierra al momento) y las fuerzas telúricas. Su mismo hijo Polifemo está dotado de todas las características del ser incivilizado: no cultiva la tierra, no construye casas, no realiza sacrificios en un hogar, y come carne cruda.

La odisea es un relato épico sobre las causas y las consecuencias de la falta de un hogar: el hombre vuelve a su condición errante y ya solo le cabe esperar el momento de acceder a la última morada.

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