Victoria Garriga escribe acerca del programa de televisión La Casa de los ricos, en concreto acerca de una entrada reciente en este blog, que incluía dos videos dedicados a la sorprendente arquitectura del estudio A-cero (numero profético), lamentando que me hubiera limitado a mostrar estos edificios y esa aproximación a la arquitectura sin comentario alguno:
"He echado de menos una crítica caústica y seria 8en este blog), aunque baste con dejarlo hablar y moverse ante al cámara (....) Voy a “a-cer” la crítica seria":
"El pasado domingo día 9 de Enero se emitió en la Sexta un extenso reportaje sobre las casa del estudio A-cero. Creo que este documento merece una crítica razonada y un debate abierto.
Joaquin Torres- A-cero- no es buen arquitecto porque reduce las casas a su vertiente representativa y formal y encima no es un buen formalizador. Me explico: En ningún momento se plantea la posibilidad de que por debajo de la imagen pueda existir algo más valioso, la vida de las personas – anhelos, frustraciones, dudas, dolores, alegrías, sed de justicia, sed de venganza…-Reutiliza formas de arquitectura moderna, vaciadas de contenido y referencias. Cajas inertes para almacenar y exhibir la vida congelada, estática, muerta. Por suerte o por desgracia sus formas y las proporciones de sus obras no tienen esa belleza capaz de hacernos olvidar que bailamos sobre la absoluta nada.
Pero la pregunta es ¿Por qué ha conseguido Joaquín Torres ponerse tan de moda entre ricos y poderosos de nuestro país?
Porque dice ser un creador contemporáneo pero no lo es. ( Hay que parecer pero no hay valor ni suficiente talento para aguantar el ser). No hay cuestionamiento, ni duda, ni propuesta vital en sus proyectos. Ni social, ni formal, ni tecnológica, ni ambiental, ni urbanística. Consecuentemente no hay incomodidad y eso gusta a los que se sienten instalados en el éxito y no quieren plantearse que quizás esa situación sea absolutamente temporal y frágil. A-cero sólo plantea en sus casas un confortable y superficial enunciado estético que lo vincula, sin estridencias creativas, a las corrientes del éxito y del buen gusto. La arquitectura de A-cero es un producto comercial barnizado de una falsa y complaciente imagen de autoría de vanguardia.
Esta irrelevancia creativa (en términos arquitectónicos, que no empresariales) no nos llamaría la atención si se tratase de un fenómeno local y de pequeña escala. Sin embargo, el enorme éxito social y de difusión de este tendencioso sucedáneo arquitectónico entre un público económicamente privilegiado y socialmente influyente es lo que resulta inquietante.
La crítica arquitectónica no ha prestado atención al trabajo de A-cero, pero tampoco al medio social en el que se implanta. Entender porque y como triunfa esta empresa de arquitectura, quizás nos sirva para ver con más claridad como es el entorno social, cultural y económico en el que hemos de trabajar, y con el que nos hemos de comunicar y relacionar.
La desatención y ceguera respecto al medio social ha llevado a que desde la profesión tampoco se haga buena pedagogía de base sobre lo que la sociedad debe pedir y esperar de la arquitectura. No se ha transmitido a los que tienen que elegir- usuarios, políticos, empresarios- cual es el valor y la responsabilidad de la arquitectura en la construcción del futuro colectivo. Esto ha posibilitado que la arquitectura se lea como un mero producto de consumo, de especulación o de satisfacción inmediata, o como un adorno para la ostentación y la manifestación de estatus, individual o colectivo. Los que deciden, los que tienen los medios y la responsabilidad de elegir quien es el más dotado para proyectar la realidad material futura, o cual es el proyecto más adecuado, no tienen la formación ni la buena información para tomar decisiones críticas razonadas y consecuentes. No son capaces de distinguir el grano de la paja, y no pueden escapar de los mecanismos de la publicidad y de marketing que son los que confieren el valor a las cosas que no lo tienen intrínsicamente o no somos capaces de reconocerlo.
En este contexto aquellos arquitectos que han sabido y se han dedicado a moverse en los medios de comunicación social son los que se están construyendo el país. La arquitectura “buena”, según la crítica especializada, no debe ser más de un 1% sobre el total de lo construido.
Creo que los medios de comunicación y divulgación relacionados con esta profesión deberían plantearse seriamente la necesidad de hacer pedagogía de base. Hay que explicar con claridad qué es y para qué sirve la arquitectura a los usuarios y a los políticos, a los que tienen el dinero y dirigen los medios de producción y consumo .Sólo así se podrán hacer encargos con cierta lógica, con un poco de sentido ético y con conciencia de responsabilidad compartida y colectiva.
Resumiendo: es urgente establecer los puentes y protocolos de comunicación entre la arquitectura (emisor) y los que pueden promoverla (receptores). Este trabajo sólo lo pueden hacer arquitectos, críticos y divulgadores coordinados y con cierta presencia y poder en los medios.
Es irónico que cuanto mayor es el acceso a la comunicación menos se entiende que es la arquitectura y para que sirven los arquitectos. Mientras tanto mansiones neo-modernas, superconservadoras, estériles y domotizadas para los ricos, Seseñas para los pobres. Malos tiempos para la vida y para la arquitectura".
Joaquin Torres- A-cero- no es buen arquitecto porque reduce las casas a su vertiente representativa y formal y encima no es un buen formalizador. Me explico: En ningún momento se plantea la posibilidad de que por debajo de la imagen pueda existir algo más valioso, la vida de las personas – anhelos, frustraciones, dudas, dolores, alegrías, sed de justicia, sed de venganza…-Reutiliza formas de arquitectura moderna, vaciadas de contenido y referencias. Cajas inertes para almacenar y exhibir la vida congelada, estática, muerta. Por suerte o por desgracia sus formas y las proporciones de sus obras no tienen esa belleza capaz de hacernos olvidar que bailamos sobre la absoluta nada.
Pero la pregunta es ¿Por qué ha conseguido Joaquín Torres ponerse tan de moda entre ricos y poderosos de nuestro país?
Porque dice ser un creador contemporáneo pero no lo es. ( Hay que parecer pero no hay valor ni suficiente talento para aguantar el ser). No hay cuestionamiento, ni duda, ni propuesta vital en sus proyectos. Ni social, ni formal, ni tecnológica, ni ambiental, ni urbanística. Consecuentemente no hay incomodidad y eso gusta a los que se sienten instalados en el éxito y no quieren plantearse que quizás esa situación sea absolutamente temporal y frágil. A-cero sólo plantea en sus casas un confortable y superficial enunciado estético que lo vincula, sin estridencias creativas, a las corrientes del éxito y del buen gusto. La arquitectura de A-cero es un producto comercial barnizado de una falsa y complaciente imagen de autoría de vanguardia.
Esta irrelevancia creativa (en términos arquitectónicos, que no empresariales) no nos llamaría la atención si se tratase de un fenómeno local y de pequeña escala. Sin embargo, el enorme éxito social y de difusión de este tendencioso sucedáneo arquitectónico entre un público económicamente privilegiado y socialmente influyente es lo que resulta inquietante.
La crítica arquitectónica no ha prestado atención al trabajo de A-cero, pero tampoco al medio social en el que se implanta. Entender porque y como triunfa esta empresa de arquitectura, quizás nos sirva para ver con más claridad como es el entorno social, cultural y económico en el que hemos de trabajar, y con el que nos hemos de comunicar y relacionar.
La desatención y ceguera respecto al medio social ha llevado a que desde la profesión tampoco se haga buena pedagogía de base sobre lo que la sociedad debe pedir y esperar de la arquitectura. No se ha transmitido a los que tienen que elegir- usuarios, políticos, empresarios- cual es el valor y la responsabilidad de la arquitectura en la construcción del futuro colectivo. Esto ha posibilitado que la arquitectura se lea como un mero producto de consumo, de especulación o de satisfacción inmediata, o como un adorno para la ostentación y la manifestación de estatus, individual o colectivo. Los que deciden, los que tienen los medios y la responsabilidad de elegir quien es el más dotado para proyectar la realidad material futura, o cual es el proyecto más adecuado, no tienen la formación ni la buena información para tomar decisiones críticas razonadas y consecuentes. No son capaces de distinguir el grano de la paja, y no pueden escapar de los mecanismos de la publicidad y de marketing que son los que confieren el valor a las cosas que no lo tienen intrínsicamente o no somos capaces de reconocerlo.
En este contexto aquellos arquitectos que han sabido y se han dedicado a moverse en los medios de comunicación social son los que se están construyendo el país. La arquitectura “buena”, según la crítica especializada, no debe ser más de un 1% sobre el total de lo construido.
Creo que los medios de comunicación y divulgación relacionados con esta profesión deberían plantearse seriamente la necesidad de hacer pedagogía de base. Hay que explicar con claridad qué es y para qué sirve la arquitectura a los usuarios y a los políticos, a los que tienen el dinero y dirigen los medios de producción y consumo .Sólo así se podrán hacer encargos con cierta lógica, con un poco de sentido ético y con conciencia de responsabilidad compartida y colectiva.
Resumiendo: es urgente establecer los puentes y protocolos de comunicación entre la arquitectura (emisor) y los que pueden promoverla (receptores). Este trabajo sólo lo pueden hacer arquitectos, críticos y divulgadores coordinados y con cierta presencia y poder en los medios.
Es irónico que cuanto mayor es el acceso a la comunicación menos se entiende que es la arquitectura y para que sirven los arquitectos. Mientras tanto mansiones neo-modernas, superconservadoras, estériles y domotizadas para los ricos, Seseñas para los pobres. Malos tiempos para la vida y para la arquitectura".
Muchas gracias, Victoria, por devolvernos a la realidad.
A-cero proyecta desmesuradas torres inclinadas sobre dunas en Dubai. Quizá sea lógico.
Bien, Victoria.
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