Arte viene del latín ars, traducción a su vez del griego tejné que, originariamente significaba no solo crear sino sobre todo procrear, un verbo adecuado para definir un acto que tenía como fin producir (alumbrar) un objeto de uso mágico, capaz de influir en la vida humana tan solo con su presencia.
Ars, a su vez deriva de dos radicales indoeuropeos relacionados.
El primero RT deriva de un radical anterior R que significaría crecer, alzarse. Designaría la acción cuyo fin es el desarrollo y la elevación -física, quizá moral- de un ente o un ser a partir de un núcleo recogido sobre sí mismo.
RT (o RTA) se traduce por orden regla, verdad. y la acción que persigue la aplicación de dicho valor o dicha norma podría equivaldría a ordenar o unir elementos dispersos, recogidos y dispuestos en el lugar que les corresponde, de modo que el conjunto aparezca ordenado.
El segundo radical, en el origen la palabra Ars, es AR: significa tanto emplazar cuanto ajustar. evoca una acción que busca colocar cada cosa en su sitio, sin que nada o nadie invada un lugar que no le pertenece. De este modo, se consigue un todo ARmónico. En efecto, armonía es un término compuesto a partir de esta raíz.
La acción de situar, ordenar y ajustar elementos dispares se realiza siguiendo un plan establecido. obedece a reglas. Se trata, en suma, de una acción RiTual. Sabemos que entre arte y rito existen afinidades o parecidos. Son acciones (y resultados) que tienen como fin la realización de un ente (un objeto, un espectáculo, un ritual) que media entre dos mundos (real e ideal, real y ficticio) de modo que entren el contacto y se de una relación armónica que les permita conocerse e influirse. Este gesto o este resultado debe ser actualizado, repetido a intervalos regulares, siguiendo una pautas RíTmicas. El ritmo es consustancial con el rito y con el arte. Busca sosegar u ordenar, ofreciendo una imagen ideal o mejorada del mundo, permitiendo entrar en contacto con espacios vetados.
El radical AR, por cierto, se halla en el origen de palabras como ARma o ARmario. Un arma es un instrumento que, manejado por un "gendARme" (un policía o un guardia, en francés) vela por el orden público, mantiene a raya cualquier desajuste o disidencia, mientras que un armario es un excelente lugar donde guardar objetos que hasta entonces yacían desordenadamente. el armario protege las cosas y nos protege de ellas. Separa el mundo de las cosas del de las personas, pero permite, debido precisamente al orden que establece, su pronta relación.
El velar por el orden personal, terrenal y cósmico está a cargo, en el mundo hindú, de la diosa RiTa: la diosa del destino. Determina la ubicación y el camino que cada ser y cada ente debe seguir, y vela por el debido cumplimiento de dicha decisión. Rita traza y cubre el camino. No permite ninguna salida de tono que desafinaría, desordenaría el mundo trabajosamente calibrado. En Persia, antiguamente, existía una diosa -se trata siempre de divinidades femeninas pues el orden que aplican y cubren permite una vida plena, vida que han alumbrado. Son diosas madre que cuidan de sus creaciones y criaturas-. llamada ARTa, personificada mediante un ser alado, que simbolizaba la justicia cósmica, la Ley, que cualquier elemento debía cumplir.
Estas dioses eran las responsables del RTA u orden cósmico. El universo era digno y bueno porque cada ente ocupaba un lugar propio y adecuado, y mantenía "buenas" relaciones tanto con entes vecinos como con la totalidad. Todos los entes se subordinaban al universo. Éste, por tanto, se mostraba como una imagen de un todo recto.
RTA se proyectaba en la tierra. Trazaba un camino recto que unía lugares que hasta entonces no habían podido conectarse. Esta senda, que era la senda de la vida, del nacimiento a la muerte, del origen, esplendor y decaimiento, según un o una orden estipulado o estipulada por Rita (o Arta), era el dhARma. Gracias a su presencia, nada en la tierra quedaba abandonado, dejado de la mano de dios, como si no tuviera sentido, como si fuera prescindible. Por el contrario, cada elemento era necesario para la armonía del mundo.
Bajo la tutela del Orden, el ser humano podía quedarse encerrado egoístamente, o podía abrirse al mundo. En este caso, el dharma se le ofrecía como un modelo a seguir, y su seguimiento constituía el kARma: la acción emprendida en pos del orden: una acción ritual o artística que tenía como fin recrear el mundo. El artista hacía o rehacía el mundo que Arta había determinado. Su acción se denominaba kwer, que se traduce por hacer (en griego poieoo: de ahí la poesía, o pueda en solfa o en verso del mundo exterior o interior), obrar, crear. De algún modo, disipar las tinieblas del desorden -que todo lo oculta, que impide ver la creación en todo su esplendor-, alumbrar el mundo.
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