Fotos: Tocho, Museo Nacional de Matera, 31 de diciembre de 2025
Ante la persistencia del culto a la diosa griega Demeter en la isla de Sicilia, en la que se asentaron griegos a partir del siglo VIII aC, hasta la Alta Edad Media, en el siglo XI -un culto vivo también en los territorios de la Magna Grecia en el sur de Italia-, la iglesia cristiana cedió y asoció el culto a la virgen María, que no prendía, al de la diosa griega, logrando así una insólita fusión -común por otra parte entre santos cristianos y héroes griegos-, y una iconografía de la Madre y el Hijo inspirada en las imágenes de Demeter y su hija Perséfone.
Demeter era una diosa madre, diosa de las cosechas -cuyo culto fervoroso era lógico en las fértiles tierras del sur de Italia y de Sicilia-, y madre, una madre doliente que padeció el rapto de su hija Perséfone a manos del dios del inframundo, Hades, y que tuvo que aceptar que su hija pasara la mitad del año desaparecida en las entrañas de la tierra.
Demeter velaba pues sobre los matrimonios a fin de evitar el padecimiento de las madres, y de las hijas cuando pasaban de la casa del padre a la del esposo, un paso decisivo y sin vuelta atrás, que significaba la ruptura entre la madre y su hija.
Demeter mediaba entre los dioses y los humanos que sufrían las inclemencias invernales, con la tierra de cultivo yerma, los meses en que su hija Perséfone desaparecía y Demeter desesperada ya no cuidaba de la fertilidad de la tierra hasta que tras lograr un pacto entre Zeus, dios de los cielos -que también deseaba a Perséfone- y Hades, dios de los infiernos, que permitía la liberación y el retorno de Perséfone a la tierra y su reencuentro con su madre, en primavera, cuya alegría permitía que las cosechas reverdecieran.
Demeter conocía las penalidades de las mujeres, porque ella misma las había padecido, pero se preocupaba que su dolor no aniquilara la tierra, y que ésta, en los meses de felicidad con su hija, la Tierra volviera a ser un vergel como en los inicios del mundo.
Demeter era así una diosa particularmente venerada. La vida de ls humanos dependía del estado de ánimo de la diosa, que alternaba alegría y desolación, como los humanos. Una diosa humana. Una madre divina.
Una excelente exposición, con obras de la mayoría de los museos arqueológicos del sur de Italia, recuerda y revive la importancia de una diosa que forjó ella veneración de su transfiguración en la virgen María, en el museo nacional de la ciudad sureña italiana de Matera.
https://www.museimatera.it/le-dee-del-grano/


















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