miércoles, 27 de enero de 2010

Adán Aliaga: La casa de mi abuela (2005)



http://www.lacasademiabuela.info/

Barcelona o la Nueva Jerusalén


Durante el entierro del padre de un amigo, esta fría mañana de enero, una palabra del sacerdote cuando el responso me recordó un tema (sin duda trillado por historiadores, geógrafos y urbanistas) que me ha fascinado: la insistente toponía religiosa de Barcelona, tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento o, más concretamente, del Antiguo Testamento que ha perdurado en el Cristianismo, actuando de fondo o de base de la nueva religión.


Dejando de lado nombres de calles procedentes del santoral y de la corte celestial originados por la presencia de algún templo (calle de la Virgen de la Merced, por ejemplo), la toponimia del territorio -o de los distintos territorios- de la ciudad, de determinados hitos naturales, parece evocar un espacio sagrado.


Santos (Sant Martí dels Provençals, Sant Andreu, Sant Gervasi, Sants), virtudes (Gracia), dones (Bonanova), objetos litúrgicos (La Sagrera, de un sagrario o espacio sagrado) dan nombre a distintas áreas de la ciudad que se extienden por el llano y ascienden lentamente, desde el epicentro de la ciudad, en el Monte Tabor (donde se situa la catedral), hasta, pasando por el Valle de Hebrón y la colina del bíblico Carmelo (donde, oportunamente, se quiere instalar un jardín, ya que Carmelo, en árabe, significa precisamente jardín paradisiáco) en un ascenso que abandona a los santos y se centra en la única figura del hijo de dios, hasta las alturas del Tibidabo (nombre que deriva de la frase, en latín -tibi dabo: te doy-, con la que el ángel caído tentó a Jesús, desde lo alto de una cumbre, dándole todo su reino material a cambio de su alma), marginando, a la izquierda, el peñasco rocoso que da la espalda a la ciudad, el arisco Montjuich (monte de los judíos), que no se libra de connotaciones morales bíblicas.


Esta toponimia sagrada, que parece querer asociar Barcelona con Jerusalén, y que dibuja una ciudad estructurada como una iglesia donde cada elemento (columna, triforio, nave, etc.) remite a una figura celestial, desde la más baja hasta la divinidad, quizá se origine en la Alta Edad Media, cuando se forjó la leyenda medieval de la Barca Nona (de ahí la -falsa- etimología del nombre de Barcelona), la novena barca de la expedición de Jasón y los Argonautas, en pos del vellocinio de oro que, perdida, naufragó al pie del Monte Júpiter (otra etimología, sin duda fantasiosa, para Montjuic), donde fue hallada por Hércules que, tras completar su cuarto trabajo regresaba a Grecia por la costa. Tras hallar a los náufragos, fundaría Barcelona.

Hércules era un héroe, convertido en dios, en un único dios, al menos en algunos círculos imperiales en el siglo III dC, y equiparado con Cristo, el nuevo Hércules.


Dios, como el alcalde se entere, organiza las próximas olimpiadas eucarísticas en Barcelona.

Bagdad

http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2010/01/25/AR2010012502958.html?referrer=emailarticlepg

Tras los últimos atentados contra hoteles, en los que tienen lugar últimamente conferencias y congresos con participación extranjera -a fin de evitar demasiados desplazamientos por la ciudad-, el congreso sobre rehablitación urbana en ciudades iraquíes, organizado por el Ayuntamiento de Bagdad, que debería tener lugar entre los días 22 y 27 de marzo próximo, vuelve a estar en el aire.

lunes, 25 de enero de 2010

Casa hinchada



"Es la Pedrera digital" (E. Ruiz): ¿cómo no se le había ocurrido a nadie? No hay nada como una frase publicitaria, como la que ha pronunciado el autor de la obra, para hacer gran arquitectura.
El edificio de oficinas de Media-Tic (o tics), en el distrito 22@ de Barcelona, con plantas sin muros ni pilares, y fachadas de vidrio y de hinchables transparentes, es similar, obviamente, al intrincado laberinto de muros y gruesas columnas, encerrado en espesos muros pétreos que se asemejan a acantilados en los que algas se enredan, de la Pedrera, de Gaudí.
El recubrimiento a base de hinchables de hidrógeno (o algo así) solo se ha utilizado en fachadas de estadios.
Una sugerente metáfora de las relaciones laborables en un edificio de oficinas: entre el ganado y la feroz competición.




La casa y el ojo malo




En Mesopotamia, como en todas las culturas antiguas y tradicionales, no se construía ningún edificio, incluso modesto, sin la ejecución de ritos y el uso de objetos con vistas a lograr la protección de la obra, siempre amenazada por poderes invisibles, celestiales o infernales.
El recurso a amuletos era (y aún lo es en algunas sociedades) una práctica habitual. En Sumer, se depositaban estatuillas de bronce y preciosas ágatas circulares bicolores, con un óculo central oscuro, semejante a ojos bien abiertos, en los cimientos.
Innumerables fetiches de terracotta, insertados en los muros, representados a deidades, seres híbridos protectores y animales guardianes (leones, perros, símbolos de divinidades) y ladrillos y tablillas estampilladas con invocaciones, plegarias y maldiciones, trataban de apartar a los malos espíritus: al mal de ojo, echado por un vecino o una divinidad, que podía causar la ruina de la casa y de la familia o el clan que moraba.
Entre estas tablillas destaca una, del II milenio aC, conservada en el Museo del Louvre (AO 8895).
El texto cuenta todo el daño que un inquietante ojo suelto, como un omnipotente astro sombrío y errante, como el ojo que Caín temiera, que nunca desaparece, y que quiere siempre el mal, similar a un dragón venenoso, puede causar (desatres ecológicos, enfermedades), e invoca a una divinidad protectora.
Si Enlil, el dios del aire, que trasmitía las órdenes del padre de los dioses, An (el Cielo), había creado el mundo, su hermano Enki lo había completado, ordenado y dotado de sentido. Antes de que Enki interviniera, los canales estaban secos, los pastos cubiertos de maleza, los caminos abandonados y los terrenos se perdían tras el horizonte, carentes de límites: la vida no podía sentirse segura; la tierra no ofrecía cobijos en los que refugiarse.
El trabajo de Enki consistió en colocar a cada cosa en su sitio, a emplazarlas y a otorgarles los límites que les correspondían. Enki definió el mundo.
Pero las fuerzas del mal no se rendían. Podían siempre deshacer el mundo perfecto que Enki había completado -o el mundo que había perfeccionado. La abundancia y la fertilidad de la tierra, los animales y los humanos podía acabarse, y el mundo volverse estéril. Las casas, armónicamente planificadas en medio de vergeles o de ciudades correctamente urbanizadas, según la planimetría celestial, dejarían de erigirse como un espacio protector.
Es por este motivo que las tablillas profilácticas que se insertaban entre las filas de los ladrillos guardaban invocaciones contra el mal que el ojo negro podía causar: es decir, invocaban a Enki, el dios que ordenó y armonizó el mundo, y al que se le imploraba como la deidad protectora del hogar, del espacio construido:
"Ojo es una serpiente mush-mush (mush, en sumerio, significa reptil), ojo
de hombre es un dragón mush-mush...
Se aproxima al cielo -y ya no llueve,
Se aproxima al campo -y la hierba ya no crece,
Se aproxima al buey -y el yugo se rompe,
Se aproxima al corral para el ganado -el queso se pudre,
Se aproxima al joven -su cintura se suelta (¿?),
Se aproxima a la muchacha -que deja caer su vestido,
Se aproxima a la nodriza con un niño -sus brazos ya no lo recogen,
Se aproxima al vergel - la lechuga y los berros se marchitan,
El ojo del mundo inferior, del mundo inferior, ha escapado...
Que el ojo malo, el ojo enfermo sea arrancado.
Cuando se halla en la esquina de una calle
Inmobiliza al muchacho que no tiene a un dios personal.
El ojo que es un soplo impalpable, que Enki lo golpee".
Una hermosa invocación o imprecación. La fe haría que fuera eficaz.










domingo, 24 de enero de 2010

La muerte del arquitecto (Freddie Francis & Ken Wiederhorn: Dark Tower, 1987), o antes de que Vicky y Cristina aterrizaran en Barcelona








La película entera, por capítulos en:

http://www.youtube.com/results?search_query=dark+tower+%281987%29&search_type=&aq=f

El por el aquel entonces (1987) director de fotografía de David Lynch, Freddie Francis, llegó a Barcelona, junto a su querida Jenny Agutter, para filmar Dark Tower: la historia de un arquitecto asesinado en so obra magna, una torre descomunal de vidrios negros cuyo espiritu posee el edificio y se venga, uno a uno, de sus asesinos.

La dark tower en cuestión era una de las torres de los edificios Trade de J.A. Coderch; aunque también salían las torres negras de la Caixa, situadas frente a las anteriores, también de Coderch. No creo que el tan comentado carácter de este arquitecto inspirara la película.

Sin embargo, las escenas de interiores se llevaron a cabo en un edificio cercano, que fue el hotel Hilton y hoy es el Hospital de Barcelona, el cual, durante unos años, estuvo vacío y abandonado.

La entrada se adecentó y se convirtió en el hall de unas grandes oficinas. Se construyó al fondo de la planta baja un decorado que representaba un ascensor. Éste no tenía techo, lo que permitía la filmación desde arriba.

Los extras estábamos aparcados en una zona aislada de la planta baja. Teníamos bocadillos de jamón y fantas, lejos, sin embargo del lujoso "cátering" de las estrellas. No podíamos salir de la habitación durante todo el día, por si el director decidía alterar el plan de trabajo y requerirnos. Tenía un humor de perros. Salvo para Jennifer.

Momento de gloria: ataviado con un abrigo y un sombrero, portando un maletín, entrando a todo prisa, junto con otros "hombres de negocios" en la Torre Negra, camino del ascensor; justo después de apretar el mando de la última planta, me volvía hacia el exterior y forzaba las puertas abiertas para dejar paso a una apresurada y elegante ejecutiva (Jeniffer Agutter) que llegaba tarde y corría por la entrada, mientras le decía las inmortales palabras: Come on!

Repetimos la escena durante horas: todos los ejecutivos mañaneros llegábamos demasiado pronto, o las puertas (manipuladas con unas cuerdas desde arriba) no se abrían, o entrábamos todos en tropel en el ascensor, convertido en el camerino de los hermanos Marx, o alguien tropezaba, o hablaba demasiado pronto antes de que la actriz llegara, o la cámara no rodaba, o un extra, que ya no se aguantaba, se iba al lavabo en medio de la toma, etc.

Como fui un extra con derecho a palabra (chapurreaba inglés) cobré cinco mil pesetas.

Aquí acabó mi carrera hacia Hollywood.

Por ahora.


sábado, 23 de enero de 2010

Venus






La mítica Ivana Trump, participante del reciente programa televisivo inglés Celebrity Big Brother (Gran Hermano para famosos), posa en una clase de pintura para el resto de los concursantes.
Tocho, siempre atento al arte contemporáneo