miércoles, 4 de mayo de 2011
(Arte urbano) Yves Klein: Monotone Symphonie (1949; primera audición, 1960)
Sobre esta composición, véase estas páginas web y web y web
La sinfonía dura cuarenta minutos. Dirige la orquesta Yves Klein. Los músicos visten como intérpretes de "música clásica" en un escenario. La obra consiste en una única nota. Tras veinte minutos de música, suceden veinte de silencio absoluto, que forman parte y concluyen la composición. El tiempo se detiene: lo que acontece antes y después es lo mismo: una nota invade el espacio. Se vuelve espacio. Y tiempo. Da la medida del tiempo y del espacio. Nada acontece fuera de esta nota que "es" todo: todo lo que acontece en el tiempo y el espacio.
Klein busca los "fundamentos del arte urbano", de un nuevo arte, que renueve las condiciones de la creación. Creación que solo la ciudad garantiza.
(Mientras tres mujeres desnudas, se embadurnan el cuerpo de pintura azul, y son dirigidas por Klein, que las utiliza como pincel, para imprimir la imagen de sus cuerpos en un lienzo. No es una imagen pintada por la mano del hombre: el cuerpo deja una huella directamente sin intervención externa: el cuerpo se traduce o se trasmuta en una imagen: es el cuerpo en apariencia, pero tiene otra esencia: una transubstanciación se ha producido. La música abre un nuevo espacio, y un tiempo nuevo, en el que circunscriben instantáneamente las efigies de los cuerpos).
Klein se refería a que el arte era productor o causa de mitos: una nueva mitología.
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Estética y teoría de las artes,
Modern Art
martes, 3 de mayo de 2011
Casa con patas
Laurie Simmons: Walking House, 1989
Agudamente comenta ayer Jordi Abadal que el cerebro no tuvo antiguamente la importancia que ha adquirido con el tiempo. Quizá fuera Palón uno de los primeros que localizara la phren -la inteligencia- en la testa. Anteriormente, para los griegos, thumos, el corazón era la sede de la inteligencia (phren -nombre con el que también se designaba el corazón, así como el diafragma-) y de las sensaciones, la sensibilidad, el sentimiento, y las bajas pasiones (thumos, nombre que también designaba el corazón).
Así como en Grecia el corazón era el órgano central en el que moraban las facultades superiores e inferiores, para los Mesopotámicos, el corazón era la sede de las intuiciones- mientras que el hígado era dónde radicaba la inteligencia. quizá la superficie brillante y espejeada del hígado, donde se reflejaba todo lo que se hallaba alrededor, estuviera en el origen de la creencia en el hecho que los dioses comunicaban sus decisiones en las manchas tornasoladas que se forman en el hígado, y justificara que la víscera que se extraía en un sacrificio y en la que el harúspice, mago o sacerdote, tanto en Babilonia cuanto en Etruria, sobre todo, leía el porvenir -es decir interpretaba lo que los dioses habían decidido- era el hígado cargado de sangre -otro elemento o componente corporal cargado de vida.
El cuerpo humano es la morada de las facultades que permiten los conocimientos inteligible y sensible. La imagen del cuerpo concebido como un receptáculo de imágenes, emociones, intuiciones, alojadas en él o los órganos correspondientes, está en consonancia que la imagen de un casa presentada como un cuerpo. Los humanos y toda clase de potencias se amoldan y se guarecen en el interior del cuerpo, que los defienden, como las ideas, las imágenes mentales y los sueños se recogen en el cuerpo o en ciertas partes del cuerpo. El cuerpo compuesto de órganos se asemeja a una casa organizada en estancias. Esta imagen o creencia es muy antigua.
Así, el hígado, en sumerio, se decía ur5, un término que también designaba los cimientos de un edificio (y las raíces o el tronco de un árbol, es decir, la o las partes inferiores que unían el árbol a la tierra y lo mantenían recto, vivo). Del mismo modo que el cuerpo viviente se fundamenta en el hígado, de donde irradia toda la energía, un edificio no se sostiene si carece de ur5, si no tiene ningún fundamento.
Aunque a veces ur5 podía designar, no sé si me´tafóricanmente, el hígado, en cuanto se querían destacar las virtudes de un guerrero listo para la contienda, se ponía el acento en la nobleza de su hígado y su corazón. En estos casos, se contraponía ur5 (hígado) con shag4 (corazón); hoy, el empeño, la tozudez parece residir en otros órganos.
Shag4 era una palabra que no sólo nombraba el corazón (sobre todo cuando se contraponía al´hígado); también servía para designar el interior, tanto como lugar -opuesto al exterior- como emplazamiento (el interior de una morada, o la morada entendida como un interior) 8en una entrada anterior, referida a la teoría del arte mesopotámica, ya vimos que shag4 también se traduce por contenido de una obra). Es cierto que el corazón era un órgano que no gozaba, en Mesopotamia, del préstigio que tuvo en Grecia; su importancia palidecía ante la del hígado. Pero seguía siendo un órgano "central" en y para la vida del ser humano. Éste su papel era el mismo que asumía la casa para el hombre. Era dónde residía su fuerza. El hombre no podía vivir sin corazón ni morada. Descansaba en ella, como el héroe necesitaba que su corazón se calmara para poder actuar. Era un ente central (en la vida; shag4 también significa centro, de un cuerpo o de un espacio, siempre de una envolvente, un espacio cerrado o interior.
Las asociaciones entre la casa y el cuerpo no son de hoy en día ni se originaron en el Renacimiento. quizá hagan parte de esos supuestos "arquetipos" o "formas" a través de los que concebimos la vida y nuestro lugar en la tierra.
lunes, 2 de mayo de 2011
domingo, 1 de mayo de 2011
Amos Gitai (1950): (Fragmentos de) News from House/News from Home (Noticias de casa/Noticias del hogar) (2006)
Amos Gitai (Haifa, 1950) es un cineasta y arquitecto (formado en Berkeley, en los Estados Unidos) israelí, hijo de Munio Weinraub, uno de los arquitectos de origen alemán que construyó la ciudad racionalista de Tel Aviv, y que ha realizado numerosos documentales sobre la relación de los habitantes, desplazados, exiliados, expulsados, palestinos e israelís, de sus casas. Destacan House (1980) , A House in Jerusalem (1998) y News From House/News from Home (2006), centradas en las reacciones de palestinos expulsados de sus hogares en Jerusalén ante la ocupación de los mismos por parte de israelitas (expulsados de sus países de origen del Este de Europa) (Amos Gitai tuvo que exiliarse a París en los noventa por su punto de vista sobre la "ocupación del espacio" en Israel).
Se trata de uno de los pocos arquitectos que da voz a las "casas" (a los habitantes), y no retrata solo las estructuras arquitectónicas antes de ser ocupadas, animadas, "deformadas" por la vida y el uso.
Véase la siguiente página web
sábado, 30 de abril de 2011
Florero, o la nueva imagen del Museo Arqueológico de Cataluña, Barcelona
Algunas paradas de autobús de Barcelona lucen este cartel. Anuncia la "nueva colección" del Museo Arqueológico de Cataluña, en Barcelona.
Dejando aparte la errónea información -el Museo no presenta una nueva colección, no incluye nuevas piezas (¿cómo podría, con su ajustado, casi inexistente presupuesto?), sino que presenta una nueva museografía, expone las piezas de siempre de manera distinta, alejada de la vetustez de la exposición permanente que ha regido durante decenas de años en gran parte de la colección-, la imagen del cartel puede sorprender.
La testa marmórea de la escultura clásica griega más conocida del museo (hoy, trasladada al museo del yacimiento de Ampurias, donde fue hallada, y reemplazada por una copia en Barcelona), una efigie del dios de la medicina Asklespios (Esculapio, en Roma), o de Serapis, una benéfica divinidad greco-egipcia que aunaba rasgos griegos dionisíacos con rasgos egipcios del dios de la arquitectura Ptah, o de su manifestación, el dios toro Apis, aparece convertida en un tiesto floreado, o cubierta con un pelo afro, o un gorro de baño digno de Doris Day en el mejor de los casos. ¿Cabe una imagen más absurda -o grotesca?
Supongo que no está vacía de simbolismo. ¿Evoca el renacer del museo, tras una completa reestructuración de las colecciones, o el deseo que el arte clásico se convierta una renovada fuente de vida e inspiración, y no un polvoriento recuerdo solo apto para estudiosos miopes?; ¿"significa" que en primavera es la mejor época para acudir al museo? o ¿denota miedo que el público no se interese en el arte antiguo si no sufre una "renovación" de su imagen, una "puesta al día"?; ésta tiene que consistir necesariamente en asociar a Serapis o Esculapio en un pálido remedo de Michael Jackson, de Liz Taylor declinante, o de Marina Rosell? Quizá sí, si no tuviera flores en el pelo no tendríamos pelos en la lengua.
El Museo de Arqueología de Cataluña ha padecido toda clase de visicitudes, toda clase de ultrajes; dejado casi de la mano de dios, que ya es dejar, sin apenas visitantes locales -salvo aguerridos colegiales-, sus excelentes colecciones púnicas e ibéricas -quizá unas de las mejores del mundo, tras las del Museo Numantino de Soria, del Museo de la Prehistoria de Valencia, y del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, que incluye una espléndida colección de ex-votos o figuras votivas de bronce, pasan desapercibidas.
Durante años, fue la niña fea de los museos públicos barceloneses; visitarlo era como recorrer una tienda de viejo; las vitrinas eran dignas de un museo de antigüedades, casi más vetustas que lo que presentaban. Ha tenido no sé sabe cuántos directores en poco tiempo; apenas nombrados, huían con razón, al descubrir el estado del museo, la falta de presupuestos y de personal, y el nulo porvenir; directores tan pintorescos como el que mandó destruir las colecciones bibliográficas prehistóricas, o las publicaciones repetidas -echadas a la basura, y empapadas a fin de evitar que ningún conservador horrorizado -como ocurrió- ni nadie, si acaso alguien pasara delante del museo y se detuviera, pudiera recuperarlas-, o el que quiso desmontar las colecciones griegas y romanas porque no eran étnicamente catalanas; cuatro mil piezas desaparecieron de las reservas sin que nadie se diera cuenta; no posee aún una guía, un catálogo a la venta. En los años ochenta se encargó al arquitecto José Llinás una profunda renovación y ampliación; solo una parte se llevó a cabo; no se pudo ni siquiera dotar el museo de aire acondicionado; el calor era tal, en verano, que las bibliotecarias autorizaban la lectura fuera de la biblioteca convertida en sauna -situada en el primer piso, bajo la cubierta, con una temperatura asfixiante-, en algún lugar menos abrasador. Se habló -y no se sabe si la propuesta va a seguir- de cerrar el museo, y juntar las colecciones con las de los museos de Artes y Tradiciones Populares (cerrado desde hace decenas de años), y de Etnología, como si existiera alguna misteriosa conexión entre un apeo labriego de madera de los años sesenta y una hoz de bronce prehistórica. Total, estos tres desgraciados museos solo contenían vetustosidades, que nadie visitaba.
Desde entonces, sin embargo, quizá debido a la que la propuesta de cerrar el museo va para largo dados las precarios presupuestos culturales (aunque la amenaza de cierre no está conjurada, ya que los pequeños y espléndidos museos de Geología y Zoología han desaparecido, convertidos, fundidos, en el sentido literal del término, en el Museo Blau, donde Cristo perdió el gorro -en la tierra de nadie, donde, la presentación de una parte de la colección ha sido nadie va, del Forum, solo para salvar la cara de quienes plantearon semejante tierra yerma), la presentación de la colección ha sido brillantemente replanteada y ejecutada, logrando que las lagunas de las colecciones no parezcan tales, si bien los textos, apasionantes, y con enfoques renovados, solo están en catalán, lo que dificulta la visita de los que no son lugareños, que son quienes visitan mayoritariamente el museo.
No sé si la imagen de un Esculapio marujero invita a subir a Montjuich. Mujeres al borde de un ataque de nervios ya está vista de sobras.
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