sábado, 21 de mayo de 2011

jueves, 19 de mayo de 2011

Michel Dudok de Wit (1953): Father and Daughter (Padre e hija) (2000)



Oscar al mejor corto de animación, 2000

(Guggenheim, Guggenheimcito...). Otro cuento de fantasmas arquitectónico


Museo de Tito Bustillo, Ribadesella

Las villas marineras de Asturias no iban a ser menos (hermosas) que las del País Vasco.
La bajada a remo de una ría, y familiares plebeyos de una futura reina dan lustre a un villorrio de mansiones de veraneo decimonónicas.
Pero es una cueva prehistórica cabe el pueblo, con algunas de las mejores pinturas que se conocen, su tesoro más preciado. Los turistas, empero, se desplazan, en verano, para contemplar esta maravilla, más no pernoctan. Apenas gastan en el pueblo.

Hace años, la consejería de cultura asturiana decidió construir un pequeño museo y centro de interpretación del arte paleolítico. El alcalde el pueblo, empero, de un partido rival, rechazó con desdeño la propuesta y los fondos brindados: aquélla era pequeña, no tenía ambición. Si Bilbao tenía el museo Guggenheim, el tamaño  del museo de la prehistoria tenía que estar, cuanto menos, a la altura de aquél.
El alcalde contaba con un arma secreta. La promesa de fondos sin fondo para el nuevo museo del por el aquel entonces Ministro de Fomento. Ante maná semejante, calderilla era la ayuda de la consejería autonómica.

El alcalde organizó un concurso. de arquitectura para edificar el museo.  El solar se hallaba cerca de unos terrenos que el alcalde había adquirido para edificar un hotel ante la previsión de hordas de turistas. Éstos se quedarían dos días, al menos.
Ni forrando la fachada de oro se lograba gastar el presupuesto destinado al museo.

El Ministro de Fomento cayó en desgracia por un lío de faldas. Pocos meses después, todo el gobierno español se derrumbó. Estábamos en marzo de 2004.
Se descubrió entonces que el antiguo Ministro de Fomento había prometido fondos por doquier a todos los pueblos afines a su partido. Fondos que nunca habían existido.

Pero el alcalde ya había firmado el contrato con el equipo de arquitectos ganador del concurso. Se dirigió entonces a la consejería autonómica. Ésta, entretanto, había destinado los fondos previstos para el museo prehistórico a otro museo, también prehistórico -cuyo programa era tan parecido que incluía incluso una réplica de la cueva paleolítica de la villa marítima-, que se estaba construyendo a muy pocos quilómetros.

¿Dos museos idénticos, financiados con ingentes fondos públicos, distantes unos pocos quilómetros? Parece imposible.

La Consejería acabó ofreciendo fondos modestos para un museo que ya no era necesario. El alcalde los volvió a rechazar. Exigía las decenas de millones de euros que pensaba destinar a "su" museo.
Tras años de negociaciones, se rindió. La sombra de un proceso por incumplimiento de contrato acechaba. Aceptó que el coste del museo se redujera sustancialmente.

Convocó un segundo concurso para escoger al arquitecto que dirigiría la obra. Quién fallaba está hoy enjuiciado. Cobró una importante comisión. Escogió, no a los autores del proyecto, sino a un arquitecto conocido no por sus obras.

El museo se ha inaugurado tras casi diez años de obras y un pozo de fondos públicos gastados. 

Y el antiguo Ministro de Fomento vuelve a rondar por Asturias.

Josh Raskin : I Met the Walrus (2006-2007)



Seleccionado para el Oscar al Mejor Corto de Animación, 2008
Premio Emmy a una obra que ofrece "Nuevos Acercamientos" al arte, 2009

martes, 17 de mayo de 2011

Ante Zaninovic: Zid (El muro ) (1966)

Guggenheim, Guggenheimcito: dime qué museo es más grande







 Museo Balenciaga, Guetaria. Estado de la obra en el momento de la destitución del arquitecto. La obra estaba, según los promotores, terminada, lista para el interiorismo.



Érase una hermosa villa del País Vasco. Tenía un ciudadano ilustre: un célebre sastre de alta costura; para muchos, el mejor de la historia, y maestro de todos los grandes sastres, franceses incluso, del siglo XX.

Se decidió abrir un museo en su honor con una buena colección representativa de sus trajes femeninos. Una gran mansión fue puesta a disposición de la fundación recién creada. El presidente era el alcalde. Éste encargó directamente a un arquitecto cubano, amigo suyo (en lenguaje tabernario, la palabra es otra) el proyecto del museo. Su título no estaba homologado, por lo que no podía ejercer de arquitecto. Pero pretendía construir un museo que iba a  revolucionar la historia de la arquitectura.

Doce millones de euros públicos más tarde, y un inmenso edificio de vidrio oscuro "limousine" -techo incluido- a medio hacer, sostenido por una estructura metálica blanca inclinada, en forma de ondulante molde de plum-cake (o de mastaba egipcia), de paredes curvas en pendiente, que aplasta visualmente al caserón existente, el arquitecto fue destituido: no se sabía cómo terminar la obra. No se podía acceder a las plantas: no existían escaleras. No existía proyecto de iluninación. Los paneles de vidrio entregaban directamente a tierra. No siquiera se sabía cómo concluir la fachada.

Mientras, trajes desaparecieron de la fundación; valiosos dibujos fueron regalados a esposas de políticos del partido mayoritario.

Se convocó un concurso de interiorismo. Lo ganó legalmente uno de los mejores estudios de arquitectura de España. Por interiorismo los organizadores entendían completar la fachada, o rehacerla, disponer núcleos de comunicación, resolver la unión del edificio con las construcciones vecinas, y con el suelo.

La dirección de obra respondió a un tercer concurso. Obtuvo el primer premio, contra todo pronóstico, una pequeña empresa fundada por familiares de un influyente obispo de la región, un pilar de la iglesia católica. No pudo llevar a cabo la obra. Contrató, primeramente, a todo el equipo asesor y técnico de los arquitectos del proyecto de "interiorismo" -que, por lógica y economía, hubieran tenido que dirigir la obra de reforma interior y exterior que habían proyectado-. Los trabajos tampoco avanzaron. Aquéllos acabaron siendo subcontratados para salvar los muebles.

La obra habrá costado diecisiete millones de euros. Se ha construido prácticamente dos veces.

El arquitecto y el alcalde están procesados. Nadie más. Como si nadie fuera responsable.