jueves, 8 de septiembre de 2011
AMULETOS PARA EL HOGAR EN MESOPOTAMIA
En Sumeria escaseaba la piedra. Los edificios se construían con el material más abundante y a mano: arcilla para los muros, madera de palmera para las columnas que soportaban los pisos y quizá la escalera, juncos o cañas para los pisos (cubiertos de arcilla) y la cubierta, y yeso o alquitrán para impermeabilizar las estancias en las que se usaba agua (cocina, patios exteriores y aseos).
Los ladrillos moldeados, de barro mezclado con paja, se secaban al sol. Se disolvían con las primeras intensas lluvias entre marzo y mayo. Se construía rápido en Sumeria, por lo que los muros no eran excesivamente sólidos. La forma del ladrillo empleado (con una cara inexplicadamente abombada), en la primera mitad del tercer milenio aC, tampoco ayudaba a que los muros fueran muy estables.
Sin embargo, el grosor compensaba en parte la apresurada manufactura. En efecto, los muros exteriores podían tener más de diez metros de espesor, y se abrían escasas aperturas, muy pequeñas; eso ayudaba a que las paredes aguantaran la doble embestida del agua de lluvia y freática que ascendía por capilaridad: Sumer estaba a nivel del mar; el nivel freático, por tanto, estaba –y está- casi en la superficie; a poco que se excave, el agua aflora.
Pero, tras unos veinticinco años de inevitables lluvias breves pero torrenciales que socavaban la base de los muros, los edificios se desmoronaban y tenían que ser restaurados o reconstruidos. El barro retornaba el barro.
Los sumerios interpretaban lluvias, terremotos y ataques de enemigos como castigos divinos por la impiedad del monarca –o el capricho celestial.
A fin de proteger la obra en la medida de lo posible, junto con las ofrendas fundacionales, se distribuían en el interior de los muros fetiches de terracota. Éstos representaban a seres guardianes fabulosos, genios alados, seres híbridos que tenían que ahuyentar a los males. Al mismo tiempo, también se insertaban en los muros ladrillos con encantaciones y maldiciones.
Aunque se usaron en tiempos de los sumerios, fueron los asirios, ya en el primer milenio aC, más supersticiosos, quienes más recurrieron a esas figuritas profilácticas.
Entre los amuletos que protegían a edificios contra el mal de ojo, se hallaban los llamados “ídolos-ojo” del santuario de Tell Brak (en el norte de Siria, si bien muestra conexiones con culturas sureñas) (principios del IV milenio aC), uno de los más antiguos de Mesopotamia. Fue excavado por Mallowan (esposo de Agatha Christie). Durante tiempo se han interpretado esas pequeñas figuras de piedra, halladas a miles, planas, casi abstractas, en las que sobresalen ojos desorbitados, halladas a miles, como efigies de una divinidad (algunas figuras están coronadas por una tiara de cuernos), o como ofrendas (o imágenes) de fieles (representados aislados, en pareja, con un hijo, o en familia). Hoy, se piensa los ídolos eran fetiches, amuletos, distribuidos por las paredes de las capillas interiores, protectores del recinto contra los “malos espíritus”.
Finalmente, existía un último elemento constructivo que cubría una doble función práctica y mágica: el gozne de las puertas que daban al exterior. Pese a la relativa escasez de la piedra, los goznes consistían en gruesos bloques de piedra dura en los que penetraba el eje del vano. Formulas rituales (encantaciones, plegarias, maldiciones) se inscribían en la parte superior de la piedra (como se puede ver en la exposición). De este modo, las palabras detenían a los malos espíritus. La piedra constituía un obstáculo mágico que se interponía al paso de aquéllos. Cuando la casa se desmontaba, o se destruía para ser levantada de nuevo, se tenía mucho cuidado en recoger y conservar estas piedras para instalarlas en las nuevas construcciones., de modo a que la protección que brindaban siguiera siendo efectiva.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Adrián Cardona, Rafa Dengrá & David Muñoz: Brutal Relax (2010)
Feliz regreso de vacaciones: un recuerdo del verano que agoniza.
Bon appétit
Labels:
El sueño de una sombra,
Modern Art,
Modern Times
Sigalit Landau (1969): Compressed Houshold (2005) / DeadSee (2005) / Day Done (2007)
S. Landau "DeadSee" por maneb40
Compressed Household, 1996 - 2010
Household content and scaffolding post, 300 x 500 x 100 cm
© Sigalit Landau, Courtesy the artist and kamel mennour, Paris
Véase el video Day Done (2007) sobre el simbolismo de la casa en una cultura marcada por el exilio, en: http://www.sigalitlandau.com/page/video.php#
Sigali Landau es la representante de Israel en la Bienal de Venecia de 2011.
Barbed Hula (2000) -véase la web de la artista- fue objeto de la ironía del filósofo Gregorio Luri en su blog El Café de Ocata. Este obra, sin embargo, adquiere pleno sentido (y articula la visión del mirón con la del espectador "desinteresado" de una obra de arte, construyendo una imagen en la que la carne y la cárcel, el trazo y las púas, el círculo y el encierro, el juego y la tortura, la liberación y la mutilación son indisociables), en el marco de su quehacer que juega con los conceptos de belleza y de horror, y se ubica en la frontera entre dos mundos y dos categorías.
lunes, 5 de septiembre de 2011
LA ÚLTIMA CASA EN MESOPOTAMIA
Quizá la visión que los egipcios tenían del más allá no fuera tan luminosa como la que expresaban (o hemos querido interpretar), pero lo cierto es que poco tenía que ver con la imagen que los sumerios (y los mesopotámicos, en general) se hacían del mundo de los muertos.
El infierno sumerio parece un infierno medieval (lo que no es casual ya que tanto debe al imaginario funerario del Próximo Oriente Antiguo): gusanos, larvas, espectros, toda la gama de los causantes de horrores y pesadillas se conjugan en el universo de las tinieblas.
Los muertos desencarnados “viven” una “vida” aletargada entre sombras. Quien penetra en el infra-mundo no regresa; se va despojando de todas sus ataduras terrenales hasta convertirse en un espectro torturado. Los mismos dioses celestiales que se atrevieron a franquear el umbral del infierno perdieron todos sus poderes y atributos. Seres monstruosos acechan a los difuntos.
Frente a la riqueza de las tumbas nobles y reales egipcias, las sumerias solo contienen un pobre ajuar funerario, como si ya se anticipara la misérrima “vida” que aguarda al difunto. La humedad reinante y el nivel freático tan alto contribuían a la imagen deprimente del más allá: todo se pudría.
Por eso, sorprendieron las riquezas de las llamadas tumbas reales. En 1927, tras cinco años de excavaciones (que se prolongarían hasta 1934), el arqueólogo inglés Woolley (junto con Mallowan, segundo esposo de Ágata Christie), halló, casi al mismo tiempo que el egiptólogo Carter descubría la riquísima tumba de Tutankhamon en Egipto, dieciséis tumbas (de un cementerio que contenía unas dos mil modestas sepulturas), cerca del zigurat de la ciudad de Ur. Datadas del 2500 aC, contenían un gran número de cámaras funerarias subterráneas, en varios niveles, bien construidas, con bóvedas, en el que fueron enterrados reyes y reinas (no siempre conocidos), junto con un notable ajuar funerario: joyas y vasijas de oro y plata, instrumentos musicales –arpas, decoradas con cabezas de toro, símbolo de Utu, el dios-sol, a fin que ilumine y guía a los difuntos en las tinieblas circundantes-, vasijas de piedras duras. Los acompañaban un gran número de personas ejecutadas, familiares, guardias y servidumbre, sin duda, para acompañar y velar el tránsito de los difuntos. Es el único caso de sacrificio humano hallado en Sumer.
Hoy se piensa que todas esas riquezas no habían sido depositadas para hacer la “vida” en el más allá más placentera, ni para prolongar el esplendor de la corte, sino que servían para que los difuntos comprasen la benevolencia de los poderes infernales, lo que expresaría el terror ante lo que esperaba a quienes partían.
Las riquezas se repartieron entre los museos de Bagdad (Museo Nacional, creado para acoger precisamente los tesoros de Ur), Filadelfia (UPennMuseum) y Londres (Museo Británico) de manera más o menos equitativa.
EL MUNDO DE LOS MUERTOS EN LOS TEXTOS
Enkidu, el escudero de Gilgameš, tiene un presagio: se ve arrastrado al mundo de los muertos, como así aconteció al poco tiempo. Enkidu vio como la muerte
“llevándome preso, me metió en la Mansión de las Tinieblas, en la residencia de la Ir-kalla (la Ciudad Grande, la Ciudad de los mil muertos),
La mansión de la que quien entra ya no sale,
Un viaje cuya ida no tiene vuelta,
La mansión cuyos habitantes carecen de luz,
Donde el polvo es su alimento y su comida, el barro.
Van vestidos, como un pájaro, con ropajes de plumas,
Y no ven luz alguna, viviendo entre tinieblas”
(Epopeya de Gilgamesh, rey de Uruk, VII, 185-191, ed. y trad. de Joaquín Sanmartín, Trotta, y Ediciones de la Abadía de Montserrat, Madrid y Barcelona, 2005, p. 212)
Apareciéndose ante Gilgamesh, que inquiría acerca de lo que acontecía en la Gran Ciudad (en Inframundo, el espectro de su amigo Enkidu confesaba:
“(mi cuerpo), como un vestido viejo se lo comen las larvas; mi cuerpo que acariciabas y te alegraba el corazón,
como una grieta del suelo está lleno de tierra”.
(Ibid, XII: 97-98)
Labels:
Arte antiguo,
El sueño de una sombra
sábado, 3 de septiembre de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)