viernes, 5 de octubre de 2012

Doris Salcedo (1958), y lo doméstico










Doris Salcedo es una artista colombiana. Ha vivido inmersa en la violencia de los secuestros. Las casas se han vaciado de sus usuarios, convertidos en desaparecidos. Solo quedan los muebles, inútiles ya, porque nadie los volverá a usar. Todo lo que los cofres, los armarios, los baúles encierran -ropa, ajuares, objetos personales, bienes familiares transmitidos de generación en generación-, a menos que hayan sido destruidos, tampoco tendrá un uso. Se han convertido, como los residentes, en entes inútiles, o muertos. Los armarios atesoran el pasado y el presente de los humanos. Preservan la ropa diaria y las festiva. Todo lo que protege, y singulariza al ser humano, está recogido en estas cuatro paredes de madera. Un armario tiene algo de sagrario.La ropa de los domingos forma parte de un ceremonial. Convierte al que la lleva en un ser digno de participar en un misterio. Por eso su desaparición -quemada, rajada, tirada- simboliza la desaparición de quien la llevaba.
El Institute for Contemporary Art (ICA), de Boston (EEUU), expone, en una sala vacía, muebles cotidianos, envejecidos, que han vivido la desaparición de sus dueños. Quedan sin sentido, vacío, y, al mismo tiempo, cerrados, incapaces de albergar nada más.
La modesta silla de comedor se dispone contra la pared. sobre ella se asienta una losa de hormigón, cuyas armaduras metálicas, a modo de púas, sobresalen amenazadoramente. Nadie podrá sentarse de nueva en la silla. Porta algo así como el peso de la culpa por no haber ofrecido un asiento perdurable. Su posición, contra la pared, actúa a modo de castigo.
El armario, un viejo armario algo hinchado, sin ningún rasgo particular, también está ahogado por una masa de hormigón. Ésta lo llena, mas el mueble está vacío, como lo está la casa. Por eso, el armario se llena, se ahoga con bloques de hormigón, los mismos que se colgaban a los pies de los presos antes de tirarlos al mar. El hormigón aprisionada a una silla encerrada en el armario. Ya nada queda de la casa. Las últimas pertenencias han sido agrupadas, y el armario ya solo sirve para recoger los restos de un crimen. Luego es sellado para siempre.
Y, sin embargo, la madera parece sobresalir de la dura masa gris, como si quisiera, y lograra, casi, salir a flote, alzar la cabeza. Hasta queda una última bocanada de aire en el poco que encierra el dosel curvo de la silla aprisionada en el hormigón.
Pero los muebles, como las personas, no están solos. Un corro de sillas trata de mantener la esperanza de vida. Las sillas están mutiladas, apiladas: pero es aún posible sentarse, mal, dolorosamente, en ellas. Tan juntas se agrupan, que algunas se funden las unas con las otras, y se hieren, chocando y quebrándose. Pero ninguna silla se aísla. Forman un bloque, malherido y destartalado, pero aún junto.

En la pared de la estancia se abren unos nichos. Están cubiertos por una piel tendida y zurcida al muro. Se trata de piel translúcida, que deja entrever lo que los nichos encierran: un par de zapatos. Sin duda, los últimos enseres que quedaron de un ser vivo asesinado. La piel cosida evoca profundas heridas, los zapatos, la ausencia definitiva, y los nichos lo que los nichos siempre evocan.
La evocación de los seres vivos se realiza mediante lo que llevaron o poseyeron, ropa, enseres. La ropa, los zapatos, sobre todo, conservan la huella de un cuerpo o una parte de él. Sabemos -los zapatos están gastados- que fueron utilizados, que soportaron una vida. Ahora se exponen como unas reliquias, el testimonio de una desaparición. Los zapatos son siempre lo último que queda de una persona muerta o ejecutada. Hubiera podido huir, refugiarse en otro sitio -portaba zapatos-. Tenía posiblemente ilusiones -los zapatos son "de fiesta", zapatos de tacón. Mas nada de eso sirvió. Un zapato usado y vacío, que ha estado en íntimo contacto con un ser que ya no podrá llevarlos, imponen respeto; quizá temor. Aún se intuye la forma del pie, la manera de andar, de estar de una persona en el mundo; cómo se portaba, se asentaba.
Ya no podrá ahora asentarse. Las sillas se han convertido en máquinas de tortura, y los zapatos, como las montañas de calzado de los campos de concentración, certifican que nadie podrá marchar con vida de este lugar.
La obra de Doris Salcedo constituye una de las más estremecedoras -por lo callada, casi invisible, y por su extraña belleza queda- evocaciones de lo que el arte es capaz: la pervivencia, la inútil, aunque necesaria, ineludible, pervivencia de lo que, de los que están condenados. Nunca la violencia, y el daño físico y moral que causa, ha sido tan sutil, alusiva -aunque claramente- señalada.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Julee Holcombe (1972): Babel, y otros sueños (o pesadillas)










Babel Revisited, 2004 / Babel ar Night, 2007 / The Architect´s Dream, 2006 / Suburbios de la Ciudad de Méjico, 2008 / Metrópolis, 2010

Sobre esta artista fotógrafa norteamericana (cuyo mejor trabajo, menos cargado alegóricamente, tiene que ver con el imaginario arquitectónico contemporáneo), véanse:

http://www.connersmith.us.com/artists/julee-holcombe/?view=bio

http://juleeholcombe.com/home.html

Bagdad en Boston: inauguración de la muestra sobre arquitectura moderna internacional en Bagdad en los años cincuenta, en la Boston Society of Architects


































Boston, 21 horas.
Hace media hora que se ha clausurado, en la Boston Society of Architects, la presentación de la muestra City of Mirages. Baghdad, from Wright to Venturi, inicialmente inaugurada en el Colegio de Arquitectos de Cataluña de Barcelona, en 2008.
Cena, champán francés y vino tinto argentino, y un dj de música electrónica.
Numerosa comunidad árabe (libanesa e iraquí), junto con una delegación iraquí, recién aterrizada de Bagdad, invitada por el gobierno norteamericano.
La Secretaria de Estado, de Washington, podría acoger, a continuación, la muestra.

De nuevo, la comunidad iraquí se ha volcado.
Otra pregunta que se plantea nuevamente: ¿cómo es percibida, y recibida esta muestra en lo Estados Unidos?
Y una angustiosa duda: ¿qué se puede hacer para salvar de la picota la antigua embajada nortemaricana, de José Luis Sert, hoy una caserna iraquí, en pésimo estado tras bombas en 2004, y el absoluto abandono? Ya no se sabe si el punto crítico tras el cual ya no se puede emprender restauración alguna -si hubiera voluntad política, y fondos, iraquíes y, en parte, norteamericanos- si no ha sido alcanzado.

http://www.facebook.com/BSAAIA/photos_stream?ref=ts

http://bsaspace.org/exhibits/city-of-mirages-baghdad-1952-1982/

http://www.facebook.com/events/246990952089911/

http://editoratlarge.com/articles/2629/boston-exhibit-explores-middle-eastern-architecture?page=2


Casas del alma egipcias, o maquetas de arquitectura egipcias (Museo de Bellas Artes de Boston)






Fotos: Tocho, octubre de 2012

Las llamadas "casas del ama" egipcias, de finales del Imperio Antigua (finales del tercer milenio) son unas modestas ofrendas de barro, de tamaño diverso, compuestas por una bandeja, sobre la que se depositaban alimentos, o se reproducían alimentos en barro, que soportaban una pequeña edificación, supuestamente la imagen o el doble de la morada del difunto. Este objeto popular se depositaba en la arena justo encima de la tumba o el enterramiento. Un conducto unía este objeto con el difunto, a través del cual descendían las libaciones vertidas sobre la bandeja.
Estos dobles de las casas eran, a la vez, casas verdaderas pero diminutas, pues el alma (el ba) del difunto se recogía en ellas cuando no moraba en la propia tumba.
Las tres "maquetas" del Museo de Bellas Artes de Boston son piezas destacables. La más grande tiene una base de unos 50x40 cm. Provienen, junto con todas las que se conocen, dispersadas por el mundo, de un hallazgo del arqueólogo Petrie a principios del siglo XX:
Estas piezas suelen permanecer en las reservas de los museos pues se les presta escasa atención, mas son esenciales pues ofrecen una imagen única de las viviendas populares del Egipto antigua, ninguna de las cuáles se ha conservado.

martes, 2 de octubre de 2012

Desaparecidos: Mall of America (2002)



They say it's murder on your folk career
To make a rock record with the disappeared
We'll let the police helicopters
Pull stereos out of the lake
There's not an image that I must defend
There are no art forms now, just capitalism
So send the national guard
To the Mall of America
And they can dress dead bodies up in tight designer jeans
Diesel, Prada, it looks good
It looks good
It looks good
It looks good
Oh, it does

I'm gonna lie down with a common sound
I'm gonna bury my blues, so it's never found
I'm gonna learn to pay attention
To the television sets
And if my sadness needs a catalyst
I'll just uncover my eyes, so much stimulus
And at the shopping epicenter
I have an agoraphobic fit
So buy a fountain soda, put some sugar on my tongue
I'll wake up, write some songs with no soul
With no soul
With no sou

Desaparecidos han reaparecido en 2012


¿Acaso pensaran en la costa española cuando publicaron el álbum?

Peter (1923-2003) y Alison Smithson (1928-1993), y Súmer (Mesopotamia)




Imágenes del panel de Peter y Alison Smithson en el congreso del CIAM IX, en Aix-en-Provence, de 1953.

A principios de los años sesenta, la relación entre la pareja de arquitectos británicos Peter y Alison Smithson, e Iraq -y, particularmente, con Mesopotamia-, era conocida, toda vez que la compañía de aviación iraquí, que por el aquel entonces pertenecía al rey Faisal II, les escargó el proyecto de su sede en Londres, cuya decoración completaron con reproducciones de grandes relieves mesopotámicos (asirios).

Sin embargo, ya en 1953, en el gran congreso de arquitectos, CIAM 9, que tuvo lugar en Aix-en-Provence (Francia), y en el que una nueva generación de arquitectos, que había sufrido la inhumanidad del urbanismo y la arquitectura racionalistas de entre-guerras, sin que su pureza e higienismo, que tenían que renovar al ser humano, hubiera podido detener la barbarie, se levantó contra la "vieja guardia" de Le Corbusier y Sert a fin de defender una nueva manera de proyectar, construir y vivir, que no implicara la desmembración de las tareas humanas (comer, dormir, trabajar, etc.), sino que atendiera a sus complejas relaciones. Entre la nueva generación de arquitectos destacaron de inmediato la pareja de jóvenes británicos Peter y Alison Smithson.
En un panel, muy celebrado, que forma hoy parte de la colección del Centre George Pompidou de París, presentaron un "mapa" de la nueva vida urbana, que ya no seguía por sendas nítidamente diferenciadas. La trama de la nueva ciudad -que se tenía que reconstruir o fundar tras las devastaciones de la segunda guerra mundial- seguía la incierta senda de unos niños jugando (tal como mostraron en el panel izquierdo). Eran sus pasos, sin rumbo fijo, marcados por la emoción, el juego, el azar y una imperiosa necesidad de salir adelante, los que trazaban líneas imaginarias que serían recogidas por los arquitectos y urbanistas a fin que la trama urbana respetara y respondiera a las pulsiones de la vida. La calle no era un conducto vacío, que el ser humano se veía forzado a tomar sino que, como en la ciudades antiguas, serían las idas y venidas de los humanos, en su deambular cotidiano, o con motivo de procesiones, las que dibujarían la planta de la ciudad. Ésta se adaptaría a los movimientos del habitante. Movimientos que respondiesen a los impulsos, contradictorios a veces, pero siempre vitales, y necesarios pues, ya que eran consecuencia de la vida que latía, empujaba y refluía.
El modelo o paradigma de esta nueva traza urbana estaba bien señalado por "los" Smithson: era la trama de la ciudad mesopotámica de Ur. Una trama que recuerda la organización en apariencia caprichosa de las medinas -y de las ciudades medievales- pero que respeta antiguas parcelaciones, fruto, precisamente de los movimientos humanos, animales y naturales: el curso de las aguas, los pasos de los rebaños, salvajes o domesticados, el ritmo hipnótico de las procesiones -que no responden sino a la necesidad de ir más allá de los límites de la vida y la ciudad, movidos por un anhelo de trascendencia que se manifiesta en pasos cercanos a la danza, al juego rítmico.
Así, la trama de la ciudad de Ur bien podría haber estado en la regeneración del urbanismo europeo que, por un momento, pudo haber estado marcado por necesidades vitales y no solo económicas.
Ur, en el origen del urbanismo moderno -que nunca llegó a fraguar- Otra de las aportaciones de Súmer a la edificación de la vida.