domingo, 21 de octubre de 2012
Lo que cuesta el arte
El impuesto del IVA, en España, en las entradas para un partido de fútbol es del 10%. El que se aplica a las entradas para conciertos, obras de teatro, danza y circo, cine, exposiciones, 23%.
Es perfecto. Todos contentos: los amantes del fútbol, que pagan calderilla, y quienes creen, descreídos, los astros del balón no son artistas, ni que dar patadas a un balón o a la espinilla del rival, una obra de arte performativa. ¿La prueba? El impuesto es distinto,. Muy distinto. El arte sí cuesta.
Spain sigue siendo very different.
(A Arcadio de Bobes y Jordi Abadal)
sábado, 20 de octubre de 2012
UTTU, LA DIOSA-ARAÑA ARQUITECTA EN MESOPOTAMIA
Érase una diosa, llamada Uttu, hija del dios de la arquitectura, Enki, y una de sus esposas, diosa de las montañas altas como los más enhiestos zigurats, Ninhursag.
En el tiempo de los dioses, las hijas se convertían en esposas de sus padres. Así es que Enki sedujo a su hija Uttu y se unió a ella, pese a las advertencias de Ninhursag. La abandonó de inmediato.
Ninhursag logró que Uttu abortara.
Pero Enki, como un ogro, devoró a sus hijos no natos. Como todos los recién nacidos, en algunas creencias europeas, los hijos de Uttu estaban relacionado con las plantas: no nacieron bajo una col, sino que eran toda clase de plantas. Los hijos que la diosa tuvo eran la prueba que Uttu era una diosa de la vegetación, hija de Ninhursag, la diosa de las montañas, una diosa de la naturaleza, una diosa-madre.
Fue entonces cuando fue presa de terribles dolores. Todas las partes del cuerpo le hacían daño. Irónica, Ninhursag iba preguntando a su esposo dónde le dolía. Y aplicaba un remedio.
El costado era la parte más dolorida. Ninhursag, solícita, lo sanó. Le sacó una costilla, convertida en una diosa tan bella como Uttu. Aquélla se llamaba Ninti: la Señora de Ti.
Ti, en sumerio, significaba Costilla. Y también Vida. Ninti era la Vida personificada, la Señora que aportaba la vida. Era también, literalmente, la costilla de Enki.
En el Génesis, Eva, que significa Vida, nació de una costilla de Adán. Luego, unida a Yavhé, tuvo a un hijo: Caín (el primer arquitecto, según el Antiguo Testamento).
Cuando Enki vio que Uttu daba a luz a la Vida (a Ninti), le confió todas las actividades femeninas con las que el hogar, entregado también a los cuidados de Uttu, se mantenía.
En los inicios, Uttu velaba por las plantas que alimentaban a los humanos. luego, se cuidó del espacio en el que se refugiaban.
Uttu era hacendosa. Trabaja tan prestamente que parecía, cuando se ufanaba, tener múltiples brazos que llegaban a todos los sitios.
Uttu era una araña. En sumerio, su nombre, uttu, designaba el travesaño de madera con el que se tendía la urdimbre del telar. Su persona, y su nombre (su nombre la convertía necesariamente en una tejedora tan eficaz que rivalizaba con las más veloz de las arañas), la destinaba a ser la diosa de los telares. Como Aracne, en Grecia, Uttu era la tejedora más rápida y precisa.
Tejía ropa. Ropa que entregaba a los humanos.
Éstos, hasta entonces desnudos como los salvajes, se hicieron humanos gracias a la ropa que Uttu les preparaba y al espacio doméstico que les cuidaba. La ropa, en Mesopotamia, no era un signo de caída, como en la Biblia -los hombres no se cubrían porque sentían vergüenza, sino porque, bien vestidos, se apartaban del mundo animal (en el que se ubicaban los salvajes).
Enki inventó las técnicas edilicias. Pero fue su hija Uttu la que creó la noción de espacio doméstico: el espacio propiamente humano, facilitando así el tejido social. La ropa de Uttu que los humanos llevaban eran un signo que vivían en comunidad, y que distinguían entre el espacio exterior y el interior o íntimo. La ropa era el signo que se preocupaban por los demás: se vestían, se adecentaban para entrar en contacto con los demás.
En gran parte, somos humanos gracias a Uttu.
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En el tiempo de los dioses, las hijas se convertían en esposas de sus padres. Así es que Enki sedujo a su hija Uttu y se unió a ella, pese a las advertencias de Ninhursag. La abandonó de inmediato.
Ninhursag logró que Uttu abortara.
Pero Enki, como un ogro, devoró a sus hijos no natos. Como todos los recién nacidos, en algunas creencias europeas, los hijos de Uttu estaban relacionado con las plantas: no nacieron bajo una col, sino que eran toda clase de plantas. Los hijos que la diosa tuvo eran la prueba que Uttu era una diosa de la vegetación, hija de Ninhursag, la diosa de las montañas, una diosa de la naturaleza, una diosa-madre.
Fue entonces cuando fue presa de terribles dolores. Todas las partes del cuerpo le hacían daño. Irónica, Ninhursag iba preguntando a su esposo dónde le dolía. Y aplicaba un remedio.
El costado era la parte más dolorida. Ninhursag, solícita, lo sanó. Le sacó una costilla, convertida en una diosa tan bella como Uttu. Aquélla se llamaba Ninti: la Señora de Ti.
Ti, en sumerio, significaba Costilla. Y también Vida. Ninti era la Vida personificada, la Señora que aportaba la vida. Era también, literalmente, la costilla de Enki.
En el Génesis, Eva, que significa Vida, nació de una costilla de Adán. Luego, unida a Yavhé, tuvo a un hijo: Caín (el primer arquitecto, según el Antiguo Testamento).
Cuando Enki vio que Uttu daba a luz a la Vida (a Ninti), le confió todas las actividades femeninas con las que el hogar, entregado también a los cuidados de Uttu, se mantenía.
En los inicios, Uttu velaba por las plantas que alimentaban a los humanos. luego, se cuidó del espacio en el que se refugiaban.
Uttu era hacendosa. Trabaja tan prestamente que parecía, cuando se ufanaba, tener múltiples brazos que llegaban a todos los sitios.
Uttu era una araña. En sumerio, su nombre, uttu, designaba el travesaño de madera con el que se tendía la urdimbre del telar. Su persona, y su nombre (su nombre la convertía necesariamente en una tejedora tan eficaz que rivalizaba con las más veloz de las arañas), la destinaba a ser la diosa de los telares. Como Aracne, en Grecia, Uttu era la tejedora más rápida y precisa.
Tejía ropa. Ropa que entregaba a los humanos.
Éstos, hasta entonces desnudos como los salvajes, se hicieron humanos gracias a la ropa que Uttu les preparaba y al espacio doméstico que les cuidaba. La ropa, en Mesopotamia, no era un signo de caída, como en la Biblia -los hombres no se cubrían porque sentían vergüenza, sino porque, bien vestidos, se apartaban del mundo animal (en el que se ubicaban los salvajes).
Enki inventó las técnicas edilicias. Pero fue su hija Uttu la que creó la noción de espacio doméstico: el espacio propiamente humano, facilitando así el tejido social. La ropa de Uttu que los humanos llevaban eran un signo que vivían en comunidad, y que distinguían entre el espacio exterior y el interior o íntimo. La ropa era el signo que se preocupaban por los demás: se vestían, se adecentaban para entrar en contacto con los demás.
En gran parte, somos humanos gracias a Uttu.
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(Nota sobre) El concepto de belleza en Roma
(Segunda parte de la versión de un texto sobre el concepto de belleza en el mundo clásico para un catálogo del Museo de Arqueología de Cataluña en Barcelona)
La belleza se equiparaba al embellecimiento en la cultura helenística, sobre todo en Roma. De pronto, la belleza dejó de ser una cualidad ideal, casi sobrenatural -la belleza del rostro de la divinidad, en quien residían las ideas de todas las formas- para convertirse en una cualidad menor, material, a veces menospreciada. Si bien, al igual que en Grecia, la concepción romana de la belleza no era monolítica, la estética romana destacó por considerar que la belleza era una cualidad de las formas decorosas o pulcras. Así, mientras que la arquitectura y la estatuaria griega se labraron en piedra o en mármol, los romanos imperiales no dudaron en recubrir estructuras de ladrillos con enlucidos que simulaban las vetas marmóreas, o con simples aplacados que simulaban gruesos aparejos de piedra. La belleza perdió su carácter divino, o, mejor dicho, Cicerón, por ejemplo, aceptó que, al lado de la belleza inmaterial, una nueva belleza, material y transitoria, fuera aceptada –o aceptable. La belleza se asoció a la apariencia. Cuidar de ésta, mediante afeites, pigmentos y pinturas, no faltaba al decoro, ni constituía un acto inmoral. Esta belleza empalidecía ante la “verdadera” belleza, inalcanzable a veces, pero facilitaba la vida. Por otra parte, si la belleza material, en tanto que mejoraba el aspecto de las cosas, facilitaba las relaciones y, por tanto, no estaba exenta de moralidad (ayudaba a las buenas costumbres, a las maneras adecuadas), constituyó una de las primeras aproximaciones a una belleza entendida como una cualidad propia de la superficie, los acabados de las cosas y las personas y, por tanto, una belleza
La belleza se equiparaba al embellecimiento en la cultura helenística, sobre todo en Roma. De pronto, la belleza dejó de ser una cualidad ideal, casi sobrenatural -la belleza del rostro de la divinidad, en quien residían las ideas de todas las formas- para convertirse en una cualidad menor, material, a veces menospreciada. Si bien, al igual que en Grecia, la concepción romana de la belleza no era monolítica, la estética romana destacó por considerar que la belleza era una cualidad de las formas decorosas o pulcras. Así, mientras que la arquitectura y la estatuaria griega se labraron en piedra o en mármol, los romanos imperiales no dudaron en recubrir estructuras de ladrillos con enlucidos que simulaban las vetas marmóreas, o con simples aplacados que simulaban gruesos aparejos de piedra. La belleza perdió su carácter divino, o, mejor dicho, Cicerón, por ejemplo, aceptó que, al lado de la belleza inmaterial, una nueva belleza, material y transitoria, fuera aceptada –o aceptable. La belleza se asoció a la apariencia. Cuidar de ésta, mediante afeites, pigmentos y pinturas, no faltaba al decoro, ni constituía un acto inmoral. Esta belleza empalidecía ante la “verdadera” belleza, inalcanzable a veces, pero facilitaba la vida. Por otra parte, si la belleza material, en tanto que mejoraba el aspecto de las cosas, facilitaba las relaciones y, por tanto, no estaba exenta de moralidad (ayudaba a las buenas costumbres, a las maneras adecuadas), constituyó una de las primeras aproximaciones a una belleza entendida como una cualidad propia de la superficie, los acabados de las cosas y las personas y, por tanto, una belleza
Curso sobre mitología mesopotámica (sumeria), en Caixaforum (Barcelona) (diciembre de 2012)
Obra incluida en la exposición
La visión del
mundo mesopotámica, que los mitos, los himnos y las epopeyas desvelan, quizá
sea menos conocida que las de Grecia o la bíblica . Sin embargo, está en el
origen de una gran parte de aquéllas. El seminario comentará algunas de las
explicaciones acerca del origen del mundo y del hombre, y de la relación de
éste con los mundos visible e invisible, dioses héroes y ancestros, que los habitantes
de las marismas, en el delta del Tigris y el Éufrates, forjaron.
Lunes 3 de diciembre a las 11:40 h.
EL PANTEÓN MESOPOTÁMICO:
DE NAMMU, LA DIOSA DE LAS
AGUAS PRIMORDIALES, A AN, EL DIOS DEL CIELO.
Un recorrido
por las principales divinidades mesopotámicas, o familias de dioses, sus
atributos, funciones y dominios, y sus relaciones con divinidades parecidas en
otras culturas orientales y occidentales.
Miércoles 5 de diciembre a las 11:40 h.
MITOS COSMOGÓNICOS: EL
COSMOS, HIJO DE LAS AGUAS O DEL CIELO.
Narración de
algunos de los principales mitos que cuentan el nacimiento del universo a
partir de unas divinidades primordiales, y de cómo se organizó el cosmos.
Lunes 10 de diciembre a las 11:40 h.
LOS
MITOS DE LA
CREACIÓN DEL HOMBRE.
El ser humano
fue creado tardíamente. ¿Era necesario? ¡Qué papel cumplía en el buen
funcionamiento del universo? ¿Qué imagen,
positiva o negativa, se tenía del hombre?
Miércoles 12 de diciembre a las 11:40 h.
EL HOMBRE Y EL MUNDO: MITOS SOBRE EL
ORIGEN DE LAS ARTES.
Las artes son
medios o maneras que el ser humano inventó y dispone para hacerse con el mundo,
para adaptarlo a sus necesidades y, al mismo tiempo, adaptarse a él.
Estos
procedimientos no fueron una invención humana, se decía, sino un don divino. ¿A
qué divinidades atribuían el descubrimiento de las artes y por qué? ¿Cómo
tenían que aplicarse?
Sesiones a cargo
de: Pedro Azara, comisario y co-diseñador de la exposición, profesor titular de estética en la Escuela Técnica
Superior de Arquitectura de Barcelona ETSAB (Universitat
Politècnica de Catalunya, UPC)
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