sábado, 31 de enero de 2015

Salud, cuerpo y ciudad en la Grecia antigua






Platón equiparó la estructura y la función de la ciudad con la del alma: organismo organizados en tres niveles o clases, bien regidos, que perseguían la buena vida del ciudadano, es decir la vida en pos del bien, alejada de enemigos y males. Una ciudad y un alma bien organizadas redundaban en beneficio de la vida verdadera, que no acontecía en la tierra siempre que estuviera orientada hacia la vida futura más allá de la tierra.

Esta comparación no era nueva. Lo novedoso era el papel que Platón asignaba al alma y que sustituía que que tradicionalmente cumplía el cuerpo en su equiparación con la ciudad. Exaltaciones del alma ya se dieron con las sectas órficas y los pitagóricas (o neo-pitagóricas), quizá desde el siglo V aC, pero, en estos casos, la ciudad no era considerada modélica, no era un modelo con el que compararse.

En la Grecia antigua, la salud se obtenía cuando reinaban en el cuerpo y en la ciudad la isonomía: la armonía entre los humores, en el caso del cuerpo, y de los estamentos sociales, los clanes o las fratrias en la ciudad. Esta armonía o isonomía debía ser perseguida a toda costa, y se quebraba cuando aparecía la monarchia, es decir, la supremacía de un elemento en el cuerpo humano o en el cuerpo social.

Las nociones de equilibrio -más que de igualdad- eran esenciales. Los elementos debían compensarse. Se trataba de ajustes siempre vivos. Nada estaba dado de antemano, sino que el propio cuerpo debía estar vigilante  para evitar cualquier desfase o desequilibrios que acabaran por imponerse.

Por eso, se rendía culto a Higia: la diosa de la armonía, hija de Asclespio y nieta de Apolo. Higia (la higiene personificada) ayudaba a purgar o purificar, a controlar los "malos humores" y a restablecer la adecuada proporción entre elementos que debían ser solidarios sin someterse los unos a los otros.

Una maravillosa exposición dedicada a Higia -con excepcionales préstamos internacionales- en el museo de Arte Cicládico (Fundación Goulandris) en Atenas, hoy, recuerda precisamente el equilibrio entre cuerpo y alma, cuerpo y ciudad que los griegos intentaron durante siglos -sin conseguirlo, ciertamente.

Higia , cuya estatua estaba centrada en el ágora de Atenas desde donde impartía la moderación que debía imperar en cualquier comercio, de bienes, cuerpo y almas, fue también el centro de la muestra Mediterráneo en Caixaforum, en Madrid y Barcelona, el año pasado.



Nota: Para Concha Gómez y Carmen Cantarell.

martes, 27 de enero de 2015

Breve historia de la cerámica en la Grecia antigua

Los talleres y hornos cerámicos se ubicaban en la periferia  de la ciudad de Atenas. ¿El motivo? La necesidad de mantener los hornos siempre encendidos fuera del alcance de las viviendas.
Otro de los motivos era la necesidad de ubicarse cerca de los cementerios. Éstos, al igual que los talleres de los ceramistas, no podían asentarse en el centro de la ciudad.
En Atenas, el barrio Kerameikos, acogía tanto a los artesanos de la cerámica como al principal camposanto.
Las ofrendas funerarias consistían en vasijas cocidas y pintadas. Los motivos procedían, en gran parte, de la mitología. Mas éstos no se escogían en función de la "personalidad" del difunto, o de alguna creencia particular en alguna divinidad ultra terrena.
Los talleres producían en serie. Fabricaban vasijas para el consumo interno y para la exportación. Así, los etruscos gustaban particularmente de la cerámica ática. Había talleres atenienses que solo trabajaban para la Magna Grecia, en el sur de Italia -donde también estaban asentados poderosos talleres con una imaginería y unas maneras de representar propias-, y para Etruria.
La cerámica griega que conocemos es casi exclusivamente funerario. Ha sido hallada en tumbas. Podía haber estado utilizada en un banquete funeraria antes de ser depositada en la tumba.
Estas vasijas no eran las que se usaban en la vida diaria. Las clases populares empleaban vasijas sin ornamentación, y los aristócratas, vasos de oro, plata y bronce.
La cerámica griega es una imitación de la vajilla que la aristocracia empleaba en vida. Comprendía copas, vasos y jarras de terracota, pintada o no, más económicos.
La economía no respondía solo o tanto a la consideración que los muertos no requerían costosas vajillas.
Los muertos y las vasijas de barro sufrían un mismo proceso. La inmersión en el muerto. Gracias al fuego, la tierra se volvía piedra. Se moría. dejaba de ser blanda, de amoldarse a las circunstancia, de doblarse, sin quebrarse, para convertirse en una materia seca, inerte y quebradiza. La cocción eliminaba el agua que el barro contenía. Éste estaba en el origen de la vida. Las primeras formas, los primeros entes fueron engendrados por una diosa madre, ligada a las aguas y al limo, o modelados por dioses creadores. Secadas, petrificadas, eran objetos inertes: aptos para acompañar a los muertos, o acoger sus cenizas.
Las cerámicas eran frágiles como los cuerpos incinerados. En ocasiones, vasijas y cuerpos habían pasado por la misma prueba del fuego en una pira. Vasijas de oro podían alumbrar a los muertos en su tránsito hacia el inframundo, y acompañarlos para siempre, mas la luz podía molestar a las potencias infernales. Las cerámicas, por el contrario, eran una metáfora perfecta de la condición del difunto: un ente entero para siempre, pero ajeno a las metamorfosis de la vida.

lunes, 26 de enero de 2015

DEMIS ROUSSOS (1946-2015) -APHRODITE´S CHILD): BABYLON (1972)



Este blog acabará con una necrológica diaria
En Atenas. Y muere Demis Roussos quien encantó -o aterró- los oídos de toda una generación.

Antes de su carrera en solitario, fue el cantante del exitoso grupo Aphrodite´s Child (1967-1972), donde también tocaba Vangelis -de admirado, o temido, recuerdo-.
Su último disco, un doble bíblico, de "rock progresivo" -palabra maldita-, a principios de los años setenta, contenía Babylon, como era de esperar.

Arte funerario de la Grecia antigua: una tumba arcaica curiosa






Fotos: Tocho, Atenas, enero de 2015

Un gran conducto de agua de terracota, de unos cuarenta y cinco centímetros de diámetro y unos noventa centímetros de largo, perteneciente al acueducto que el tirano Pisístrato mandó construir para alimental en agua la ciudad de Atenas en el siglo VI aC, está desde hace poco expuesto en el Museo Nacional de Atenas. Se trata de una pieza inédita.
Este conducto fue utilizado un siglo más tarde, como sarcófago. El difunto fue enterrado con un completo ajuar funerario compuesto por diversas cerámicas de fondo negro.

Lo más seguro es que esta utilización se debiera a razones prácticas, aunque no se descarta un componente mistérico. El conducto que alimentada en agua limpia la ciudad de Atenas, llevaría el agua del renacimiento -o del olvido de la vida terrenal-. El conducto, abierto por ambos extremos trazaría un viático, una imagen del tránsito seguro entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

Una hermosa y poética pieza que se mostrará en la exposición Casas de barro. Cerámica y arquitectura, en el Museo de Diseño de Barcelona, entre el 1 de septiembre de 2016 y el 30 de enero de 2017.

domingo, 25 de enero de 2015

Atenas, 25 de enero de 2015








 Plaza de Syntagma, 20.35 h










Plaza de la Universidad, 23h



Plaza de Syntagma, 23.30 h

Fotos: Tocho, Atenas, 25 de enero de 2015


Por casualidad, viaje de trabajo a Atenas hoy domingo, 25 de enero de 2015.
Amenaza de tormento. Nubes de plomo y rayos a lo lejos.
La ciudad "tomada" por periodistas y cámaras armados de teleobjetivos y colgantes identificatorios, recorriendo nerviosos la ciudad, mirando el reloj, buscando algún acontecimiento en el centro.
Un par de camionetas de antidisturbios, comprando pistachos.
Familias paseando por los alrededores del acrópolis, bares y restaurantes en el barrio de Plaka llenos a las cinco y media de la tarde, y personas solas aprestándose a instalarse para pasar la noche durmiendo en la calle en las cercanías de la plaza Omonia

20.35. plaza Syntagma, centro de la ciudad. Una caseta de Nueva Democracia, y una pantalla gigante que difunde los primeros sondeos a todo volumen. Unos cincuenta periodistas, entrevistadoras y cámaras, en todos los rincones. Unas veinte o treinta personas miran distraídamente la pantalla. Al pie de las escaleras que llevan al parlamento, una entrevistadora se entrevista a sí misma. Varios "skaters" ocupan la parte alta de la plaza justo detrás de la presentadora presentada.

23 horas. Plaza de la Universidad. En una pequeña plaza aneja, un escenario casi vacío con altavoces que se oyen a centenares de metros a la redonda lanzan La Internacional y Bandera Roja.
Un segundo escenario en un extremo de la plaza de la universidad frente a los templos neo-clásicos de la biblioteca universitaria. Decenas de paradas con pinchos a la brasa. Cámaras subidos a altos taburetes. Unas pocas miles de personas que ocupan la mitad de la plaza.  Algunas banderas rojas.  Anuncian que a medianoche hablará Alexis Tsipras, ganador de las elecciones.
La avenida que conecta la plaza Syntagma con la plaza de la Universidad cortada al tráfico rodado por coches de policía. Nadie camina.

La pantalla de la plaza Syntagma sigue emitiendo para nadie.
En algún bar, unos pocos comensales miran una pantalla plana instalada en la calle. No hace fío.
Una sola pareja, entrada en años, camina con una bandera de Syriza.

Mientras, la realidad virtual de Facebook y periódicos digitales anuncian a veces  que Atenas en un clamor de alegría.
Deben de existir realidades paralelas.
Por las calles cercanas a la plaza Monasteri, decenas de personas pasarán la noche en bancos o en escalones, seguramente como cada noche.

EDGAR FROESE (1944-2014): METRÓPOLIS (1978)










Ha fallecido Edgar Froese.

El músico actuó en España y ante Salvador Dali en los años sesenta, lo que, según el músico le cambió la manera de crear -la influencia de Dalí en Froese recuerda la de Warhol en Lou Reed, lo que acerca nuevamente Dalí y Warhol.

Fundó el grupo de música electrónica Tangerine Dream, que juntó con Can y Faust, encabezaba lo que se denominaba Rock alemán -en el que "lo alemán" dominaba al lado "rockero"- en los años setenta.




viernes, 23 de enero de 2015

ABRAHAM CRUZVILLEGAS (1968): AUTOCONSTRUCCIÓN






















Pese a que las explicaciones de Cruzvillegas sobre su obra se amoldan a veces en exceso en los patrones del lenguaje del arte contemporáneo políticamente correcto -cita la obra de Aby Warburg, se refiere a "identidades", etc.- sus instalaciones, hechas con materiales hallados, y compuestas a imitación de las casas auto-construidas en los arrabales de la ciudad de México, evocan bien la fragilidad de la casa, que evoluciona, crece o se derriba, según los gustos, los cambios de humor, sociales y emocionales de los ocupantes.
La obra de Cruzvillegas no consiste necesariamente en maquetas o instalaciones que reproducen visiblemente hogares, sino que resultan de un trabajo de ensamblaje que logra componer reductos, delimitar espacios en los que uno podría recogerse, asentarse o sentarse, y que reflejar la manera como el entorno es percibido e interpretado. El espacio acotado no solo ofrece un cobijo, sino que otorga una nueva vida a materiales de derribo que vuelven a adquirir sentido y fuerzas, capaces, nuevamente de delimitar espacios acogedores o de acogida.
Abraham Cruzvillegas ha recibido el encargo de realizar una obra para el descomunal acceso al museo Tate Modern de Londres.

Texto de Abraham Cruzvillegas:

TEXTO CURATORIAL

 
techos todos chuecos
caóticos de cercas
de malla de gallinero, tiznados,
y de muebles jodidos;
bardas y letrinas
hechas con costillas
de tambos y huacales
—William Carlos Williams✶

Durante los primeros veinte años de mi vida presencié la construcción lenta de la casa donde vivía mi familia; todos participamos en ese proceso. En el contexto de una invasión masiva de emigrantes procedentes del campo, con necesidades muy precisas como la vivienda, la construcción de mi casa y de mi colonia comenzó en los años sesenta en una zona de piedra volcánica al sur de la ciudad de México que no había sido contemplada en la planeación de la ciudad, si es que hubo alguna.
Los materiales y los métodos usados fueron casi completamente improvisados y dependían de las circunstancias específicas de nuestro entorno inmediato, uno de inestabilidad social y económica generalizada. Las soluciones estaban basadas en necesidades y situaciones concretas como hacer una nueva habitación, modificar un techo, mejorar o cancelar algún espacio.
Por haber sido construida sin presupuesto y sin voluntad arquitectónica,actualmente la casa aparece caótica y casi inútil. Sin embargo, cada detalle y cada esquina tiene una razón de ser, de estar allí. La casa es un auténtico laberinto pulido por la pátina simultánea de la construcción, el uso y la destrucción.