domingo, 1 de diciembre de 2019
LADJ LY (1980): 365 JOURS À CLICHY MONTFERMEL (2007)
Documental sobre una revuelta en una "ciudad nueva" en la periferia de París en 2005 por el joven cineasta franco-maliense Ladj Ly (tenía 26 años), que vive en dicha ciudad.
viernes, 29 de noviembre de 2019
Arte ibérico o de Tartessos (en la Villa Getty, Malibú, los Ángeles)
Fotos: Tocho, noviembre de 2019
Sorprendente (existen pocas obras como ésta, o siquiera ninguna otra) escultura de bronce íbera -o tartéssica-, de gran tamaño (unos 60 cm de altura), del siglo V aC, que refleja una fuerte influencia orientalizante, seguramente a través de los fenicios -o los cartagineses-, destacada en la Villa Getty de Malibú -este gran museo de arqueología, con obras procedentes de la colección particular Getty, de los años 30 y 40, sumadas a adquisiciones más recientes, a veces por métodos de legalidad cuestionable (el museo ha tenido que devolver obras y ha tenido litigios con Turquía, Grecia e Italia), ubicado en una réplica de la villa pompeyana de los Papiros, construida en un paraje, al norte de Los Ángeles, al pie de unos acantilados boscosos, que recuerdan bien la costa del sur de Nápoles.
jueves, 28 de noviembre de 2019
JOHN BERGER (1926-2017): WAYS OF SEEING (MANERAS DE VER, 1972)
Célebre serie de cuatro programas de televisión inglesa sobre una nueva manera de ver o de interpretar las artes plástica y arquitectónica , lanzando preguntas y buscando respuestas pocas veces planteadas y esperadas en lecturas más tradicionales, convencionales o asumidas de las obras de arte (occidentales), independientemente de la época.
Esta serie decisiva -seguida de un libro de texto- influyó en la manera de obrar y de pensar (en) el arte.
miércoles, 27 de noviembre de 2019
BRUTALISMO - WILLIAM LEONARD PEREIRA (1909-1985): BIBLIOTECA GEISEL (UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA, SAN DIEGO, 1968-1971)
Fotos: Tocho, noviembre de 2019, menos la imagen de la obra de John Baldassari, Read, Write, Think, Dream, en la entrada de la biblioteca
Los aficionados al brutalismo arquitectónico seguramente deben de tener esta obra en los altares.
El simbolismo parece consustancial con el diseño de una biblioteca; así como la Gran Biblioteca Nacional (Très Grande Bibliothèque Nationale), en París, de Dominique Perrault, evoca cuatro libros abiertos (a través de cuatro torres en L, solo conectadas por una base común), la biblioteca Geisel se inspira en unas manos alzadas -unas garras de hormigón- que sostienen un libro abierto, cuyas páginas constituyen los pisos elevados.
Al igual que en el muy posterior edificio de París, el acceso a esta biblioteca es subterráneo. Se desciende por una escalera de tres tramos, dentro de la tierra, hasta la planta inferior en la que se ubican los controles de entrada. De ahí, los ascensores, en el núcleo central macizo de hormigón, sin ninguna apertura, conducen a las cinco plantas de la biblioteca. Butacas giratorias, sillones, y cabinas individuales permiten un estudio sosegado, silencioso y si se quiere aislado. Mientras, el paisaje circundante penetra a través de una ventana continua, en el espacio circular, continuo, de la biblioteca.
A Lucas D., admirador de este edificio que sobresale, ya desde lejos, a través de las ramas del tupido bosque de eucaliptos que ocupa en centro del campus universitario, por encima del resto de las construcciones.
martes, 26 de noviembre de 2019
Jonathan
Jonathan, un joven empleado, rápido,amable y atento, en Tendergreens, una reciente cadena de comida rápida californiana en uno de sus locales en el sur del estado.
Habla español -su primera lengua - e inglés. Mezcla a veces ambos idiomas.
Hijo de mexicanos.
No pudo acabar estudios de bachillerato debido al coste de varias decenas de miles de dólares. Podía optar a una beca; hubiera tenido que ir devolviendo el préstamo si hubiera ganado suficientemente.
Ha tenido que ponerse a trabajar todo el día, en turno de noche, para ayudar a sus padres.
Gana 1400 dólares al mes, en el mejor de los casos, y trabaja casi cada día. No tiene seguro médico ni jubilación. Es imposible vivir con este sueldo en la alta California.
No se queja. Da las gracias por tener trabajo, por no haber caído en las drogas: Tijuana está a pocos minutos.
Dice que quizá en el futuro esté mejor, pero que no cabe preguntarse por aquél; la preocupación por el presente es suficiente. Solo cuenta el día a día.
La vida es dura, California está fuera de su alcance. Y sin embargo no se puede quejar, sostiene. No está mal. Tiene un trabajo. Quiere mirar adelante.
Ninguna amargura. Y ninguna ilusión fantasiosa.
Habla español -su primera lengua - e inglés. Mezcla a veces ambos idiomas.
Hijo de mexicanos.
No pudo acabar estudios de bachillerato debido al coste de varias decenas de miles de dólares. Podía optar a una beca; hubiera tenido que ir devolviendo el préstamo si hubiera ganado suficientemente.
Ha tenido que ponerse a trabajar todo el día, en turno de noche, para ayudar a sus padres.
Gana 1400 dólares al mes, en el mejor de los casos, y trabaja casi cada día. No tiene seguro médico ni jubilación. Es imposible vivir con este sueldo en la alta California.
No se queja. Da las gracias por tener trabajo, por no haber caído en las drogas: Tijuana está a pocos minutos.
Dice que quizá en el futuro esté mejor, pero que no cabe preguntarse por aquél; la preocupación por el presente es suficiente. Solo cuenta el día a día.
La vida es dura, California está fuera de su alcance. Y sin embargo no se puede quejar, sostiene. No está mal. Tiene un trabajo. Quiere mirar adelante.
Ninguna amargura. Y ninguna ilusión fantasiosa.
domingo, 24 de noviembre de 2019
La cubrición de los yacimientos arqueológicos (arquitectura y arqueología)
Texto de la ponencia de quince minutos de duración leída por Tiziano Schürch en el congreso anual de la American School of Oriental Research (ASOR) el viernes pasado en San Diego (EEUU)
IN SEARCH OF
LOST SPACE:
UNDER THE PROTECTION OF RUINS
New paradigms on protective shelters in the
Middle East
Pedro
Azara & Tiziano Schürch (UPC-ETSAB, Barcelona)
This paper is a summery of the research project
for exhibition we are preparing, which deals with architectonical interventions
in archaeological sites.
Introduction
This presentation deals with an issue that
is becoming increasingly common in architecture and archaeology: how to relate
to the architecture of the past. How to build on territories which have been
built on for hundreds or thousands of years, in order to protect, to study and
to make accessible archaeological finds for scholars and tourists.
More specifically, we shall discuss the
different paradigms behind the construction of protective shelters as a very
specific kind of architectonical intervention in which the relation between
archaeology and architecture, past and present, archaeological finds and new
buildings, is particularly delicate. We shall deal with structures that beside
their conservative function enable people to visit the architectural remains
and help to interpret them. These interventions must be reversible and, if the
excavations are still taking place, they should be located in a way that they
do not interfere with the digs or the understanding of the site. Such projects
range from an always partial or temporary protection, undertaken soon after a
discovery, to large structures thought to protect and make accessible the
excavation for the next generations.
Protective shelters on archaeological
sites are a field in great expansion. Different disciplines, priorities and
sensibilities toward the past and its interaction with the present have to
interweave in order to formulate the best answer to the task. Archaeologists,
architects, artists, engineers, historians, anthropologists, etc., have to
establish a dialogue. Different approaches are possible as the great number and
the variety of examples all-over the world show. Unfortunately, despite the
large number of archaeological excavations, only very few examples can be found
in the Middle East.
The aim of this paper is to outline a
possible starting point for the development of a new paradigm on protective
shelters in the Middle East. The attempt is not to understand how they should
be built, but to understand what should be considered in their designing
process.
The very specific conditions of
archaeological sites in the Middle East (especially in Iraq and partly in
Syria), urges the need for the construction of protective shelters. Without any
conservative intervention, excavated built structures last for only a few
years. Ancient structures such as walls (mostly built with sun-dried bricks
with very few terracotta bricks) collapse due to the rain, erosion caused by
the wind and dust, and phreatic waters.
La destrucción del arte en la antigüedad
Espadas torcidas, quebradas, plegadas, oxidadas, ennegrecidas: este tipo de objeto dañado es común en los museos de arqueología.
El mal estado del objeto no es debido al paso del tiempo, una excavación errónea o una mala conservación de la pieza. Por el contrario, ésta se halla en las mismas condiciones en las que se depositó en una tumba. La espada o la lanza fue intencionadamente dañada en el momento de su entrega a la tierra junto con el difunto.
¿A qué responde este daño?
Un objeto voluntariamente mutilado, al que se le ha "matado", es un objeto inicialmente vivo, cuya vida debe ser expurgada, que debe pagar con su vida un daño causado.
Una ponencia en el congreso de la American School of Oriental Research (ASOR), ayer, en San Diego, de Josephine Verduci, de la Universidad de Melbourne ("Death an Intentional Destruction in the ancient Near East") enunció alguna explicación -a falta de textos antiguos que corroboren estas prácticas en sociedades a veces iletradas.
La aniquilación del arma obedece a una razón mágica. Se trata del arma de un enemigo. Éste ha sido neutralizado. Pero el peligro sigue presente si su espada no ha perdido su poder. Doblarla equivale a doblegar su fuerza. Un arma quebrada ya no es efectiva. Al mismo tiempo, debido a la estrecha relación entre el portador del arma y ésta, matar el alma ayuda a rematar al vencido.
Pero esta práctica no afecta solo a enemigos. También se practica con los seres queridos. Su muerte siempre es consecuencia de alguna falta contra los dioses. Éstos, vengativos, deciden sobre la muerte de un ser próximo. La causa de la falta no es conocida. Ésta no ha sido intencionada. Pero los dioses se han sentido lesionados por algún gesto, alguna falta. La muerte no afecta solo a quien fallece sino que se extiende a toda la familia. Es necesario, pues, purificarla, lavarla de cualquier residuo de falta que pudiera acarrear más muertes. Toda vez que las armas representan a los difuntos, éstas deben ser quemadas para eliminar su fuerza, su viveza e impedir que siga haciendo daño.
Hasta ahora, dichas prácticas destructivas parecen denotar un juicio negativo sobre el difunto. No siempre es así. El daño practicado sobre un arma puede traducir el daño, el dolor que se siente ante un fallecimiento. Ésta causa un daño en las familias. Al dañar el alma manifiestan simbólicamente la pena que embarga a los vivos. La mutilación del alma sustituye -y evita- la mutilación del cuerpo. Los vivos no solo gritan, lloran y se arrancan los pelos, sino que se infligen daños corporales: se practican cortes, se tallan los brazos, se mutilan. Estos daños físicos sobre el cuerpo se sustituyen por daños sobre las armas. Éstas, relacionadas con el difunto, ya no cobrarán vida. Ya no podrán consolar, proteger, acompañar a las familias. Su pérdida, causada por el destrucción intencionada, acentúa el desconsuelo de la familia que llora una doble pérdida. El daño es aún mayor.
Estas prácticas, comunes en todas las culturas, antiguas y modernas, revelan la concepción animista de los objetos que nacen y mueren, el valor que les concedemos y la importancia que tienen en nuestras vidas: nos la salvan o nos la arruinan. Son una prolongación nuestra. Nos representan, nos sustituyen. Son (como) nosotros.
El mal estado del objeto no es debido al paso del tiempo, una excavación errónea o una mala conservación de la pieza. Por el contrario, ésta se halla en las mismas condiciones en las que se depositó en una tumba. La espada o la lanza fue intencionadamente dañada en el momento de su entrega a la tierra junto con el difunto.
¿A qué responde este daño?
Un objeto voluntariamente mutilado, al que se le ha "matado", es un objeto inicialmente vivo, cuya vida debe ser expurgada, que debe pagar con su vida un daño causado.
Una ponencia en el congreso de la American School of Oriental Research (ASOR), ayer, en San Diego, de Josephine Verduci, de la Universidad de Melbourne ("Death an Intentional Destruction in the ancient Near East") enunció alguna explicación -a falta de textos antiguos que corroboren estas prácticas en sociedades a veces iletradas.
La aniquilación del arma obedece a una razón mágica. Se trata del arma de un enemigo. Éste ha sido neutralizado. Pero el peligro sigue presente si su espada no ha perdido su poder. Doblarla equivale a doblegar su fuerza. Un arma quebrada ya no es efectiva. Al mismo tiempo, debido a la estrecha relación entre el portador del arma y ésta, matar el alma ayuda a rematar al vencido.
Pero esta práctica no afecta solo a enemigos. También se practica con los seres queridos. Su muerte siempre es consecuencia de alguna falta contra los dioses. Éstos, vengativos, deciden sobre la muerte de un ser próximo. La causa de la falta no es conocida. Ésta no ha sido intencionada. Pero los dioses se han sentido lesionados por algún gesto, alguna falta. La muerte no afecta solo a quien fallece sino que se extiende a toda la familia. Es necesario, pues, purificarla, lavarla de cualquier residuo de falta que pudiera acarrear más muertes. Toda vez que las armas representan a los difuntos, éstas deben ser quemadas para eliminar su fuerza, su viveza e impedir que siga haciendo daño.
Hasta ahora, dichas prácticas destructivas parecen denotar un juicio negativo sobre el difunto. No siempre es así. El daño practicado sobre un arma puede traducir el daño, el dolor que se siente ante un fallecimiento. Ésta causa un daño en las familias. Al dañar el alma manifiestan simbólicamente la pena que embarga a los vivos. La mutilación del alma sustituye -y evita- la mutilación del cuerpo. Los vivos no solo gritan, lloran y se arrancan los pelos, sino que se infligen daños corporales: se practican cortes, se tallan los brazos, se mutilan. Estos daños físicos sobre el cuerpo se sustituyen por daños sobre las armas. Éstas, relacionadas con el difunto, ya no cobrarán vida. Ya no podrán consolar, proteger, acompañar a las familias. Su pérdida, causada por el destrucción intencionada, acentúa el desconsuelo de la familia que llora una doble pérdida. El daño es aún mayor.
Estas prácticas, comunes en todas las culturas, antiguas y modernas, revelan la concepción animista de los objetos que nacen y mueren, el valor que les concedemos y la importancia que tienen en nuestras vidas: nos la salvan o nos la arruinan. Son una prolongación nuestra. Nos representan, nos sustituyen. Son (como) nosotros.
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