jueves, 23 de enero de 2020
PHIL GRABSKY (1964) & TERRY JONES (1942-2020): ANCIENT INVENTIONS: CITY LIFE (INVENCIONES DE LA ANTIGÜEDAD: LA VIDA URBANA, 1998)
Delicioso y sugerente documental sobre las primeras ciudades, y la vida en la ciudad.
In memorian....
miércoles, 22 de enero de 2020
Lo sublime
La ciudad de Chicago bordea el lago Michigan, tan extenso que, desde la ciudad, no se ve la otra orilla, ni en un día muy claro.
Una amplia franja pública une la ciudad al lago: Desde la orilla, las fachadas austeras de los altos edificios del primer tercio del siglo XX, apenas se distinguen. Camino del lago, se cruzan una avenida, una vía rápida y sendas peatonales y para bicicletas, entre los que se insertan amplias zonas verdes, pequeños bosques y áreas de juego. Mirando hacia el lago, dando la espalda a la ciudad, solo se divisa la línea del horizonte. El olor del aire es húmedo y dulzón, propio de lagos y lagunas -pese a una imagen casi marina.
Enero de 1990: El lago estaba helado, como casi cada invierno. Estaba también cubierto de nieve. La capa de nieve era tan gruesa y continua que se entendía desde la barrera de las casas, a lo lejos, cubría los parques y no se detenía en la línea de la costa sino que se adentraba sobre el lago hasta el horizonte. La frontera entre la tierra y el agua estaba cubierta. La nieve, irrealmente tersa, pero algodonosa, componía un paisaje que se extendía hasta perderse de vista.
Caía la tarde. Las luces de la ciudad se habían encendido. El cielo estaba encapotado; el tiempo sereno.
Sin darme cuenta, avancé más de la cuenta. Caminaba sobre el lago. Me adentraba sobre las aguas heladas. La nieve amortiguaba los pasos. No había nadie. A medida que andaba, el rumor de la ciudad se alejaba. Ahora, hasta las propias luces apenas brillaban. El silencio era casi absoluto. Y me di cuenta, de pronto, que el lago me atrapaba y que andaría hasta perder de vista la ciudad en medio de la oscuridad. No tenía miedo. Estaba tranquilo. Fascinado por la blancura que me envolvía bajo un cielo negro. Pero también supe que si no me paraba voluntariamente, y daba media vuelta, no cesaría de andar hacia el interior del lago helado hasta....
22 de enero de 2020. Barcelona azotada por la tempestad Gloria. Algunas olas, en la costa de la Villa Olímpica alcanzan, se cuenta, los catorce metros. Son las once de la noche. He bajado en coche hasta el mar. El viento, pasadas las torres olímpicas, zarandea el vehículo. La lluvia, a ráfagas violentas, lo golpea. Caen rayos. Detengo el coche en medio de un terreno baldío inundado, delimitado por una barandilla que domina la playa, en el límite de la villa. Desciendo a duras penas. A mi derecha la rampa que baja hasta la arena. No hay nadie. Me acerco a la barandilla de la rampa. Desde allí, debería ver el mar a unos pocos metros por debajo, tras la orilla de la playa. Solo se intuye una vapor blanquecino, en medio de la noche mas oscura, batida por el viento. La lívida luz de los rayos apenas permite distinguir la espuma del mar, tan pálida y turbia como la luz caída del cielo. Estoy empezando a bajar por la rampa, golpeado por el viento, extrañamente silencioso, mientras la ciudad lentamente se encoge a medida que crece el muro que sostiene el paseo marítimo. Y me doy cuenta que tengo que parar y forzarme a volver a subir y tomar el coche de vuelta antes de que recapacite. Habría descendido hasta.....
Kant acertó en su estudio de la fascinación de lo que nos anegaría si nos dejáramos ir, como si ya nada nos importara porque, por un momento, tendríamos la sensación, seguramente absurda, pero asumida, que el destino estaría en nuestras manos, sabiendo lúcidamente que en cualquier momento....
Sin que nos importe.
(Años más tarde, me contaron el peligro que cirri)
Una amplia franja pública une la ciudad al lago: Desde la orilla, las fachadas austeras de los altos edificios del primer tercio del siglo XX, apenas se distinguen. Camino del lago, se cruzan una avenida, una vía rápida y sendas peatonales y para bicicletas, entre los que se insertan amplias zonas verdes, pequeños bosques y áreas de juego. Mirando hacia el lago, dando la espalda a la ciudad, solo se divisa la línea del horizonte. El olor del aire es húmedo y dulzón, propio de lagos y lagunas -pese a una imagen casi marina.
Enero de 1990: El lago estaba helado, como casi cada invierno. Estaba también cubierto de nieve. La capa de nieve era tan gruesa y continua que se entendía desde la barrera de las casas, a lo lejos, cubría los parques y no se detenía en la línea de la costa sino que se adentraba sobre el lago hasta el horizonte. La frontera entre la tierra y el agua estaba cubierta. La nieve, irrealmente tersa, pero algodonosa, componía un paisaje que se extendía hasta perderse de vista.
Caía la tarde. Las luces de la ciudad se habían encendido. El cielo estaba encapotado; el tiempo sereno.
Sin darme cuenta, avancé más de la cuenta. Caminaba sobre el lago. Me adentraba sobre las aguas heladas. La nieve amortiguaba los pasos. No había nadie. A medida que andaba, el rumor de la ciudad se alejaba. Ahora, hasta las propias luces apenas brillaban. El silencio era casi absoluto. Y me di cuenta, de pronto, que el lago me atrapaba y que andaría hasta perder de vista la ciudad en medio de la oscuridad. No tenía miedo. Estaba tranquilo. Fascinado por la blancura que me envolvía bajo un cielo negro. Pero también supe que si no me paraba voluntariamente, y daba media vuelta, no cesaría de andar hacia el interior del lago helado hasta....
22 de enero de 2020. Barcelona azotada por la tempestad Gloria. Algunas olas, en la costa de la Villa Olímpica alcanzan, se cuenta, los catorce metros. Son las once de la noche. He bajado en coche hasta el mar. El viento, pasadas las torres olímpicas, zarandea el vehículo. La lluvia, a ráfagas violentas, lo golpea. Caen rayos. Detengo el coche en medio de un terreno baldío inundado, delimitado por una barandilla que domina la playa, en el límite de la villa. Desciendo a duras penas. A mi derecha la rampa que baja hasta la arena. No hay nadie. Me acerco a la barandilla de la rampa. Desde allí, debería ver el mar a unos pocos metros por debajo, tras la orilla de la playa. Solo se intuye una vapor blanquecino, en medio de la noche mas oscura, batida por el viento. La lívida luz de los rayos apenas permite distinguir la espuma del mar, tan pálida y turbia como la luz caída del cielo. Estoy empezando a bajar por la rampa, golpeado por el viento, extrañamente silencioso, mientras la ciudad lentamente se encoge a medida que crece el muro que sostiene el paseo marítimo. Y me doy cuenta que tengo que parar y forzarme a volver a subir y tomar el coche de vuelta antes de que recapacite. Habría descendido hasta.....
Kant acertó en su estudio de la fascinación de lo que nos anegaría si nos dejáramos ir, como si ya nada nos importara porque, por un momento, tendríamos la sensación, seguramente absurda, pero asumida, que el destino estaría en nuestras manos, sabiendo lúcidamente que en cualquier momento....
Sin que nos importe.
(Años más tarde, me contaron el peligro que cirri)
martes, 21 de enero de 2020
lunes, 20 de enero de 2020
Teatro de operaciones. Las Guerras del Golfo, 1991-2011 (MoMA PS1, Nueva York, 2020)
1920: Conversión de Siria en colonia francesa. Guerra Franco-Siria
1920: Conversión de Iraq en colonia británica. Guerra Anglo-Iraquí
1921: Creación del mandato británico en Palestina
1939-1945: Guerra Anglo-Iraquí. Segunda Guerra Mundial
1948 Primera guerra árabe-israelí
1956: Guerra anglo-franco-israelí-egipcia por el Canal de Suez (Guerra del Sinaí)
1965: Guerra Anglo-Yemení en Adén
1967: Guerra de los Siete Días
1973: Tercera Guerra árabe-israelí
1991: Primera Guerra del Golfo
2003: Segunda Guerra del Golfo
2003-2011: Invasión y Guerra en Iraq
Éstas son solo algunas de las guerras sostenidas, tras el fin de la Primera Guerra Mundial entre Francia e Inglaterra, primero, y entre los Estados Unidos y otros países occidentales (y orientales) y países del Próximo Oriente, en el Próximo Oriente.
No se mencionan guerras entre los propios países del Próximo Oriente, varias activas (Yemen, Siria, Iraq, Palestina)
Este frente bélico casi permanente, durante casi todo el siglo XX y las dos primeras décadas del siglo XXI, han marcado no sólo la vida sino la propia manera de percibir la vida de los habitantes de estos países.
Una monumental, exhaustiva y admirable exposición, hoy, en una de las sedes del Museo de Arte Moderno de Nueva York, muestra cómo artistas del Próximo Oriente, muchos de Iraq, que viven hoy en este país, o en el exilio, han reaccionado ante este escenario de violencia continua, documentada y acrecentada por la prensa, la televisión durante las 24 horas del día, las armas dotadas de cámara, internet, los móviles y los vídeo juegos.
La muestra también incluyo obras de artistas occidentales, como el célebre vídeo de Francis Alÿs, mostrado en una "entrada" anterior.
La guerra no siempre le ha sentado bien a las artes plásticas. Frente a los grabados de Goya sobre los Desastres de la Guerra, o Guernica, de Picasso, cuántas pinturas mediocres, como Los fusilamientos de Corea, o los frescos de la Guerra y la Paz, por un escasamente inspirado, esta vez, Picasso.
Muchas de las obras (muchas filmaciones, también), en esta exposición, por el contrario, aguantan la mirada.
Agradezco al arquitecto y estudioso Marc Marín, de la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia, el detallado reportaje sobre esta muestra, abierta hasta el 1 de marzo.
FRANCIS ALYS (1955): COLOUR MATCHING (AJUSTE DE COLOR, 2017)
Color Matching from Francis Alÿs on Vimeo.
Este vídeo triste, del arquitecto y artista mexicano-belga Francis Alÿs, fue un encargo de la fundación de arte iraquí, con sede en Londres, Ruya, para el pabellón de Iraq en la Bienal de Arte de Venecia de 2017.
Filmado durante la batalla de Mosul, en noviembre de 2016, el vídeo quizá exprese la imposibilidad, estética y quizá ética, del arte plástico de retratar "justamente" ciertas realidades, como la guerra inmisericorde entre el Estado Islámico, una parte de la población civil de Mosul, y el ejército iraquí -realidad que es posible las letras pueden explorar con más precisión u hondura.
En la última década, el poderoso, fascinante, pabellón de Iraq en Venecia ha sido el único que no se ha perdido en teorías abstrusas y ha presentado obras contemporáneas que parecían querer, plásticamente, comunicar algo más que referencias sobre el propio arte.
Con este vídeo concluía la exposición Sumer y el paradigma moderno, en la Fundación Miró de Barcelona, a finales de 2017.
Este vídeo triste, del arquitecto y artista mexicano-belga Francis Alÿs, fue un encargo de la fundación de arte iraquí, con sede en Londres, Ruya, para el pabellón de Iraq en la Bienal de Arte de Venecia de 2017.
Filmado durante la batalla de Mosul, en noviembre de 2016, el vídeo quizá exprese la imposibilidad, estética y quizá ética, del arte plástico de retratar "justamente" ciertas realidades, como la guerra inmisericorde entre el Estado Islámico, una parte de la población civil de Mosul, y el ejército iraquí -realidad que es posible las letras pueden explorar con más precisión u hondura.
En la última década, el poderoso, fascinante, pabellón de Iraq en Venecia ha sido el único que no se ha perdido en teorías abstrusas y ha presentado obras contemporáneas que parecían querer, plásticamente, comunicar algo más que referencias sobre el propio arte.
Con este vídeo concluía la exposición Sumer y el paradigma moderno, en la Fundación Miró de Barcelona, a finales de 2017.
sábado, 18 de enero de 2020
lunes, 13 de enero de 2020
BEAUTY BRAIN (LUIS CALVARIO & ALEJANDRO CABALLERO) & LA FAVI (NATALIA GARCÍA): LUK AT MIH. MONALISA V. DAVID (2018)
... o clase sobre el arte renacentista, 2020
Es lo que hay
(Agradecimientos a los arquitectos Blanca Pujals, Mónica Sambade, Celia Marín y César Saldaña por esta puesta al día casi en el último combate)
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