jueves, 13 de junio de 2024

¡Premio!

Hoy que la palabra premium lo invade todo y se aplica para calificar desde una sopa de lata hasta un helado industrial, sustituyendo a un adjetivo calificativo como excelente, superior o bueno (que es un término del vocabulario de la ética y se refiere al resultado de un acto realizado desinteresada, graciosamente y sin esperar beneficio alguno), podríamos preguntarnos acerca de lo que esta palabra conlleva.

¿Qué es un premio? Praemium, en latín, conjuga el adverbio prae, que significa antes, y el verbo emere (el presente en primera persona es : emo), que se traduce tanto por coger como comprar y hasta sobornar.

Un premio es lo que se coge antes que los demás: se tiende la mano velozmente, visto y no visto, y se agarra el botín (emere también significa quedarse con el botín). Un praemium se birla, a la vista de todos, sin que intervenga otro mérito más que la rapidez de los reflejos, la avidez y la mirada de rapaz, o se adquiere tras sobornar a quien posee el bien, toda vez que el premio no está destinado a quien se lo queda o quien lo reciba, tras la maniobra. Un premio se gana en contra de los demás, por la fuerza -se apodera de aquel ejerciendo el poder- o la zalamería. 

Praemium puede designar un premio, tal como lo entendemos hoy, ciertamente. Mas, en este caso, el premio es una recompensa por el esfuerzo realizado sin esperar nada a cambio, por los desvelos, penurias y penalidades pasadas y soportadas. Un premio es una compensación por tantos males padecidos. No cubre la entrega física y emocional.

Los premios de arquitectura pertenecen a dos clases: premios que un jurado concede sin que medie pago alguno, y premios entregados a quienes han pagado por recibirlo.

El arquitecto puede trabajar por la vanagloria, pero en principio -signifique lo que signifique esta expresión-, trabaja para mejorar la vidas de los demás, ofreciendo un abrigo, un lugar donde morar, o mejorando lugares desaseados, en los que la vida rehuye, convirtiéndolos en espacios acogedores. 

La arquitectura podría ser el ejemplo del trabajo moralmente cualificado: un servicio público que se lleva a cabo sin esperar medalla alguna, ni frases laudatorias. Se realiza porque se tiene que realizar.

La imagen del arquitecto echando la mano a la bolsa para quedarse con un premio, previo pago, es perturbadora; mas, se repite año tras año.

¿Tiene “sentido” un premio de arquitectura que es, en verdad, un premio con el que el arquitecto “se hace”? 

miércoles, 12 de junio de 2024

FRANÇOISE HARDY (1944-2024): YOU’RE MY HOME (ERES MI HOGAR, 2018)


 Ya nada será igual

Falleció a medianoche 

In menoriam…

martes, 11 de junio de 2024

De cara a la pared

Los arquitectos jóvenes se quejan de las dificultades que encuentran para poder presentarse a concursos de arquitectura y más aún para poder construir.

Con motivo de la capitalidad mundial de la arquitectura de la ciudad de Barcelona en 2026, las autoridades competentes han decidido responder a estas quejas, con un concurso -presidido por un jurado internacional- para que los arquitectos jóvenes se ejerzan como pintores de pared adecentando medianeras urbanas .

La propuesta es acertada. Estos jóvenes han estado formados sin duda en las entrañables clases de manualidades en primaria y en la ESO: esas maravillosas prácticas que les permitían hacer una lámpara con envases de yogur, y alguna cajita preciosa con una lata de atún, preciados regalos tan apreciados por los emocionados padres.

Por otra parte la ciudad se caracteriza por la multitud de medianeras bien visibles de todas las tallas en todas partes.

Los arquitectos jóvenes podrán así adiestrarse y encontrar un trabajo de por vida.

Una propuesta tan comprensiva 


https://www.elperiodico.com/es/barcelona/20240611/barcelona-concurso-internacional-arquitectos-paredes-medianeras-103633318








lunes, 10 de junio de 2024

Jaffar

 La devolución de obras expoliadas continúa, pese a los litigios entre museos de distintos países o incluso dentro de un mismo país.

El escultor Federico Marés, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Sant Jordi, en Barcelona, creó, tras la guerra civil, un museo en dicha ciudad, en el que depositó su colección de arte y su gabinete de curiosidades, que se puede seguir visitando.

Su colección comprendía obras que se hallaban en la academia. 

Desde los años setenta la Academia pleitea con el museo para recuperar las obras salidas de su colección. Las últimas devoluciones, al parecer, llevadas a cabo por el ayuntamiento, dueño del museo, se llevaron a cabo discretamente hacia 2010. No se habría hecho nunca público este contencioso.

Cabe recordar quizá  que el grueso volumen sobre la historia academia escrito por el escultor contiene páginas plagiadas de obras anteriores sobre la institución redactados por otros autores.


Sector técnico-artístico



 Dos perspectivas del llamado Sector Técnico artístico del Núcleo Universitario, que comprendía proyectos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona y de la Facultad de Bellas Artes, que hoy forman parte del Campus Sur ñ, obras de los arquitectos Eusebio Bona, Pelayo Martínez y José María Segarra -primer director de la por el aquel entonces (1961)  recién inaugurada Escuela de Arquitectura.
Cuando la pesadilla del nuevo edificio de la escuela de arquitectura, de José Antonio Coderch, era aún muy lejana.

Desconocía estas perspectivas halladas casualmente

Sin duda, no son extrañas para los estudiosos.


Véase: https://ddd.uab.cat/pub/ensayo/ensayo_a1962n14.pdf


domingo, 9 de junio de 2024

El primer arquitecto moderno inglés (1930)





















 La sombra de Le Corbusier es alargada.

Llega más allá de las fronteras de la arquitectura.

El primer arquitecto moderno inglés admiraba a Le Corbusier, Charlotte Perriand y los muebles de tubo de acero cromado de la Bauhaus.

Completaba sus trabajos de interiorista con los de diseño e gráfico. Diseño y produjo muebles de tubo, de vidrio y metal, y alfombras con motivos abstractos. 

Sus interiores, pulidos y luminosos, estaban a la altura de los que las fotografías impresas de las revistas de decoración de los años veinte y  treinta mostraban.

Expuso con éxito en Londres en 1930. Un artículo en la revista The Studio lo presentaba como el primer diseñador moderno inglés. 

Tres años más tarde, abandonó su trabajo de diseñador e interiorista. Tenía veintitrés años. 

De hecho, se sospecha que muebles suyos, vendidos hoy en mercadillos como diseños industriales anónimos, son obras suyas. No existe ninguna catalogación de los muebles que diseñó. Apenas quedan algunas fotografías.

Quizá ocurra porque el primer arquitecto moderno inglés no era arquitecto ni siguió con su trabajo de arquitecto.

De pronto, cambió de estilo y de profesión.

Y devino célebre y mundialmente conocido, hasta la extenuación, con una producción admirada que llegó casi a la producción en serie -como cuando, decenios años, trabajaba como diseñador industrial: devino el pintor Francis Bacon.

Una exposición, hoy, en Francia, recuerda esta súbita y drástica transición, dedicada a los pocos años en que devino el primer arquitecto moderno inglés 


https://www.etapes.com/2024/04/17/francis-bacon-et-lage-dor-du-design-a-lespace-de-lart-concret-a-mouans-sartoux/

sábado, 8 de junio de 2024

Harte









El mundo del arte moderno es fascinante. 

Se venden pongos a precio de oro, latas oxidadas con mierda de artista pasada, de los años cincuenta, esculturas hechas de grasa o de chocolate mohoso a precio de lingote, que no de tigretón del Día, o telas bordadas en talleres afganos por tejedoras anónimas, firmadas por un genio que las ha encargado por teléfono, a precio que no alcanzarían bocetos de da vinci hallados en un olvidado desván, aunque es cierto que unos crops de plástico amarillo de alta costura que no pasarían el filtro de un todo a cien se promocionan como si fueran exclusivos stiletos de cocodrilo, y unos tejanos con remiendos y rasguños de “marca” cuestan lo que un traje de novia dieciochesco de seda hilada a mano, y se alquilan legal y ledamente, a plena luz, zulos sin luz en una zona industrial que encentan, como si fueran mansiones con vistas a puerto banús.

Por lo que no deberíamos molestarnos en arquear, siquiera levemente, el cejo derecho al leer que se subasta, hoy, por trescientos mil euros, precio de salida -no nos hagamos ilusiones-, una reproducción de una postal turística (el colmo de la sofisticación artística), adquirida en una tienda que también venden llaveros con torreeifeles de plástico dorado, con la imagen de la Mona Lisa sobre la que, casi un siglo ha, el llamado padre del arte moderno, Duchamp garabateó unos pelillos en el bigote y en la perilla de la susodicha y títuló LHOOQ, que leído en francés suena a…., una expresión ingeniosa que un adolescente la cara llena de granos quizá se habría dignado anotar para enviársela a su prima, y sobre la que se han escrito tratados “hermenéuticos” más densos que los antiguos listines telefónicos en varios volúmenes.

Una ganga, casi un saldo. Hace ocho años, otra copia idéntica se vendió por un millón doscientos cincuenta mil dólares (el doble del precio de salida). Y más que se venden, con precios de salida variados, pero siempre con un mínimo de seis cifras.

Así, otro ejemplar (el arte moderno aprecia la serie como si fuera obra única) se vendía, primer precio, por ochocientos mil dólares.

Y se acompañaba de un escrito, casi un tratado sobre el género.


Es la economía, estúpido.