viernes, 18 de julio de 2014

RICHARD HAMILTON (1922-2011): EXPOSICIONES Y/O INSTALACIONES (AÑOS CINCUENTA)




























Fotos: Tocho, Centro de Arte Reina Sofía. Museo Nacional de Arte Moderno, Madrid, julio de 2014

La excesivamente grande muestra antológica dedicada al artista pop británico Richard Hamilton en el Museo de Arte Moderno. Centro Reina Sofía de Madrid, actualmente en cartel, comprende dos salas que son dos joyas. Presentan reconstrucciones de dos "obras" que ponen en evidencia el ambiguo estatuto de la obra de arte contemporánea. Son difícilmente definibles. Por un lado son montajes de exposiciones. Las obras expuestas son fotografías en blanco y negro -de objetos y de dibujos o grabados- sobre el tema del transporte por tierra, mar y aire, en un caso, y placas de metacrilato transparentes y de varios colores, por otro -sin que constituyan un muestrario de este material, como en una feria de construcción.
Pero, al mismo tiempo, estas "piezas" fueron escogidas en función de un montaje. Continente y contenido están íntimamente relacionados, como las tablas y predelas, y los retablos que los acogen y exponen, en los altares mayores de iglesias católicas desde la Edad Media hasta el barroco. La segunda obra, de 1957, se titula an Exhibit, es decir Una exposición. La exposición muestra Una exposición: La muestra es lo que muestra. No hay exposición de una obra (lo que marca una diferencia ontológica entre forma y contenido), sino que la exposición es ella misma.
Las obras son, al mismo tiempo, fotografías y placas de colores, y son instalaciones. Las obras no podrían haberse expuesto de otro modo. En el caso de la segunda muestra, la unión entre objeto y sistema expositivo es tal que el montaje consiste en la disposición en el espacio de las placas suspendidas por cables -que forman parte de la obra puesto que trazan una cuadrícula en el espacio. No sujetan obras sino que son elementos de la obra.
Obras que, por otra parte, en tanto que se componen de placas, reproducciones fotográficas, estructuras de varillas, y de cables, dispuestas de un cierto modo, no requieren ser almacenadas sino que, a cada vez que se montan y se exponen, pueden ser creadas al momento, como ocurre con los ready-made de Marcel Duchamp, a quien Hamilton admiraba.

Se puede circular entre la obra, como si fuera una exposición, por la que se circula como ocurre habitualmente. La obra no se contempla desde fuera, como si fuera una unidad indisoluble. Ni siquiera las obras "penetrables" de los años setenta pueden ser, hoy, recorridas, por temas de conservación, como tampoco pueden ser pisadas las placas metálicas dispuestas en el suelo para ser pisadas del arte minimalista. No ocurre lo mismo en este caso. El visitante se adentra en el montaje para contemplar tanto las fotografías como la disposición del conjunto. Por lo que éste se muestra como una exposición de objetos. Y, sin embargo, éstos no pueden ser expuestos de otra manera, como si ocurriría si lo que se expusiera fueran solo placas o fotografías.
Finalmente, la presentación de la instalación o del montaje original no es una reconstrucción de un montaje de hace cincuenta años, sino la exposición de una obra, que tiene que exponerse de una manera determinada, como ocurre con un cuadro que no se puede exponer al revés, o una escultura cabeza para abajo. La obra tiene una lógica, se tiene que mostrar de un modo determinado, como ocurre con la obra de Hamilton, lo que demuestra que forma y forma de exponer son indistinguibles, que plantea una curiosa pregunta acerca del estatuto del arte y de la relación que mantiene con el observador. En parte, es la mirada y el movimiento de éste el que determina qué es la obra, una obra que solo existe si se expone. Desmontada no es nada. Solo existe para ser vista y recorrida, para ser expuesta a la mirada. Solo existe en y para la mirada. Se trata de una obra verdaderamente pública, una obra que solo es imagen.

JOHNNY WINTER (1944-2014): MEAN TOWN BLUES (EL blues de la ciudad rastrera, 1970)



In memorian.

jueves, 17 de julio de 2014

ÓLAFUR ARNALD (1986): THIS PLACE WAS A SHELTER (ESTE LUGAR ERA UN REFUGIO, 2013)

ROBERT WYATT (1945): A SUNDAY IN MADRID (UN DOMINGO EN MADRID, 1997)

A vueltas con el Fórum de las Culturas, Barcelona, 2004

La revisión de las cuentas del fallido Fórum de las Culturas de Barcelona, en 2004, del que la ciudad aún no se ha recuperado -un "evento" que quiso ser una Exposición universal, tener el mismo eco que los Juegos Olímpicos de 1992, y acabó siendo una pesadilla entre el desinterés general- revela datos "sospechosos", cuenta la prensa diaria hoy.
Entre éstos, se mencionan 174000 euros pagados a una empresa que obtuvo el encargo de una exposición que no se llegó a hacer.
Sorprende que este dato aflore diez años más tarde. Algo parecido -quizá se trata del mismo hecho- se sabía desde 2002.
A finales de los años noventa, se organizaron concursos para escoger empresas que llevarían a cabo tres exposiciones sobre un tema dado de antemano.
Uno de los temas versaba sobre mitos mundiales.
El presupuesto era de dos mil quinientos millones de pesetas.
El contrato de la empresa ganadora, de quien había sido coordinador de Cultura del ayuntamiento de Barcelona durante diez años, en los años 80/90 del siglo pasado, fue anulado dos años más tarde, por indicación del responsable de las grandes exposiciones del Fórum, debido a que el proyecto seguía en barbecho. Al parecer, no tenía entidad. Poco se había hecho, se dijo. La indemnización subió a unos veinticinco millones de pesetas, si no falla la memoria.
El presupuesto descendió a ochocientos millones.
Se me encargó un proyecto alternativo que, todo y incluyendo obras de arte, no podía ser la simple continuación del proyecto anulado. Tenía solo dos años para desarrollar la exposición a partir de cero.
Los honorarios eran unas tres veces menos que la indemnización concedida a la empresa expulsada . Aún así, se trataba de unos honorarios excepcionales -salvo para comisarios muy conocidos.
El llamado Comité de Sabios exigía que la muestra incluyera cuadros de Rembrandt, Velázquez, etc., y Venus clásicas. Los préstamos estarían garantizados por la intervención de la Casa Real y del gobierno.
Meses más tarde, estas intervenciones se desvanecieron. La razón estribaba, se me comunicó, en que "a los políticos no les gusta recibir negativas", por lo que nadie iba a interceder para el préstamo de obras excepcionales.
La muestra pudo llevarse a cabo, con un guión de Eugenio Trías, Marta Llorente y mío. Se tituló La Condición Humana. La sombra de un sueño. La reina Sofía la inauguró en el Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona, con un muy buen montaje del arquitecto Josep Llinás -quien recibió el encargo porque el Fórum no tenía "ningún Llinás".
El presupuesto final, que fue descendiendo a medida que los patrocinadores iban dando la espalda al Forúm, debido al constante goteo de malas noticias, fue unas nueve veces menos del previsto años antes.
Tuvo un número de visitantes discreto, adecuado al limitado espacio, muy lejos de las previsiones o las exigencias del Comité de Sabios, para quienes menos de diez mil visitantes diarios eran impensables e inaceptables -apenas caben dos mil al día en este Museo-, y el trabajo del arquitecto tenía que consistir en organizar las colas que, sin duda, iban a llegar hasta la Vía Layetana.
La experiencia de trabajar con Eugenio Trías, en el comedor de su casa, y Marta Llorente, fue el mejor, el más grato de los recuerdos, así como con el prudente y brillante Josep Llinás, y las personas del Museo.
Corramos un tupido velo sobre todo lo demás.

miércoles, 16 de julio de 2014

ALBERT CAMUS (1913-1960): MEDITERRÁNEO





Caixaforum, de Madrid, presenta la exposición Mediterráneo. Entre el mito y la razón (ss. VI aC-III dC), entre los meses de agosto y diciembre de este año, tras haber sido mostrada en Caixaforum de Barcelona a principios de año.
La exposición presenta alguna variación: la inclusión de algunos textos más, diferencias en algunas piezas y en la presentación.

Entre los textos que no se hallaban en Barcelona, figura, a modo de conclusión, un fragmento de un discurso pronunciado por Albert Camus en Argelia en 1937:

“Cuenca internacional atravesada por las corrientes, el Mediterráneo es, entre todos los espacios, el único que quizá halla un lugar de encuentro con los grandes pensamientos orientales. Pues no es clásico y ordenado, es difuso y turbulento, como esos barrios árabes o esos puertos entre Génova y Túnez (…)  Lo que hay de más esencial en el genio mediterráneo brota quizá de ese encuentro, único en la historia y la geografía, nacido entre Oriente y Occidente (…) Del mismo modo que el sol mediterráneo es el mismo para todos los hombres, el esfuerzo de la inteligencia humana debe ser un patrimonio común y no una fuente de conflictos y matanzas” (Albert Camus: La nueva cultura mediterránea, 1937).

Quizá solo sea una reflexión bienintencionada pero inocua, pero es posible que no haya perdido su actualidad ni su necesidad.

lunes, 14 de julio de 2014

Le Chanel: Karl Lagerfield y Le Corbusier (2014)






















Volúmenes blancos en los que los cuerpos parecen encajonados, incómodos, desajustados, con uniones y cambios que no siguen las proporciones humanas -la cintura se ubica a la altura de las axilas-, formas hinchadas y pesadas, de gruesas telas acartonadas, hormigonadas, togas y capas como rampas que nunca terminan, motivos reiterativos, ornamentos concentrados en unos pocos lugares, vestidos largos -aunque no lo suficiente- apoyados sobre delgados soportes, los últimos vestidos de Karl Lagerfield para la casa de alta costura Chanel son, tras la villa y los trajes en la añeja película Mi tío, de Jacques Tati, la mejor interpretación de los logros de la arquitectura, el urbanismo y el mobiliario de Le Corbusier.