Aprobado: un resultado -mínimo, quizá, decepcionante incluso si se aspira a más, pero imprescindible si uno quiere seguir adelante en una carrera, una profesión o una relación, en la vida también- al que cualquiera que se encuentra sometido, voluntariamente o no, a prueba, a presión, aspira obtener. Un aprobado es una clase que levanta un obstáculo y permite proseguir. Un aprobado calma, se acepte con alegría, sorpresa o cierta decepción. El camino hacia la prosecución de un objetivo o un sueño, una meta real o irreal, se despeja hasta nueva orden.
El aprobado no es un resultado ambiguo. Es claro, sin ambages, indiscutible, en principio. Un aprobado es una luz verde, intensa o amortiguada.
Sin embargo, tanto en latín -origen de la palabra moderna- como en español, catalán y francés, por lo menos, aprobar ofrece matices o significados que van más allá de una sanción positiva.
No solo los exámenes o las pruebas se aprueban. También, por ejemplo, las leyes y las decisiones. El aprobado, en este caso, autoriza, facilita, despeja la aplicación de una sanción. Libera la vía -vía libre- para que un edicto que regula la vida se siga obligatoriamente. La ley aprobada es de obligado cumplimiento. Regula usos y costumbres. Encauza procedimientos. Acota acciones. Traza vías por las que circular. Impide, por tanto, obrar con soluciones o por sendas que no gozan del aprobado. Limita las posibilidades de acción, pero legaliza ciertas decisiones o, mejor dicho, compone unas sendas o maneras que se pueden y se deben seguir si se quiere operar a plena luz.
La aprobación tiene que ver con la luz. Aclara procedimientos y decisiones. Les aporta un fundamento, una base legal. El aprobado es la base a partir de la cual desarrollar una acción, un proyecto. Sin dicha sanción positiva no se puede operar. Solo cabe la repetición incesante, como en una maquina cuyo mecanismo se bloquea o se enroca, o como en una situación de bloqueo de la que no sabemos salir ni encontramos una salida.
Un aprobado es una liberación. Es una mano tendida (ad-probare: la partícula adverbial ad, hacia, tiende puentes, orienta el gesto, apunta hacia el otro bando, invita a un acercamiento mutuo, facilita un primer paso, dirime diferencias que parecen insalvables, facilita el diálogo, el reconocimiento, siempre que se acepten y se respeten unas reglas: la prueba es un juego y, como todo juego, requiere ser regulado, a fin que la operación se lleve a cabo en un terreno seguro, sin trampas ni zonas oscuras. Un juego se practica siempre bajo los focos, a la vista de todos, las reglas aprendidas). Un aprobado es gesto (de buena voluntad) que desbloquea una situación. La persona sometida a examen puede acercarse al fin. Ya no se le veta el ingreso en la comunidad.
Tras una prueba, el aprobado demuestra el recto proceder, el cumplimiento satisfactorio de una operación, el acierto del proyecto o de la intuición, la correcta aplicación de unas reglas que logran un resultado esperado.
Aprobar es demostrar: una demostración de conocimientos y de habilidades. El aprobado convence. Hace saltar recelos, susceptibilidades, dudas. Quien no tiene claro un procedimiento ni el objetivo perseguidos, se rinde ante la evidencia. El aprobado demuestra que la luz se ha hecho. Las sombras se han disipado. Se temía que se procedería a ciegas, que no se sabría avanzar, o solo a tientas. Se desconfiaba que la prueba pudiera llegar a buen término, y de las capacidades operativas y de razonamiento de quien llevaba a cabo la prueba. Su clarividencia estaba en entredicho. La sanción despeja las nubes. La sanción certifica las luces de quien ha aprobado.
El aprobado, en fin, legitima, da validez a un ejercicio o una operación. Da carta de crédito al método, el desarrollo, los fines y el resultado. El procedimiento es validado. Y, por tanto, es aceptable, y debe ser aceptado. El aprobado despeja las reticencias. La persona, cuyos conocimientos y habilidades estaban a prueba, y que, por tanto, estaba, temporalmente al margen de la comunidad, a la espera de la sanción, puede ingresar o volver a ingresar en un colectivo. El aprobado es un salvo conducto que impide el rechazo. Invita a la aceptación y el reconocimiento. Bendice el acercamiento, la inclusión en un grupo. El aprobado es una sanción moral, que da fe de la bondad del procedimiento, de la acción seguida para solventar una prueba. Gracias a dicha sanción reconocemos la capacidad, el talento y la luz de quienes estaban a las puertas de ingreso. Pueden entrar. Acceden, y buen pueden reemplazarnos.
Un aprobado es un paso hacia la transferencia de conocimientos, a la sucesión que permite que una comunidad no se paralice. Un aprobado facilita la vida de quien aprueba, de quien otorga el aprobado y de quienes han aprobado ya, ya que asegura que la desesperanza, el desamparo y el abandono no rigen aún. Un aprobado es un digno de esperanza para todos. Nos enriquece a todos, estudiantes y estudiosos, alumnos y profesores.
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