viernes, 5 de agosto de 2016

Introducción a la Estética

La estética es una ciencia humana que estudia el conocimiento sensible del mundo: quién, qué, cómo y porqué se lleva a cabo.

Se trata de un conocimiento a través de los sentidos. La estética estudia su posibilidad, su bondad, sus objetivos. 
Este conocimiento se basa en datos de la realidad observada a través de los sentidos. Esta información se extrae de las cualidades sensibles de las cosas o los seres, de su apariencia, y de lo que ésta esconde, encierra y manifiesta simbólica o alusivamente. 

El modelo o paradigma de este conocimiento -cierto pese al desprestigio de los sentidos, injustificado salvo cuando la razón no colabora con los sentidos en la percepción y enjuiciamiento de los datos sensibles- es el conocimiento estético o sensible del arte. El arte -la obra de arte- da pie a un conocimiento estético ejemplar. Aquel tiene a la obra de arte como meta u objetivo modelico. 
La razón de la estrecha relación entre arte y estética reside en que la obra de arte es un receptáculo de cualidades estéticas (y morales) -belleza, bondad, sublimidad, luz, sombras u oscuridad, forma, informalidad, o deformidad, etc.- que, percibidas por los sentidos excitados, permiten que el espectador acceda al contenido latente.

La estética es una epostemologia: el estudio de un tipo de conocimiento, a una manera de conocer determinadas realidades principalmente humanas, creadas por el hombre precisamente para ser apreciadas sensiblemente a fin de comunicar la visión del mundo, de los humanos y de sus relaciones de un artista.
La estética estudia las condiciones del conocimiento sensorial de la obra de arte: cómo se tiene que practicar y porqué. 
La interpretación de la obra de arte exige ciertas condiciones: la presencia activa de un sujeto y un objeto -que son tanto la obra contemplada y que observa como el espectador que mira y es subyugado por la obra-, y los saberes necesarios para la correcta o fundada interpretación de la obra de arte.
El ojo, en Occidente, desde Platón, al menos, es el órgano sensible con el que se juzga la creación artística. Ésta se concibe y se ejecuta para el solaz de la vista; en otras culturas, del próximo Oriente principalmente, la obra que mejor habla al y del mundo es el texto y la música, es el canto, que se expresa para ser percibido y descifrado por el oído (y la razón).

La obra de arte es una visión o una profecía que anuncia lo que el mundo fue, es o será, la verdad pasada, presente o futura del cual el conocimiento sensible o estético alcanza y que, en el caso de que el espectador sea también un artista, puede dar lugar a una respuesta, una nueva obra de arte.

Como ver y teorizar son acciones semejantes -teorizar, en griego antiguo, significa mirar atentamente, mirar con los ojos del alma afín de desentrañar los misterios o secretos del mundo que escapan a una mirada superficial o distraída-, el arte y la teoría del arte, el arte y la estética son dos maneras (creativas) de responder a las preguntas que el mundo nos plantea, a las preguntas que nos hacemos acerca de nuestro "lugar" en el mundo. 
De ahí que la estética sea una ciencia particularmente alta y adaptada a la arquitectura, siendo ésta la definición del lugar que nos corresponde para vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás, para vivir en comunidad.

Es por eso extraño que la estética haya desaparecido de los estudios de arquitectura en Barcelona desde hace un año.

jueves, 4 de agosto de 2016

GÉRARD GRISEY (1946-1998): QUATRE CHANTS POUR FRANCHIR LE SEUIL (CUATRO CÁNTICOS PARA CRUZAR EL UMBRAL, 1996-1998)



Sobre esta composición musical acerca de los umbrales finales que debemos fatalmente cruzar, véase, por ejemplo, la página web que él IRCAM le dedica:

http://brahms.ircam.fr/works/work/14136/

Entre umbral (seuil) y luto (deuil) media, en francés, una letra.


Arquitectito que vienes al mundo....

"Ferragosto". Las bibliotecas públicas universitarias cerradas a cal y canto porque no pueden pagar la electricidad ni a los vigilantes.
De aquí un mes emprenderán de nuevo las clases.

Los estudiantes de arquitectura y los arquitectos recién licenciados que tengan suerte podrán trabajar en estudios de arquitectura durante el año académico. Algunos pagarán por trabajar en estudios prestigiosos -a cambio de un certificado sin valor legal-, otros deberán pasar una prueba antes de ser aceptados, muchos trabajarán sin cobrar nada. Los más afortunados ganarán entre un euro y medio y tres euros a la hora, sin horario -se les podrá exigir trabajar veinticuatro horas seguidas, un domingo, por ejemplo-, ni días de descanso y teniendo que estar dispuestos a acudir al estudio en cualquier momento, de madrugada incluso. Quizá algún recién titulado cobre once o doce euros brutos a la hora, debiendo pagarse la cotización como autónomo -que legalmente le debería impedir trabajar en exclusiva en un mismo sitio-, y la adscripción al Colegio de Arquitectos. El despido es, obviamente, libre. 

Cuando se hayan licenciado tendrán la "oportunidad" de participar en concursos públicos -que no exijan experiencia- gratuitamente, dibujando decenas de planos -a cambio, en el mejor de los casos, de un premio de mil euros-, compitiendo con centenares de estudios, pudiendo quizá  mganar la posibilidad de un proyecto cuya ejecución no estarán legalmente autorizados a dirigir.

Quizá puedan dedicarse a la función pública, ingresando por un año en la universidad como profesor asociado y ganando entre trescientos y quinientos euros al mes por preparar e impartir clases, corregir exámenes, atender a estudiantes y asistir a reuniones, sabiendo que meses más tarde su contrato podrá no ser renovado.

Y cuando hayan pasado treinta o cuarenta años, hayan tenido mucha suerte y dirijan su estudio, emplearán a estudiantes de arquitectura y jóvenes licenciados -de hasta cuarenta y cinco años- sin pagarles, aduciendo, con cierta irritación ante la osada petición del estudiante o del titulado, el tiempo que habrán tenido que perder  en formarles -ya que los estudiantes actuales son siempre peores que los de nuestra juventud. Habránse creído esos....

That' s life.


miércoles, 3 de agosto de 2016

Qué es un museo

Los debates recientes sobre la idoneidad de la devolución de obras de arte y artesanía por parte de museos a otras instituciones, propietarios o países (desde el inacabado debate sobre la propiedad de los relieves del Partenón hasta las discusiones actuales sobre la ubicación exacta o legal de piezas de arte sacro en las comunidades de Cataluña o Aragón ) quizá lleven a reflexionar sobre la función del museo.

Se trata, creo, de una institución creada en el siglo XVII en Roma (el primer museo  "moderno" habría sido el Kircheriano de Roma) y desarrollada a partir de finales del XVIII, en Francia, primeramente, para albergar colecciones reales declaradas de interés público, y religiosas desamortizadas.

El museo moderno se inspira en el museo helenistico de Alejandría. Este, sin embargo, que habría albergado obras de diversos géneros, habría sido, en verdad, un santuario dedicado a las Musas, divisas griegas hijas de la diosa de la Memoria.
Esta institución, a su vez, se basaba en espacios públicos o privados de recolección de obras existentes tanto en la Grecia antigua cuanto en Mesopotamia. Estos lugares atesoraban ofrendas públicas o privadas a templos (estatuas, joyas, pinturas), comunes en grandes santuarios griegos, obras pintadas o esculpidas que se guardaban como ejemplos de buen comportamiento ciudadano, por ejemplo en distintas estoas que circundaban el ágora de Atenas, o estatuas religiosas o reales rapiñadas, depositadas en palacios orientales, que testimoniaban que los dioses del pueblo vencido se pasaban del bando vencedor y cohabitaban con éste, o que los ancestros -los reyes del pasado- de un pueblo apoyaban e influían ahora, desde su nueva ubicación palaciega, al monarca vencedor. Robar estatuas de un palacio o un templo conquistado era una práctica corriente porque mostraba que los poderes sobrenaturales apoyaban al vencedor aceptando trasladarse a un nuevo templo o palacio.

Un museo, antiguo y moderno, es un receptáculo de obras desplazadas, por razones religiosas, políticas o educativas.
Solo los tesoros de los santuarios griegos que albergaban obras procedentes de otros lugares pero creadas para el santuario, y los museos de arte contemporáneo, cuyas colecciones resultan de encargos, compras y donaciones de obras muy a menudo creadas para el espacio del museo, escapan a aquella característica.
En todos los demás casos, las obras, siempre creadas para un espacio (templo, palacio, plaza, tumba), han sido desplazadas. Son espacios de obras desarraigadas violentamente.

Un museo puede ser el propietario legal de una obra, pero ésta, en verdad, no le pertenece. Ha sido creada para otro lugar y muy a menudo para una función muy distinta al de la pasiva exhibición, el solaz de los sentidos y la mente.

Devolver obras sería legítimo siempre y cuando pidieran regresar a sus espacios originarios y que éstos no hubieran cambiado de función.
El resto de los casos posiblemente responda a deseos nacionalistas o partidistas. El museo está ligado a la creación de los estados modernos y del concepto romántico de nación. Revela la mirada sobre uno mismo en oposición al otro. Un museo es el resultado de  un acto de violencia ejercido sobre la obra. Idealmente, deberían ser desmantelados. Pero ¿qué hacer entonces con una obras aún más desamparadas? Quizá no deberían existir. ¿Se puede rebobinar la historia?

martes, 2 de agosto de 2016

EINOJUHANI RAUTAVAARA (1928-2016): KATEDRALEN (LA CATEDRAL, 1982)

EINOJUHANI RAUTAVAARA (1928-2016): MANHATTAN TRILOGY (2003-2005)

Arte y movimiento (o arte y mercado)

Una instalación artística en San Petersburgo (Rusia), a cargo de dos empresas informáticas, proyecta estos días imágenes en movimiento de obras pintadas y esculpidas de Miguel Ángel, "con el fin da darles vida".
Se sobrentiende que las obras originales carecen de ella. Pinturas y esculturas no se mueven, en efecto. Obvio.
¿El movimiento "real" otorga vida -es decir movimiento, según los autores de la instalación- a una obra de arte?

El filósofo Lessing, a finales del siglo XVIII, escribió sobre la grandeza del grupo escultorico helenistico El Laocoonte, hallado en las termas romanas de Caracalla y expuesto en uno de los patios del palacio de El Vaticano en Roma. La escultura muestra al mítico sacerdote Lacoonte y a sus hijos agónicamente  luchando con una descomunal serpiente, salida del mar cabe Troya, que los ahoga, por orden de Zeus, porque Laocoonte había advertido a los troyanos que no introdujeran en la ciudad una supuesta ofrenda que los aqueos o griegos habrían dejado en la playa antes de retirarse sin conquistar la ciudad. El final de la historia es conocida: Laocoonte y sus hijos perecieron, los troyanos creyeron que el cielo los había castigado por dudar de la ofrenda y se apresuraron a llevarla a la ciudad. Del interior de la gran estatua de madera -el caballo de Troya- descendieron, de noche, soldados griegos que acabaron por sorpresa con el poder de Troya, abriendo las puertas de la ciudad a los engañosos y traicioneros griegos que solo habían simulado la retirada.

Lessing comparó lo que los poemas cuentan con lo que la escultura muestra y determinó que la poesía podía describir el movimiento mientras que las artes plásticas podrían sugerir tensión, esfuerzo -la culminación del movimiento - en un gesto casi agónico traducido en pintura o mármol. La escultura no mostraba el desarrollo de una acción sino que evocaba un instante -final, fatal, esencial- en el que se resume la acción. Las artes plásticas mostraban cuerpos vivos en el espacio, la poesía, cuerpos que vivían en el tiempo. 
De algún modo, la pintura y la escultura son las artes que mejor traducen la finalidad y singularidad de un movimiento, captan y muestran el sentido de un gesto que la imaginación del espectador, a la vista de la obra, interpreta y completa.
¿Tiene sentido -además de comercial- la instalación rusa? 
El espectáculo condiciona el arte, forma parte de él. El arte entretiene, ilustra, ciertamente, pero no sé si hace falta  semejante despliegue de medios para visualizar la vida que las obras de Miguel Ángel encierran y manifiestan, una vida sin duda más "intensa" y "veraz" que las animaciones informativas muestran o poseen. Solo captan movimientos sin sentido. Y parten de la creencia que el espectador es "infantil" o está infantilizado.
Pan y circo.