Se sobrentiende que las obras originales carecen de ella. Pinturas y esculturas no se mueven, en efecto. Obvio.
¿El movimiento "real" otorga vida -es decir movimiento, según los autores de la instalación- a una obra de arte?
El filósofo Lessing, a finales del siglo XVIII, escribió sobre la grandeza del grupo escultorico helenistico El Laocoonte, hallado en las termas romanas de Caracalla y expuesto en uno de los patios del palacio de El Vaticano en Roma. La escultura muestra al mítico sacerdote Lacoonte y a sus hijos agónicamente luchando con una descomunal serpiente, salida del mar cabe Troya, que los ahoga, por orden de Zeus, porque Laocoonte había advertido a los troyanos que no introdujeran en la ciudad una supuesta ofrenda que los aqueos o griegos habrían dejado en la playa antes de retirarse sin conquistar la ciudad. El final de la historia es conocida: Laocoonte y sus hijos perecieron, los troyanos creyeron que el cielo los había castigado por dudar de la ofrenda y se apresuraron a llevarla a la ciudad. Del interior de la gran estatua de madera -el caballo de Troya- descendieron, de noche, soldados griegos que acabaron por sorpresa con el poder de Troya, abriendo las puertas de la ciudad a los engañosos y traicioneros griegos que solo habían simulado la retirada.
Lessing comparó lo que los poemas cuentan con lo que la escultura muestra y determinó que la poesía podía describir el movimiento mientras que las artes plásticas podrían sugerir tensión, esfuerzo -la culminación del movimiento - en un gesto casi agónico traducido en pintura o mármol. La escultura no mostraba el desarrollo de una acción sino que evocaba un instante -final, fatal, esencial- en el que se resume la acción. Las artes plásticas mostraban cuerpos vivos en el espacio, la poesía, cuerpos que vivían en el tiempo.
De algún modo, la pintura y la escultura son las artes que mejor traducen la finalidad y singularidad de un movimiento, captan y muestran el sentido de un gesto que la imaginación del espectador, a la vista de la obra, interpreta y completa.
¿Tiene sentido -además de comercial- la instalación rusa?
El espectáculo condiciona el arte, forma parte de él. El arte entretiene, ilustra, ciertamente, pero no sé si hace falta semejante despliegue de medios para visualizar la vida que las obras de Miguel Ángel encierran y manifiestan, una vida sin duda más "intensa" y "veraz" que las animaciones informativas muestran o poseen. Solo captan movimientos sin sentido. Y parten de la creencia que el espectador es "infantil" o está infantilizado.
Pan y circo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario