lunes, 16 de octubre de 2017

MARCEL PROUST (1871-1922): EL TIEMPO RECOBRADO (1927) -O EL FIN DE LOS TIEMPOS

Si De noche, por las calles de París, no se distinguen siquiera las calles de los edificios. Las farolas están apagadas y las ventanas mudas no emiten luz. El mundo parece haberse invertido. Mientras que la ciudad yace a oscuras, el cielo plomizo está partido por una movediza trama de potentes haces de luz que barren en todas direcciones persiguiendo aviones de combate que emergen de pronto, tras el bramido de las hélices, escupiendo racimos de bombas. Techumbres y fachadas saltan por los aires y los pisos despanzurrados revelan sórdidos interiores.
Mientras, tugurios a media luz, con los porticones cerrados, libran hombres y mujeres a generales y a políticos que se desenmascaran en la penumbra. Apenas aullan las sirenas, descienden presurosos por negras bocas a las profundas estaciones de metro sumidas en tinieblas donde prosiguen sus convulsas uniones con desconocidos.
La  negrura de las calles coincide con la sordidez de los antros, y la violencia de las bombas anuncia la violación de los cuerpos sometidos.

Estamos en París, asediada por el ejército imperial alemán, durante la Primera Guerra Mundial. Lejos de las estancias estivales finiseculares cuando príncipes y duquesas se reunían bajo la lechosa luz de la tarde, en balnearios de lujo fielmente atendidos por una servidumbre uniformada.   
Marcel Proust concluyó los siete volúmenes de la novela -río A la búsqueda del tiempo perdido con un último tono -publicado póstumamente-, El tiempo recobrado, en el que confluyen los escasos protagonistas supervivientes de una era de placeres y encuentros casi olvidada, en una ciudad fúnebre que vive los últimos estertores. Las descripciones son desagradables, los hechos, sádicos; la ciudad parece diluida por sucias aguadas. La ocultación, los rumores, las sombras fugaces, la suciedad física y moral, se funden, de súbito, bajo el estallido de las explosiones. 
Pocas veces, la muerte - de una ciudad, una cultura, un mundo- ha sido tan bien anunciada.

"Y cada vez, esa palabra "muerte" parecía caer sobre los difuntos como una paletada de tierra más pesada, echada por un enterrador que ponía su empeño en hundirlos más profundamente en la tumba".

Quizá debiéramos volver a leer la novela que mejor describe los siglos XX y XXI, y nuestros últimos días. Marcel Proust fue inmisericorde -y certero.

domingo, 15 de octubre de 2017

NINA PALEY (1968): THIS LAND IS MINE (ESA TIERRA ES MÍA, 2012)



Sobre esta dibujante y autora de dibujos animados norteamericana, véase su blog.

El título -el grito que no deja oír nada más- que da título al cortometraje no solo resuena en las tierras de la Biblia y el Corán. Otros relatos míticos y legendarios cubren otros parajes no tan lejanos.

sábado, 14 de octubre de 2017

ST. VINCENT (ANNIE ERIN CLARK, 1982)): NEW YORK (2017)



Sobre esta cantante norteamericana, véase su página web

Replicante

El reciente estreno de la película Blade Runner 2049 ha vuelto a poner de actualidad la figura del replicante.
Éste se define como una máquina, una creación humana, un robot con unas características formales y funcionales tales que lo convierten en un ser indistinto de un humano. Tan solo existe, en principio, una distinción "espiritual": carece de alma -aunque no de recuerdos, si bien éstos han sido programados. Tampoco pueden, que se sepa, reproducirse. Las diferencias son tan mínimas, que a menudo prestan a confusión y, de hecho, nunca queda meridianamente claro qué son -o quienes son.
La persecución que sufren cuando dejan de obedecer se convierte en una caza en la que no se sabe quién es el cazador.
¿Por qué se llaman replicantes, y no copias o dobles? ¡qué es una réplica, un término usual en el mundo del arte?
Copia, doble, imitación y réplica son sinónimos. Perca cada término introduce un matiz.

Doblar (o duplicar) y replicar son acciones que tienen una misma etimología. Se componen a partir del verbo latín plicare: doblar o enrollar (un pergamino, por ejemplo), que a su vez deriva del verbo griego plekoo: tramar, urdir, trenzar: un verbo que designa una acción constructiva en la que interviene un plan y cierta astucia gracias a la cual se combinan de manera armoniosa elementos antitéticos. El tejer o entrelazar aparece como la acción básica de toda construcción; ofrece la urdimbre de toda obra.

Replicar se diferencia de duplicar, sin embargo: en un caso se desenrolla un elemento, que se multiplica, mientras que la réplica conlleva un repliegue, una vuelta sobre si mismo. Un elemento se parte en dos, dando lugar a dos mitades que se superponen, la segunda cubriendo y, por tanto, escondiendo a la primera. A partir de entonces solo se descubre la cubierta. La primera mitad desaparece, queda anulada. Al mismo tiemplo, la réplica introduce cierta oscuridad gracias a la cual se cubre o se esconde la parte cubierta.

Una réplica posee ciertas características. La réplica es fruto de un diálogo. Dos entes se enfrentan pero mantienen una relación verbal. Ésta, sin embargo, no es pacífica. Una réplica es la devolución de un golpe. Contiene dicho golpe y lo reenvía. La replica contiene  -en todos los sentidos del verbo: frena pero también engloba, es decir, neutraliza- lo afirmado anteriormente. Una réplica encierra el enunciado emitido y le da la vuelta. Lo gira a fin de inutilizarlo, logrando así imponerse sobre lo afirmado anteriormente. Una réplica vence más que convence. Tiene como finalidad acallar la conversación. Una réplica pone un punto final al diálogo. Éste es imposible, porque todo lo que se enuncia es devuelto, invertido: Una réplica pone patas para arriba cualquier afirmación. Ésta se niega. Una réplica es una negación que deja sin habla o respuesta posible. Solo queda una voz

Una réplica, en latín, replicatio, es una vuelta sobre sí mismo. A través de la réplica, se toma conciencia de lo que es o de quien se es. Se vuelva al principio, a los principios, al punto de partida. Las órbitas celestiales eran réplicas. Se desanda lo andado. Todo lo efectuado deja de tener sentido. O mejor dicho, todo de pronto cobra sentido. El sentido, oculto, se revela. Todo lo que se había efectuado sin consideración alguna se despliega. Se evidencia lo que ha tenido lugar. La réplica pone las cartas sobre la mesa. El juego se interrumpe. Se pone fin a todo lo emprendido. Las voces enmudecen. Ya solo queda replegarse y esperar el fin. La réplica es una vuelta que deshace lo realizado pero, al mismo tiempo, manifiesta la trama seguida. La réplica desvela la verdad. Verdad ante la cual ya no queda respuesta alguna.


 

jueves, 12 de octubre de 2017

Utopía

"Una utopía no puede llegar a ser realizable si no consigue un consentimiento colectivo"

(Yona Friedman: Utopías realizables, 1977)

miércoles, 11 de octubre de 2017

JOSÉ HIERRO (1922-2002): VIDA (2000)

Después de todo, todo ha sido nada, 
a pesar de que un día lo fue todo. 
Después de nada, o después de todo 
supe que todo no era más que nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!». 
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!». 
Ahora sé que la nada lo era todo, 
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada. 
(Era ilusión lo que creía todo 
y que, en definitiva, era la nada).

Qué más da que la nada fuera nada 
si más nada será, después de todo, 
después de tanto todo para nada.


Agradecimientos a Marta Llorente, arquitecta y profesora

martes, 10 de octubre de 2017

GIL JAIME GIL DE BIEDMA (1929-1990): LAS AFUERAS (I, 1975)


Ciudad
ya tan lejana!
              
Lejana junto al mar: tardes de puerto
y desamparo errante de los muelles.
Se obstinarán crecientes las mareas
por las horas de allá.
              
Y serán un rumor,
un pálpito que puja endormeciéndose:
cuando asoman las luces de la noche
sobre el mar.
              
Más, cada vez más honda
conmigo vas, ciudad,
como un amor hundido,
irreparable.
              
A veces ola y otra vez silencio.


Agradecimiento a Marta Llorente