sábado, 25 de abril de 2009

EL PASADO DEL FUTURO, O NO FUTURE (EN SUMER)


Los sumerios eran proustianos.


¿Quién no cree que el futuro, por elusivo que sea, se halla siempre delante nuestro? Caminamos hacia el futuro (caótico o no) al que miramos, segura o temerosamente, de cara. Inalcanzable o no, constituye el fin de cada día. Nuestra vida está ordenada para dar satisfacción a este futuro, perfecto o imperfecto, que anhelamos y tememos -los planes de pensiones, los seguros, las garantías están allí para conjurar lo que de incierto tiene el futuro-. Sin embargo, no por esto bajamos la mirada ni dejamos de avanzar. Algunos lo llaman progreso (de progressus, o pro gressus, paso adelante). Algunos lo han situado incluso en la luna.


Por el contrario, el pasado está inexorablemente a nuestras espaldas. A medida que avanzamos, disminuye y se diluye hasta convertirse en una imagen diminuta y borrosa, hasta desaparecer. Lo que no nos preocupa, puesto que nuestra meta se halla al final de la perspectiva.


La visión que los sumerios, en Mesopotamia, entre los IV y III milenios, tenían del porvenir era radicalmente opuesta a la nuestra. El porvenir no venía hacia nosotros, sino que se alejaba. Los sumerios avanzaban como los cangrejos: dando la espalda al futuro. Lo que tenían delante, lo que podían mirar sin dificultad era lo que veían, lo que conocían perfectamente. ¿Acaso podía ser el futuro, imprevisible e ignoto? Necesariamente lo que no ofrecía misterio alguno era el pasado. Mirar hacia adelante, sin nostalgia, implicaba mirar atrás. ¿Para que esforzarse mirando el futuro, si nada se podía distinguir?


Esta "visión", sabia puesto que escéptica, de los sumerios, estaba de acuerdo con su concepción de la divinidad. Pese a que nada podía emprenderse sin el consentimiento de los dioses, éstos, caprichosos, autosuficientes, cuando no les deseaban el mal, se despreocupaban de los asuntos humanos . Se les debía rendir culto, ciertamente (ya que eran susceptibles y ariscos como unas estrellas en declive), sin esperar nada a cambio. La vida futura estaba abocada a la nada. Nada tenía que proponer. Sólo el pasado ofrecía unas asideras visibles.


En este sentido, las religiones politeístas (mesopotómicas, griega, romana) eran más realistas que las del Libro que proponían y proponen un futuro mejor, un futuro que siempre es futuro, que nunca se hace pasado, nunca cobra la densidad, casi irreal, del pasado. Nada bueno podía provenir del futuro.


De algún modo, no hemos avanzado con respecto a los sumerios, como siempre se nos cuenta, sino que hemos retrocedido. Una manera curiosa de rendir homenaje a su visión.


(Resumen de una discusión de sobremesa, propuesta y conducida por Jordi Abadal, recordando las enseñanzas de Lluis Feliu, profesor de sumerio en el Máster de Asiriología del IPOA en la Universidad de Barcelona).
(Foto: orante sumerio, Museo Nacional, Copenhague)

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