Didier Ben Loulou es un fotógrafo franco-israelí, que vive en Jerusalén. Desde los años ochenta fotografía ciudades mediterráneas, desvelando qué queda, como en Atenas, cuando el sueño cesa -como los Juegos Olímpicos de 2004, y la crisis económica y moral subsiguiente.
Estas imágenes, la mayoría tomadas para libros de fotografías, son un buen complemento -o antídoto- a la visión del Mediterráneo, en el tiempo del mito, o del sueño democrático ateniense -que siempre fue una ilusión que las guerras incesantes pusieron en su lugar-, que la muestra Mediterráneo. Del mito a la razón presentará a partir del 27 de febrero en Caixaforum de Barcelona (y posteriormente en Madrid).
Aunque la realidad nunca puede empañar la capacidad, la necesidad de soñar, de evadirse de aquella, pese a los intentos terrenales y pedestres de tantos gobernantes y comerciantes por volver a poner los pies en la tierra y enfangarse.
Las ruinas que Ben Loulou retrata no son las ruinas arcádicas que los pintores románticos pintaron y que los turistas buscamos, obviando lo que les rodea. Son ruinas "construidas", presentadas de tal modo que nos hagan olvidar las ruinas que Ben Loulou nos pone ante los ojos. Nos muestra los otros -que obviamos-, que somos nosotros mismos. Bel Loulou es lector del filósofo de la alteridad Emmanuel Levinas, quien mejor ha definido quien es el otro, no como "otro", sino como nuestra imagen -de la que volvemos la mirada, pese a que nos la devuelve.
Hoy, se vuelca en Marsella.
Véase la página web de este fotógrafo.
http://www.didierbenloulou.com/
ResponderEliminarAhí sí se enlaza.
Algunas fotos me parecen notables. La luz y los colores recuerdan a los lienzos de los "africanistas" de principios del S.XX.
Saludos,
Santiago
Pensaba que el enlace suministrado se activaría fácilmente.
ResponderEliminarLa saturación de los colores es debido, al parecer, a una técnica no sé si recuperaba por Ben Loulou o descubierta por él, desde luego poco o nada utilizada por otros fotógrafos.
No todas las imágenes tienen el mismo interés, ciertamente. Por una vez he preferido las fotos en color a las en blanco y negro, sobre todo las que no muestran "nada", un paño de pared, una puerta oxidada, etc., hermosas y buenos símbolos de lo que acontece fuera del marco de la imagen.