jueves, 26 de junio de 2014

San Pedro en Babilonia




Quizá lo que separa al Protestantismo del Catolicismo sea la capitalidad romana de la cristiandad y que Pedro sea el primer Papa y los pontífices, hasta hoy, jefes de la iglesia y sucesores de Pedro.
Según la tradición, el apóstol Pedro (llamado, en verdad, Simón, siendo Pedro un apodo que juega con la palabra piedra sobre la que Cristo afirmó fundar su comunidad -su iglesia-, de la que Él era al mismo tiempo piedra angular, piedra de clave y puerta, y Pedro, piedra fundacional) emigró a Roma donde fue crucificado. En el lugar de la crucifixión, en lo alto del monte Aurelio, Bramante, en el siglo XVI, por encargo de los Reyes Católicos de España, levantaría el Tempietto (aun hoy dentro del claustro de la Academia de España en Roma), un templo cupulado, de planta circular, que evocaba la creación del orbe.
Estudiosos protestantes han insistido, lo que es cierto, que en ningún párrafo de los primeros textos apostólicos -Evangelios canónicos, y las Actas de los apóstoles- se indica que Pedro, tras su excarcelación en Jerusalén, se dirigiera a Roma. Solo se indica que partió. No se precisa dónde. ¿Antioquía, quizá? No se sabe.
El final de la Primera epístola de Pedro puede ofrecer una respuesta. Pedro escribe desde una comunidad de Babilonia. Esta mención ha hecho correr ríos de tinta. La iglesia católica ha interpretado que Pedro se refería a la corrupta Roma. Babilonia, tanto en el Antiguo Testamento, como en el Apocalipsis de Juan, es una ciudad denostada; en el Apocalipsis, Babilonia es, en tanto que una ciudad de perdición, es una manera de referirse a la Roma de los Césares. La reciente gran exposición sobre Babilonia, organizada por el Museo del Louvre de París en 2008, dió por buena esta interpretación canónica. Se aduce, por otra parte, que Babilonía no era sino un campo de ruinas en el primer siglo dC, por lo que difícilmente Pedro pudiera haberse dirigido hacia esa ciudad.
Otros autores, católicos también, piensan que Babilonia es también una manera de aludir a una ciudad corrupta, pero ésta no sería Roma, sino la Jerusalén terrenal.
Sin embargo, la propia exposición del Museo del Louvre puso en evidencia que Babilonia seguía siendo una ciudad habitada en el primer siglo de nuestra era. Tras haber sido conquistada por Alejandro en el siglo IV aC, seguís disponiendo de un teatro, y el gran templo de Marduk acogía aún el culto al dios principal del panteón babilónico. La ciudad estaba en decadencia, las ruinas dominaban, pero aun era un centro comercial, y acogía a una comunidad judía. Babilonia no era una ciudad muerta, y perduraría activa varios siglos más, hasta casi la invasión árabe, en el siglo VII.
La equiparación entre Roma y Babilonia, a fin de significar la perversión de la capital del mundo, se halla en Juan, pero el Apocalipsis es un texto tardío, posterior a la Epístola de Pedro. Los estudiosos indican que denominar Roma como Babilonia no habría sido entendido (la Epístola no denota ningún tono crítico hacia Roma). Existía también una pequeña Babilonia en Egipto, sin importancia, desconocida, posiblemente, por lo que  Pedro podría no haberla conocido.
¿Estuvo Pedro en Babilonia? Sin duda, conocía la imagen que de esta ciudad da el Antiguo Testamento. Si hubiera estado, ¿fue a petición de una comunidad judía, que menciona, o fue para mostrar que el espíritu solo podía manifestarse resplandescientemente allí donde imperaba la noche?
¿Conocía a Marduk, el babilónico creador del universo?
Seguramente, preguntas sin respuesta.

El día de San Pedro se aproxima...

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