miércoles, 11 de enero de 2017
Calma (estatuaria sumeria)
Los artistas futuristas querían guerra. alababan las armas para acabar con órdenes y formas caducas y dar paso, tras una tabula rasa, a un nuevo mundo.
Esta visión tan combativa del arte no tuvo predicamento en todos los artistas.
Pese a que Joan Miró quiso "destruir la pintura" -con unos lienzos un tanto patéticamente quemados al final de su vida-, visitaba regularmente el Museo del Louvre de París -ciudad donde pasaba la mitad del año-. Las salas que más afeccionaba, declaró durante una visita conjunta con Pierre Schneider, eran las dedicadas al Próximo Oriente antiguo. Mientras casi despreciaba el arte babilónico -seguramente con razón- por exhibir excesiva técnica y pocas emociones, alababa el arte sumerio. Las salas que acogen obras sumerias eran "sus barrios", su mundo. Lo que más le emocionaba era la calma que transmitían las estatuas.
Calma era también lo que Henry Moore, a principios de los años treinta, sintió ante las estatuas exentas, sedentes o de pie, del rey neo-sumerio Gudea, con los ojos bien abiertos y las manos juntas, en un gesto que puede leerse como de sumisión, imploración o respeto, y cuando las estatuas exentas, de pie, de orantes del templo sumerio de Khafaje (en Iraq) fueron descubiertas por una misión norteamericana del Oriental Institute, expuestas y divulgadas en hermosos libros de arte de Henry Frankfort. Las estatuas expresaban calma e inspiraban calma. Eran figuras seguras y serenas.
Calma era una palabra que formaba parte del título de una célebre pintura de Henry Matisse de principios del siglo XX: Calma, Lujo y Voluptuosidad. La imagen era arcádica. Mostraba una escena edénica de otro tiempo. Un tiempo anterior al tiempo.
Arcádicas, primigenias -que no primitivas- aparecían las estatuas sumerias. Pertenecían a un tiempo armonioso, anterior a los conflictos, libre de éstos. Parecían mostrarse para serenar. Pero, al mismo tiempo, las emociones que poseían o suscitaban eran la prueba que pertenecían a tiempos que ya nada tenían que ver con el tiempo moderno. Su serenidad era símbolo de su extrañeza. No eran obras de arte humanas. De algún modo, nada podían decir. Miraban desde este otro mundo inalcanzable. Despertaban admiración, nostalgia pero también una sensación de incomprensión. No eran el origen del arte (occidental) como sostenían algunos críticos, sino que eran fruto de tiempos ajenos, con los que era imposible comunicar. Figuras ensimismadas, admirables y lejanas -que artistas como Moore, Giacometti, de Kooning o Miró, observaron e interpretaron-; figuras en cierto modo aleccionadoras y prescindibles a la vez.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Cuando en la exposición "Antes del Diluvio" me encontré con la estatua de Gudea y con los orantes sentí exactamente calma, sumisión y respeto ante algo que trascendía todas las categorías, salvo, tal vez, las de absoluto y misterio.
ResponderEliminarUn saludo, Carmen
Me ocurrió lo mismo. De los rostros de Gudea emana una insólita paz. supongo que también era perceptible hace cuatro mil años
EliminarMuchas gracias
Desde el inicio al primer contacto con Gudea y su posición inquietante reproduje con las manos las suyas…
ResponderEliminar…
…y encontraras una casa del alma entre tus manos donde se deposita una energia especial
Recuerdo intentar explicartelo en nuestro primer encuentro a lo que respondiste: ¡es imposible!
Te revelo la inspiración según la que interpreto El espíritu necesario, trata así: coloca tu mano derecha (voluntad) sobre tu abdomen torax extendida pero recógela con tu mano izquierda del corazón, que sujeta o sostiene: cuando el don de mando queda dulcificado o moderado o guiado por el corazón a esa actitud se la puede llama prudencia o buen gobierno
Una interpretación escultórica del arte de Sumer en ojos del conceptual del XXI
Los gestos de las manos no son espontáneos, sino que deben de estar codificados, y la extraña y forzada posición, casi imposible, quizá denote entre devoción y respecto, desde luego, el abandono de las armas imposibles de empuñar y, quizá, un símbolo de encuentro juntando manos
EliminarMuchas gracias por la hermosa lectura de las estatuas.
Me voy a meter en camisa de once varas, pero a mi me recuerda un mudra. De hecho buscando más en internet, google me ha remitido a una entrada tuya de este mismo blog de 2013, donde una de las estatuas reproduce una posición concreta que se utiliza para un tipo de meditación en yoga (en mi clase la profesora la imparte cada fin de año, se dedica una sesión entera a esa meditación, y la postura es justamente esa). Los mudras si se emplean adecuadamente en la meditación son útiles y tienen efecto. El yoga, hoy de moda para el dolor de espalda, es originariamente un compendio de ejercicios para sobrellevar las horas de meditación sin que el cuerpo quede machacado. Prepara al cuerpo para ello. Pero bueno, que seguro que es casualidad. Ya sabía que me metía en un jardín.
Eliminar¿Quién sabe si es una casualidad? creo que no se ha estudiado la posición de las manos de estas estatuas, cuyo significado también se desconoce, pero tu sugerencia es fascinante
EliminarMuchas gracias
PS: contesto tarde porque estaba en Iran y allí el acceso a blogs está vetado