jueves, 17 de enero de 2019

MIQUEL CIVIL (1926-2019)

Haya sido o no el origen de las culturas occidentales y del Próximo Oriente, en el sur de Mesopotamia (hoy el sur de Iraq), en el cuatro y tercer milenios aC, se hablaba y se escribía en una lengua, el sumerio -más tarde, una lengua muerta pero lengua diplomática y de cultura en Oriente hasta casi la época de Cristo-, escrita con signos cuneiformes, que se empezó a traducir a finales del siglo XIX, aunque aún hoy, se carece de una única gramática, y se dan múltiples palabras desconocidas. Se trataba de una lengua monosilábica, aglutinante: las distintas funciones o casos en una frase se marcan, no con declinaciones o preposiciones, sino con prefijos y sufijos que permitían matices que hoy se han perdido. Aquéllos se afinaban aún más gracias al verbo, siempre ubicado al final de la frase, precedido y sucedido por múltiples sílabas que indicaban, no solo qué tipo de funciones (sujeto, complementos, etc.) se incluían en la frase, sino con qué tono, con qué intención se pronunciaba o se escribía, matices casi imperceptibles que se nos escapan.

Empezó como religioso en la abadía de Montserrat (Barcelona). Quedó fascinado por libros sobre cultura mesopotámico. Se inició en la lengua sumeria. Dejó las órdenes y tras haber sido el mejor estudiante de uno de los gran grandes estudiosos de la cultura en sumerio -Samuel Noah Kramer, se convirtió en el sumerólogo más prestigiado, reverenciado y admirado de la historia. Apenas publicaba. Pero sus clases, sus notas, sus estudios eran una biblia. Sin sus conocimientos, la cultura del Próximo Oriente antiguo, hoy devastada por guerras y dejadez, sería aún más enigmática y olvidada. No existiría.
Hace cuatro días falleció Miquel Civil. Era miembro de la Universidad de Barcelona y del Instituto Oriental de Chicago. Ha sido seguramente uno de los mayores estudiosos de la lengua y la cultura mesopotámicas. El mayor filólogo, el más perspicaz que jamas haya existido.
Ni una noticia. Ni una mención. No ha muerto olvidado porque los poderes públicos catalanes y españoles nunca lo han reconocido. En algunos medios culturales norteamericanos, Barcelona era conocida por ser la ciudad de Miquel Civil.
Como si no hubiera existido nunca.
Si hubiera "rapeado" procazmente en sumerio...al menos nos indignaríamos del silencio y la indiferencia que lo ha envuelto. 

In memorian

Agradecimientos a Lidia Colomina -y, sin duda, Jordi Abadal, otro gran sumerólogo

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