sábado, 8 de mayo de 2021

Antigüedades

 




Los museos con colecciones arqueológicas no son siempre las hermanitas de la caridad. Incluso habiendo firmado acuerdos comprometiéndose a no adquirir y exponer obras cuya procedencia no puede rastrearse y no puede demostrarse que entraron a formar parte de colecciones privadas o públicas antes de los años setenta del siglo pasado, en ocasiones se han producido compras o aceptaciones de donaciones de obras expoliadas. Grandes museos internacionales han tenido que devolver obras, a veces de gran valor.

Los museos siguen normas que dictan que no se pueden exponer obras arqueológicas de procedencia dudosa, de manera a evitar “blanquear” o legalizar obras robadas de yacimientos saqueados.

Gobiernos de Perú, Méjico, Grecia o Turquía impiden que se incluyan en exposiciones con obras de sus colecciones públicas, obras de coleccionistas o de museos privados, adquiridas en el mercado posteriormente a los años 70. El gobierno griego prohíbe incluso que obras de la Grecia antigua, procedentes de colecciones públicas y privadas suizas, se incluyan en exposiciones que incluyen obras de museos públicos griegos.

Cualquier infracción a estas normas conlleva la exclusión  de la institución que organiza o acoge una exposición de cualquier otro préstamo y del circuito de exposiciones internacionales.

Existen anticuarios perseguidos por la justicia. También en España. Es por esta razón que sorprende que una institución prestigiosa  de Barcelona haya aceptado incluir estatuillas de bronce, alguna de cierto tamaño, que representan al dios romano de la guerra,  procedentes de un anticuario condenado recientemente por expolio de grandes obras romanas de yacimientos libios.

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