sábado, 25 de marzo de 2023

Fraude y falsedad

 ….son dos palabras ligadas al mundo del arte. Ambas designan objetos o la calidad de objetos que no son lo que parecen o que no poseen las virtudes que en apariencia atesoran. Ambas palabras pertenecen al vocabulario de la apariencia, de la imagen (engañosa).

Mas, ¿a quién engañan?

Fraude viene del latín fraus que significa, en primer lugar, mala dfe. Un fraude no es un objeto sino una acción que se practica cuando no debería llevarse a cabo o satisfaciendo deseos o atendiendo a fines que no deberían ser satisfechos. ¿Por qué? El engaño, la perfidia (dos de los previsibles significados del vocablo latino) llevan a la ilusión, entendida no como lo que eleva el ánimo, lo que deslumbra, encanta, sino como lo aboca a la decepción. Y quien es víctima del fraude es…quien lo comete. Fraus significa literalmente engaño que uno se produce (a sí mismo), lo que lleva al desencanto, a la desesperanza.

Fraus se asociaba a frustratio : decepción, desánimo, y al adverbio frustra, que se traduce por vana, inútilmente. Un fraude en una acción -y el resultado de la acción- que sólo causa un daño anímico a quien lo practica. El fraude es un abuso, que se vuelve contra quien lo realiza.  

Lo falso no se aparta de estas consideraciones. Falsus, en latín, designa un estado, el estado o la condición de quien se halla engañado; ¿por quién? De nuevo, por si mismo. Fallax es un falsario, un impostor que se ha creído sus propias historias. La madrastra de Blancanieves es el modelo del pérfido (la pérfida), que no quiere ver la realidad, y que se engaña a sí misma: se cree la más hermosa. Es cierto que el verbo fallere no se refiere solo a acciones dañinas: el engaño en el que uno decide vivir permite soportar el paso de las horas, el paso del tiempo, negándose a ver la decrepitud y la monotonía. Fallere significa finalmente poner buena cara a fin de mostrarse a uno mismo  que el tiempo no hace mella en el ánimo y en el cuerpo. La falso, en su origen, se asocia al disfraz, al maquillaje, con lo que se quiere evitar verse en un espejo como uno es. Y cuando cae la máscara, el daño se hace evidente: los demás huyen horrorizados, abochornados  o a carcajadas.

2 comentarios:

  1. Mientras leía no pude dejar de pensar en "La máscara de la muerte roja" de Poe. Una asociación no del todo libre, sin dudas.

    Saludos,
    J.

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    1. ¡Gracias por las sugerencias bibliográficas en las que no había pensado!

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