miércoles, 18 de enero de 2017
FRANCESCO TRISTANO SCHLIMÉ (1981): J.S. BACH (1685-1750), GOLBERG CITY VARIATIONS (2017): VARIACIONES GOLBERG (1741) & IANNIS XENAKIS (1922-2001), COSMIC CITY (1964)
El músico y arquitecto griego Iannis Xenakis -quien trabajó un tiempo en el estudio de Le Corbusier para quien proyectó el Pabellón Phillips (edificio y contenido) en la Exposición Universal de Bruselas de 1958- editó, en 1964 un ensayo -originariamente no ilustrado- titulado Cosmic City: el texto proponía un nuevo concepto de ciudad, basada en la extrema densidad, la mezcla de funciones, y el acortamiento de distancias, contrariamente al urbanismo desmadejado que proponía, entre otros, el mismo Le Corbusier. Los volúmenes remitían ,o al mundo geométrico, sino al orgánico.
El pianista y compositor, clásico y contemporáneo, luxemburgués, residente en Barcelona, Francesco Tristano Schlimé, ha creado, con la ayuda de un arquitecto y un programador, un concierto-instalación, estrenado en la Fundación Paul Klee de Berna, -se está aún ajustando-, y que espera tocar y mostrar en una gira mundial.
Mediante un complejo programa informático, las notas de las Variaciones Golberg de Bach (que Tristano Schlimé ha grabado para el sello Deutsche Grammofon), construyen, en una gran pantalla, la ciudad cósmica de Xenakis. Según el músico, la asociación no es gratuita: las Variaciones Golberg son uno de los pilares de la pianística clásica occidental, y se componen, se edifican como una verdadera construcción, construcción que se traduce a su vez en una segunda construcción, esta vez arquitectónica, que un día un arquitecto que era músico ideó.
Se trata seguramente de uno de los mejores conciertos que se puedan escuchar y contemplar hoy.
lunes, 16 de enero de 2017
HENRY MOORE (1898-1986): PROMETEO (1950)
Una próxima exposición en la Fundación Henry Moore situada cerca de Londres, a final de año, sobre la influencia de las artes de la antigüedad sobre el artista -que sucede a una exposición en Nueva York en 2015 sobre la interpretación del arte sumerio por artistas modernos, y que se presentará ampliada en la Fundación Joan Miró de Barcelona a partir de octubre de este año- ha llevado a fijarse en obras de Moore que revisan distintos mitos, como lo muestra una exposición, Myths and Poetry, en una galería de Zurich, hoy.
Entre las obras expuestas destaca un portafolio de quince litografías de Moore, de 1950. dedicadas al dios griego Prometeo que moldeó a los humanos -según una versión romana- o los ayudó, enseñándoles distintas técnicas artísticas, a sobreponerse a las calamidades que Zeus les lanzó porque disponían del fuego con el que echar luz en la oscuridad del mundo ensombrecido por la furia divina, fuego que el propio Prometeo (nombre que significa El Previsor) les entregó.
Prometeo pagó caro su apoyo a los humanos en contra de la voluntad del padre de los dioses: fue encadenado a un risco y a tener el hígado roído anualmente por un ave rapaz.
Zeus se vengó cruelmente: entregó a los hombres una estatua animada resplandeciente, dotada de todas las gracias concedidas por Atenea: Pandora, la primera mujer, que portaba una vasija cerrada que contenía todos los males, salvo un bien: la esperanza. Los hombres aceptaron el regalo que Pandora (que significa Todos los dones) les tendía, abrieron el recipiente y, al vez la nube de males que se expandía, la taparon precipitadamente, impidiendo que la esperanza despuntase.
La figura de Prometeo, sin duda, resonaba especialmente tras la Segunda Guerra Mundial.
Quizá hoy vuelva a ser de actualidad.
domingo, 15 de enero de 2017
Talibanes, o la maté porque era mía
La respuesta de Frank Lloyd Wright a la queja de los propietarios de Wingspread, una vivienda individual de finales de los años treinta en el estado de Wisconsin, que presentaba una gotera en el comedor, es conocida: "Muevan la mesa".
No es la única respuesta petulante y seca de un arquitecto conocido ante una gotera -también le Corbusier era proclive a esas salidas de tono- ni la única vivienda que forma parte de la historia de la arquitectura moderna que ha recibido críticas: el hijo del poeta Tristan Tzara comentó, siendo adulto, que la casa que Adof Loos construyó para sus padres en parís era muy incómoda.
Esas críticas, ¿hubieran justificado el derribo de la casa?
Una casa es una posesión en la misma medida que la casa nos posee. Una casa es un "bien", hace -o debería hacer- el bien. Una casa es uno de los dos miembros de una relación. Ésta puede descarrilar a menos que cada uno corrija su comportamiento ante el otro. Una casa se puede modificar y adaptar.
Una casa es un organismo vivo. No en un ente inerte, no es un objeto. Nos pertenece -o puede pertenecernos-, pero eso no implica que su vida esté enteramente en nuestras manos ni que podamos hacer con ella lo que queramos. Tampoco ella puede condicionar enteramente nuestra vida. Cada parte debe poner de su parte. Una casa se adapta, se transforma, y transforma nuestra vida.
Como todo ente vivo, una casa muere. Llega el día que se derrumba, que ya no puede, ya no quiere seguir con vida. Su vida ha dejado de tener sentido. Nos sirvió y la servimos. Nunca podremos decir que ya no sirve, pero ella es "consciente" que ya no merece seguir de pie. Las casas caen o se dejan caer. Por muchos arreglos y restauraciones que llevemos a cabo, pese a todos los puntales que la puedan sostener, la casa se deja ir. Tuvo su tiempo.
La casa decide caer. Podemos ayudarla a apagarse cuando intuimos que ésta es su voluntad. Diversos signos, griegas, ruidos, quejidos anuncian el fin. Debemos prestarles atención.
Toda otra actuación atenta contra una vida, como si pudiéramos hacer con ella lo que nos place. Si la casa es una cosa también lo somos nosotros. La casa nos humaniza. Es un signo de cultura. Somos humanos porque tenemos o tuvimos una casa. Si la derribamos, una parte nuestra también desaparece.
¿Qué pensar del derribo de la casa Guzmán (1972) de Alejandro de la Sota a manos de unos nuevos propietarios? Solo tenía cuarenta y cinco años. Quizá pensaran que la casa era suya sin darse cuenta que ellos también formaban parte de ella, y que dicha casa organizaba una comunidad y mantenía vivo su recuerdo.
Ninguna casa la sustituirá.
Las casas tienen memoria incluso -o sobre todo- cuando son derribadas.
Rebecca sigue viva.
No es la única respuesta petulante y seca de un arquitecto conocido ante una gotera -también le Corbusier era proclive a esas salidas de tono- ni la única vivienda que forma parte de la historia de la arquitectura moderna que ha recibido críticas: el hijo del poeta Tristan Tzara comentó, siendo adulto, que la casa que Adof Loos construyó para sus padres en parís era muy incómoda.
Esas críticas, ¿hubieran justificado el derribo de la casa?
Una casa es una posesión en la misma medida que la casa nos posee. Una casa es un "bien", hace -o debería hacer- el bien. Una casa es uno de los dos miembros de una relación. Ésta puede descarrilar a menos que cada uno corrija su comportamiento ante el otro. Una casa se puede modificar y adaptar.
Una casa es un organismo vivo. No en un ente inerte, no es un objeto. Nos pertenece -o puede pertenecernos-, pero eso no implica que su vida esté enteramente en nuestras manos ni que podamos hacer con ella lo que queramos. Tampoco ella puede condicionar enteramente nuestra vida. Cada parte debe poner de su parte. Una casa se adapta, se transforma, y transforma nuestra vida.
Como todo ente vivo, una casa muere. Llega el día que se derrumba, que ya no puede, ya no quiere seguir con vida. Su vida ha dejado de tener sentido. Nos sirvió y la servimos. Nunca podremos decir que ya no sirve, pero ella es "consciente" que ya no merece seguir de pie. Las casas caen o se dejan caer. Por muchos arreglos y restauraciones que llevemos a cabo, pese a todos los puntales que la puedan sostener, la casa se deja ir. Tuvo su tiempo.
La casa decide caer. Podemos ayudarla a apagarse cuando intuimos que ésta es su voluntad. Diversos signos, griegas, ruidos, quejidos anuncian el fin. Debemos prestarles atención.
Toda otra actuación atenta contra una vida, como si pudiéramos hacer con ella lo que nos place. Si la casa es una cosa también lo somos nosotros. La casa nos humaniza. Es un signo de cultura. Somos humanos porque tenemos o tuvimos una casa. Si la derribamos, una parte nuestra también desaparece.
¿Qué pensar del derribo de la casa Guzmán (1972) de Alejandro de la Sota a manos de unos nuevos propietarios? Solo tenía cuarenta y cinco años. Quizá pensaran que la casa era suya sin darse cuenta que ellos también formaban parte de ella, y que dicha casa organizaba una comunidad y mantenía vivo su recuerdo.
Ninguna casa la sustituirá.
Las casas tienen memoria incluso -o sobre todo- cuando son derribadas.
Rebecca sigue viva.
viernes, 13 de enero de 2017
BON IVER (JUSTIN VERNON, 1981): CAGLIARI (2011) & TOWERS (2012)
Tras el maravilloso y reciente disco 22 a Million del cantante canadiense de apodo Buen Invierno (Bon (H)iver), quizá se puedan recuperar estas dos canciones anteriores igualmente espléndidas
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SOL LEWITT (1928-2007): BRICK WALL (MURO DE LADRILLO, 1977)
Las filiaciones artísticas son a veces inesperadas. No habría podido asociar al dibujante y escultor minimalista norteamericano Sol LeWitt con el pintor impresionista francés Claude Monet.
Sin embargo, LeWitt fue no solo unos de los mejores intérpretes de algunas de las series de Monet -en concreto, de la serie de las Catedrales- sino que el estudio de las variación de las superficies y los volúmenes en función del tránsito del sol que emprendió Monet a principios del siglo XX determinó el arte de LeWitt, y dio nacimiento a un hermoso libro de artista dedicado a los imperceptibles cambios de un tosco muro de aparejo según la luz, que destaca algún ladrillo mal colocado o gastado, en detrimento de otro ensombrecido.
Dos tiempos corren: el tiempo que ha desvencijado el muro -otorgándole, sin embargo, "personalidad", volumen, cuerpo- y el tiempo que el paso de las horas señala mostrando a cada momento un detalle, una faceta distinta de las cosas.
El libro, a su vez se muestra como un muro, y el paso de las hojas coincide con el paso de las horas desvelando rasgos hasta entonces en la penumbra, mientras otros se ocultan. Muro frágil hecho de capas, de hojas, que el tiempo deposita y roba.
Un hermoso libro que no pudimos incluir en la muestra sobre cerámica y arquitectura en el Museo del Diseño de Barcelona -no se puede presentar todo-, a punto de concluir.
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