"¿Te has fijado en ese momento artesanal de los entierros en el que una veintena de familiares y amigos del difunto contempla como el albañil prepara la masa de yeso y embadurna las filas de bardos de la pared que cierra el nicho? Nadie se mueve hasta que el paleta ha concluido la obra, todos pendientes de sus gestos. Cada vez que he tenido que contemplar esa escena, no he podido dejar de sentir emoción: ese trabajo me ha parecido el mejor antídoto contra el dolor, contra la punta de nihilismo que te amenaza cada vez que se te muere alguien a quien quieres, o con quien has convivido. Esos veinte doloridos amigos y familiares contemplan el trabajo del paleta que evoluciona ante ellos, un elegante y sobrio bailarín, un atleta de gestos precisos, que despliega auténtico arte, ¿o es que el arte no es precisamente la mezcla de trabajo y representación? Prepara la masa, mide, coloca las hileras iguales de bardos, revoca, enluce. Con su trabajo nos anuncia que la vida sigue."
(Rafael Chirbes: Cremación, 2007)
lunes, 28 de agosto de 2017
domingo, 27 de agosto de 2017
MEHRDAD NARAGHI (1978): THE CITY (2014)
Sobre este ingeniero (fotógrafo y cineasta) iraní -expuesto en las Rencontres Photographiques de Arles de este año-, véase su página web
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Como la carne humana...
"...qué belleza es el ladrillo bien trabajado: resiste el tiempo más que la piedra, es más flexible, se deja moldear, late, y, lo que es aún más hermoso, lleva las huellas de las manos que lo colocaron, lleva incorporada su habilidad, su sabiduría, su alma, tiene alma. Como la carne humana, también el ladrillo está animado por un espíritu que lo habita, y es polvo que vuelve lentamente al polvo, arquitectura que se convierte en geología."
(Rafael Chirbes: Cremación, 2007)
NB: Cremación -sobre como la corrupción urbanística corre de parejo con la corrupción moral- es la mejor novela española desde la Fiesta del Chivo de Vargas Llosa.
(Rafael Chirbes: Cremación, 2007)
NB: Cremación -sobre como la corrupción urbanística corre de parejo con la corrupción moral- es la mejor novela española desde la Fiesta del Chivo de Vargas Llosa.
El genio de la botella
Durante años, en los años noventa y principios del dos mil, Turisme de Barcelona participó en la feria de turismo de Riad en Arabia Saudí para captar a un turismo pudiente que interesaba. Según qué años, la delegación se enfrentaba a problemas toda vez que estaba encabezada por una mujer que no podía asistir a las reuniones en la capital saudí.
Mientras, decenas de saudís (esposos, diversas esposas y servicio), vestidos con trajes propios, acudían a una clínica oftalmológica de Barcelona y se instalaban en un hotel de la parte alta de la ciudad. En ocasiones, se sentaban por la tarde en la acera ante la fachada del establecimiento. El tren de vida era tal que numerosos comercios de lujo (joyerías, etc.) se abrieron cerca del hotel.
No hubo ninguna queja.
Mientras, decenas de saudís (esposos, diversas esposas y servicio), vestidos con trajes propios, acudían a una clínica oftalmológica de Barcelona y se instalaban en un hotel de la parte alta de la ciudad. En ocasiones, se sentaban por la tarde en la acera ante la fachada del establecimiento. El tren de vida era tal que numerosos comercios de lujo (joyerías, etc.) se abrieron cerca del hotel.
No hubo ninguna queja.
sábado, 26 de agosto de 2017
WALT DISNEY (1901-1966): HOUSE OF THE FUTURE (LA CASA DEL FUTURO, 1957)
La empresa multinacional de plásticos y pesticidas Monsanto -hoy asociada a la empresa Bayer- financió el proyecto y la construcción de la casa del futuro, enteramente levantada con estructura, muros y techumbre de plástico, en el parque de Disneylandia en Los Ángeles en 1957. La vivienda fue proyectada por el estudio de arquitectos Goody & Clansy, del MIT de Cambridge (Mass.), fundado en 1955 y aún activo. La casa -o atracción- estuvo abierta durante diez años.
La casa es un precedente, una versión que se toma en serio -o una parodia involuntaria- de la casa moderna que Jacques Tati satirizó en la película Mi Tío de 1958.
Este documental se proyecta en este momento en la fundación Luma con motivo de Los Encuentros Fotográficos de Arles (Francia).
viernes, 25 de agosto de 2017
Calumnia
El diablo, una figura originada en el próximo oriente antiguo y no sólo bíblico, es el causante de los males. Híbrido, disolviendo los trabajosos límites entre lo humano y lo divino, el diablo tienta y conduce a la caída. Reina en el infierno pero ronda en la tierra. Sus objetivos sin embargo no son tanto los cuerpos cuanto las almas. El diablo mora en el interior de los humanos desde donde dirige sus acciones que hacen el más daño posible contra los otros pero también contra uno mismo.
Las acciones destructivas del demonio son la perfecta antítesis, la imagen invertida de las creativas acciones divisas. El diablo, incapaz de crear, y movido por la envidia, destruye lo que la divinidad crea. Su labor de limita a aniquilar la creación, ya sea eliminándola ya sea convirtiéndola en indeseable, ensuciándola.
El término diablo proviene del griego antiguo. Diabole sin embargo no se traduce por demonio, sino que significa división. Lo diabólico señala una quiebra, una ruptura. Ésta podía estar instituida por causas diversas, por ejemplo un desacuerdo temporal o permanente o una enemistad (que es otra de las traducciones de la palabra diabole). Esta desunión manifiesta pero también crea temor. El miedo se instala. Las posiciones se arman y se rigidizan, se defienden sin ya atender ni escuchar a las del otro bando.
Una de las causas de los desacuerdos duraderos es la enemistad provocada tan sólo una palabra que no se hubiera tenido que pronunciar, una palabra de más que ya no se puede borrar. La ceguera puede haber llevado a semejante imprudencia. Pero esa palabra puede haber sido pronunciada intencionadamente. La envidia -que significa literalmente una mirada dañina- puede haber llevado a lanzar un mal de ojo para dañar y fracturar al otro, para romper los puentes, interrumpir el diálogo para siempre. Los contendientes ya no se verán las caras, o se mostrarán a cara de perro. La tensión, el odio de instala y se cultiva.
Hablar mal crea divisiones. Engendra el mal. Una acusación es un ataque. Consiste en una denuncia. La acusación puede estar fundada, poniendo de manifiesto las malas prácticas o maneras, la mala educación, en comportamiento incorrecto del otro, pidiéndole que rectifique a fin de restablecer la armonía existente, el diálogo fluido y sin engaños, o estar infundada.
En este caso lo que se lanza es la que en griego antiguo se denominaba diabolos: la maledicencia. Entre las victimas de esta práctica destructiva se halló Sócrates condenado a muerte por las acusación injustificada e injustificable lanzada contra él.
Dios es el Verbo, el diablo el Rumor.
La palabra puede ensalzar y guardar un recuerdo imborrable, la presencia de una persona tras su desaparición física. La palabra canta y preserva las excelencias de un ser. Pero también puede destruir, socavando reputaciones, convirtiendo a un interlocutor en una enemigo, hundiéndolo, ennegreciendo su imagen hasta convertirla en irreconocible, en una mancha negra que mancha para siempre el prestigio, la buena imagen y obliga al maldecido, al maldito a desaparecer. Ya no puede vivir en comunidad. Se rompen todos los lazos con aquél. Se convierte en una sombra, en un errrante, se le condena a no tener un lugar en la tierra donde descansar. La maledicencia reduce a la nada.
Bien lo sabemos hoy donde vivimos . Las armas matan, las palabras avergüenzan.
El bochorno nos fuerza a cerrar los ojos, como si la vista de lo que tenemos delante fuera inaguantable, o como si todo estuviera sepultado en sombras.
miércoles, 23 de agosto de 2017
Creta y el toro
La cultura minoica cretense fue descubierta por el arqueólogo inglés Arthur Evans a principios del siglo XX. Célebre es el hallazgo del bien compartimentado Palacio de Cnossos, con varios niveles, presentado por Evans como la morada del mítico rey Minos, que incluía el laberinto proyectado por Dédalo para encerrar al Minotauro, un hombre-toro fruto de la pasión de la reina Parsifae, esposa de Minos, por un toro gigantesco -pasión suscitada por el dios Poseidón para denigrar a la familia real que no había querido ofrendar debidamente al dios de los mares.
Evans y sus ayudantes, los arqueólogos, padre e hijo, ambos llamados Émile Gilliéron, reconstruyeron parcialmente el palacio -que aún se visita tal como como lo dejó Evans- y los diversos frescos que cubrían los muros de las estancias.
Dada la relación que Evans estableció entre la cultura minoica y el mito del Minotauro, y dada la supuesta planta laberíntica del palacio, era necesario que los reyes minoicos hubieran rendido culto al toro sobre todo en este palacio. Algunos frescos, por tanto, tenían que representar escenas sagradas de lucha con un toro emblemático. al mismo tiempo, deberían haber existido sin duda ofrendas, estatuillas que manifestaran la devoción por este animal.
Y así aconteció. Los frescos, un desperdigado puzzle muy fragmentario de diminutos restos de pintura, fueron reconstruidos de manera que mostraran a las claras rituales protagonizados por toros; también se hallaron estatuillas con motivos parecidos, y figuras de marfil que representaban a una diosa empuñando serpientes, como símbolo del dominio del ciclo vital, animado por la fiera, creadora y destructora, de un toro bravo -un animal sagrado ligado al sol y las tinieblas.
Los Gillieron fueron los encargados de restaurar frescos y estatuillas. Es sorprendente el número de figuras desenteradas que muestran a jóvenes saltando por encima de toros, y de diosas empuñando serpientes, de diversos tamaños.
Los Gillieron establecieron un fructífero negocio de restauración en Atenas; también de producción de réplicas.
Hoy se sabe que estas réplicas no eran tales. No eran réplicas de obras antiguas, sino de originales modernos que los Gillieron fueron produciendo para dar fe de las interpretaciones que Evans y ellos mismos dieron de la cultura minoica: una cultura que rendía culto al toro y a una diosa-madre en contacto con el mundo de los muertos representados por las serpientes eternas.
Una exposición en el museo Ashmolean de Oxford -que un día fue dirigido por Evans- y pronto en Nueva York, muestra como unos arqueólogos, quizá de buena fe, crearon obras y restauraron pinturas creyendo ver en ellas una prueba de sus visiones. No interpretaban a partir de restos sino que éstos se fabricaban para probar sus especulaciones.
El éxito de las estatuillas minoicas llevó a museos y coleccionistas a adquirirlas a precio de oro. Hoy, se sabe que una gran parte de la imaginería minoica, es una creación modernista -solo hace falta observar los rostros de las diosas, tan parecidos a los de las divas del naciente cine mudo-, aunque los museos no siempre reconocen públicamente la falsedad; son obras, sin embargo, que hablan de sueños, de la importancia concedida a los sueños, a las culturas antiguas o "primigenias" como una fuente de sabiduría inmemorial, obras que testimonian que el pasado es una creación gracias a la cual podenmos sobreponernos al presente.
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