A mediados de los años cincuenta, pequeñas ciudades de la aglomeración de Venecia, asentadas en tierra firme, como Marghera o Mestre, ofrecían todo lo que la isla de Venecia no poseía: viviendas grandes y nuevas, unos incipientes centros comerciales, centros de ocio, escuelas y fábricas. Toda una generación de jóvenes, nacidos en la isla, la abandonaron para trasladarse a estas nuevas ciudades -o barrios de la gran Venecia-, donde fundarían familias. Los padres, en cambio, de mediana edad, permanecieron en la isla. Éstos fallecieron o se fueron a vivir a centros para ancianos. Sus hijos, ya mayores, y los nietos, permanecen en tierra firme. Las casas familiares venecianas quedan vacías. ¿Qué hacer?
La solución es obvia: tirar los muebles desvencijados -aún se encuentran por los rincones de plazoletas-, comprar muebles de Ikea, y alquilar las casas a los turistas.
Hoy Airbnb posee más pisos turísticos que la isla de Venecia pisos de alquiler.
La isla ya solo está habitada por cincuenta y tres mil personas. Recibe en cambio treinta millones de turistas, muchos por un día, al año. Si la isla se despuebla no es debido a la falta de trabajo o las peculiares condiciones de vida -circular en barca o vaporetto obliga a dilatar los tiempos-, sino por la falta de viviendas. Cualquier persona que desea instalarse en Venecia, o regresar, para siempre o una larga temporada, no puede. Ni siquiera si posee una fortuna. Salvo si su familia es veneciana -y es conocida-, los pisos solo se alquilan por días a turistas.
Los comercios cierran. Ya casi no se encuentran colmados, panaderías, tiendas con lo necesario para la vida diaria, sustituidas por restaurantes y tiendas de vidrio de Murano elaborado en China.
La alcaldía -presente y del pasado- no ve ningún problema. Fríamente, tiene razón: Venecia no se despuebla. Trescientas mil personas siguen perteneciendo al ayuntamiento de Venecia. La isla es solo una parte de (la gran) Venecia -del mismo modo, Manhattan no es Nueva York-. Murano, Burano, El Lido, y los asentamientos en tierra firme también forman parte de Venecia. Hoy, Murano sigue los pasos de la isla principal. Los talleres artesanales cierran sustituidos por pisos turísticos y albergues. Solo Burano aun ofrece alojamientos de larga duración, o viviendas en venta a precios asumibles.
El actual alcalde, independiente, pactó con Forza Italia y la Liga Norte, llevar a cabo un referéndum para dividir el consistorio de Venecia en dos: un ayuntamiento isleño y otro en tierra firme. Tras ganar las elecciones, se desdijo. Existe un creciente movimiento en la isla para que esta separación se produzca; mas los venecianos de tierra firme, que viven del alquiler de pisos turísticos en la o las islas, también podrán votar. Todo parece que no aceptarán una división que causaría una merma importante en sus ingresos.
Y así, pasan los años: Venecia se hunde, pero no debido a la subida del nivel del mar.
(Agradecimiento a un habitante del barrio de San Pietro, cerca del Arsenale, por la detallada descripción de la situación urbanística y social de toda Venecia, y de la isla, en particular)
viernes, 3 de mayo de 2019
jueves, 2 de mayo de 2019
DIANA KUNST (1990): DOORS (PUERTAS, 2018)
SCHWEPPES "Doors" from Diana Kunst on Vimeo.
Diana Kunst, fotógrafa y cineasta española que ha realizado, entre otras filmaciones, videoclips para Rosalía y Madonna.
Diana Kunst, fotógrafa y cineasta española que ha realizado, entre otras filmaciones, videoclips para Rosalía y Madonna.
Expediente (X)
¿Qué hubiera ocurrido, en los años cincuenta, si el ayuntamiento franquista de Barcelona, hubiera recibido una petición de préstamo de un monumento público, representando a un personaje adicto al régimen, de un conocido artista para una exposición antológica dedicada a este artista?
Supongo que la reacción desaforada de los cargos políticos franquistas hubiera sido fulminante: expedientar a aquellos probos funcionarios que, por cuestiones artísticas y no políticas, hubieran aceptado la solicitud de préstamo y hubieran retirado temporalmente el grupo escultórico, como acontece habitualmente cuando una exposición requiera la presencia de una obra en buen estado que no ha sido previamente solicitada por otra institución.
Esta reacción hubiera sido previsible en los años cincuenta, en pleno franquismo.
Pero no hubiera acontecido solo por el aquel entonces.
También hoy, en 2019, altos cargos políticos de ayuntamientos, temerosos de la oposición, expedientan a funcionarios sensibles que cumplen con su trabajo y permiten la difusión de la cultura y la presencia de obras públicas en exposiciones, porque consideran que las obras deben conocerse y valorarse por sus cualidades estéticas y no por su contenido, un tipo de reacción propia de culturas que aún creen en la identidad de imágenes y modelos, y confunden una obra con lo que representa. Esos cargos tienen a su cargo la cultura de una ciudad.
Con la iglesia siempre topamos.
Supongo que la reacción desaforada de los cargos políticos franquistas hubiera sido fulminante: expedientar a aquellos probos funcionarios que, por cuestiones artísticas y no políticas, hubieran aceptado la solicitud de préstamo y hubieran retirado temporalmente el grupo escultórico, como acontece habitualmente cuando una exposición requiera la presencia de una obra en buen estado que no ha sido previamente solicitada por otra institución.
Esta reacción hubiera sido previsible en los años cincuenta, en pleno franquismo.
Pero no hubiera acontecido solo por el aquel entonces.
También hoy, en 2019, altos cargos políticos de ayuntamientos, temerosos de la oposición, expedientan a funcionarios sensibles que cumplen con su trabajo y permiten la difusión de la cultura y la presencia de obras públicas en exposiciones, porque consideran que las obras deben conocerse y valorarse por sus cualidades estéticas y no por su contenido, un tipo de reacción propia de culturas que aún creen en la identidad de imágenes y modelos, y confunden una obra con lo que representa. Esos cargos tienen a su cargo la cultura de una ciudad.
Con la iglesia siempre topamos.
Perder la cabeza: Instalación del Monumento a Companys, de Francisco López, en el pabellón catalán en la Bienal de Arte de Venecia, 2019
Fotos: Tocho, dos de mayo de 2019
A las dificultades de trabajar en Venecia, por los problemas de transporte de material pesado - todo tiene que traerse en barca, el mar puede estar embravecido- y la irregularidad e inestabilidad del suelo, se suman el peso y el tamaño de ciertas obras que forman parte de la exposición Perder la cabeza (ídolos) que el pabellón catalán presenta este año en la Bienal de Arte de Venecia.
Entre éstas, destaca una estatua alegórica de Companys, del escultor realista, ya fallecido, Francisco López, expuesta habitualmente en la vía pública (Paseo de San Juan, cerca del Arco de Triunfo) en Barcelona. Se trata de un bronce de unos trescientos quilos y dos metros y medio de altura.
Extraer la obra de la jaula de madera en la que se ha transportado hasta Venecia y desplazarla por el pabellón hasta el lugar asignado ha conllevado una tarde de sudores, nervios y agujetas, colgada con múltiples cadenas de hierro de una alta viga de madera, base de una cercha, que crujía.
Halló finalmente su sitio.
(Agradecimientos a Favio Monza y a las personas del equipo de Artpercent por haber logrado lo que no hubiéramos podido llevar a cabo sin su entrega, esfuerzo y lucidez)
martes, 30 de abril de 2019
Alzamiento (Instalación de una estatua en el pabellón catalán en la Bienal de Arte de Venecia, 2019)
Filmaciones: Tocho, abril de 2019
Genaro Iglesias, un olvidado escultor catalán del siglo XX -tan olvidado que la fecha de su nacimiento se desconoce incluso-, fue un republicano, represaliado tras la Guerra Civil y condenado a no poder acercarse a Barcelona a menos de ciento cincuenta quilómetros a la redonda.
Se instaló en Balaguer (Lérida), malviviendo de los escasos encargos que recibía.
Entre éstos, un Monumento a los Caídos público que el General Franco inauguraría en 1963.
La composición estaba fijada con precisión: un soldado armado besando una bandera.
Una primera propuesta fue rechazada por el gobierno local: el soldado estaba desnudo.
La segunda versión sí se llevó a cabo. Era un bronce de cuatro metros y medio de alto y trescientos quilos de peso, fundido -en secreto- en Barcelona.
Mas, ¿respondía al encargo -pese a que fuera inaugurado por el jefe del Estado?
El soldado no era tal, sino un campesino; el arma, una azada; el casco, abandonado; la rodilla izquierda apoyada en la tierra; y la bandera, una especie de mástil, que recordaba vagamente a una pirámide.
A principios de los años ochenta del siglo pasado, con la llegada de los primeros ayuntamientos democráticos, el monumento fue retirado y almacenado.
El pasado republicano del escultor, su condición de represaliado por el gobierno franquista, y la ambigua o compleja iconografía del monumento han llevado a reconsiderar el ocultación del grupo escultórico.
Tras su presentación en la exposición Perder la cabeza -dedicada a las complejas vidas de monumentos públicos en Cataluña, adorados, retirados o destruidos recientemente-, en el pabellón catalán en la Bienal de Venecia de este año, la suerte de este imponente monumento, de regusto art decó, podría cambiar.
Hoy se ha alzado en la exposición que se está montando.
Agradecimientos al Excmo. Sr. Alcalde de Balaguer y a Carme Alós, directora del Museo de la Noguera de la misma ciudad, así como a Favio Monza y el equipo de Artpercent por haber logrado lo que parecía imposible: transportar el bronce a Venecia y levantarlo en el pabellón.
DAVID LEO GARCÍA (1989): LO FETAL (2019)
LO FETAL
“Dichoso el concejal apenas sensitivo
y más el diputado, porque éste ya no siente,
que no hay mayor coñazo que el de ser receptivo
hacia esos problemillas con que incordia la gente.
Hablar sin saber nada, refugiarse en lo incierto
y en cabezas de turco que deban un favor;
y el hallarse seguro de a quien cargarle el muerto
y estar por mí y por todos mis compañeros, por
los que se carbonizan y los que nos helamos,
y aquella asesoría donde enchufar tus primos
y el consejo que alienta con sus grandes reclamos,
¡y no saber si los votamos
o si les escupimos...!”
(David Leo Garcia)
“Dichoso el concejal apenas sensitivo
y más el diputado, porque éste ya no siente,
que no hay mayor coñazo que el de ser receptivo
hacia esos problemillas con que incordia la gente.
Hablar sin saber nada, refugiarse en lo incierto
y en cabezas de turco que deban un favor;
y el hallarse seguro de a quien cargarle el muerto
y estar por mí y por todos mis compañeros, por
los que se carbonizan y los que nos helamos,
y aquella asesoría donde enchufar tus primos
y el consejo que alienta con sus grandes reclamos,
¡y no saber si los votamos
o si les escupimos...!”
(David Leo Garcia)
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El sueño de una sombra,
Modern Times
lunes, 29 de abril de 2019
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