Un cuadro es, al mismo tiempo, un soporte bidimensional de un cierto tamaño, habitualmente rectangular o cuadrado -existen excepciones como los tondos, circulares u ovalados-, cubierto de pintura, y una imagen pintada. En el primer caso, el acento se pone en la materialidad del objeto, en el segundo, en la "idealidad", en la imagen que el soporte pintado compone, que se "desprende" del mismo y hace olvidar la los componentes materiales sobre los que se basa, que le han dado origen.
La palabra cuadro viene del latín quadrum o quadrus, cuadrado, y del verbo quadrare que significa desbastar (un trozo de madera para darle la forma de un paralelepípedo), armonizar y encuadrar (obviamente). El verbo quadrare pone el acento en el aligeramiento -la supresión de materia inútil- y el equilibrio hasta dar con una forma perfecta, en la que forma y materia se conjugan. Para "cuadrar" no se tiene que añadir, sino eliminar; se trata de un proceso de simplificación a través del cual, poco a poco, a golpe de cincel, la forma se depura y se perfila. Se trata, en fin, de un trabajo de calibrado, hasta que no sobre ni falte nada, dando lugar a una forma perfecta, es decir, que "cuadre" con su "idea" o forma ideal, con el "proyecto.
Esta familia de palabras latinas derivan también del latín quattuor: cuatro; una palabra que procede de un radical que se encuentra también en el griego tetra (que ha dado origen a palabras más cultas como tetralogía, u obra compuesta por cuatro partes).
Un cuadro tiene cuatro lados. Para poder pintar un cuadro naturalista a partir de un motivo -un paisaje, por ejemplo- es necesario previamente haberlo encuadrado: disponer de un marco cuadrado o rectangular ante la naturaleza, tenderlo entre ésta y nosotros, a fin de recortar qué se pintará. El encuadramiento consiste en una selección de elementos que se conjugan en una misma imagen. La imagen que se configura es primeramente mental: nos imaginamos qué elementos, que ya hemos segregado, destacaremos y con qué otros los armonizaremos; imaginamos dónde pondremos el acento, qué elemento consistirá en el centro de la imagen, que se organizará a partir de éste. El encuadramiento pone orden en la naturaleza, es decir la convierte en un paisaje o una vista. Ofrece un punto de vista -personal- sobre la naturaleza. Ésta no se proyecta directamente, sino que libra aquellos elementos que han sido encuadrados. Los bordes del marco, verticales y horizontales, actúan de guía. Las formas encuadradas se disponen en función de estos ejes; algunas se yerguen, otras se encajan, otras finalmente se encogen. Encuadrar significa poner orden, un orden militar que uniformiza una naturaleza que crece sin orden ni concierto. Cuadrar una persona es ponerla firme, en posición de firmes, como si el cuerpo estuviera trazado con una escuadra, jugando tan solo con ejes verticales y horizontales. La sinuosidad, imagen de confusión, de falta de rectitud, se proscribe: el mal despunta. Cuando algo no cuadra, en efecto, se detecta un desajuste; el conjunto, la suma pierde su forma; la confusión se inserta, cada elemento pierde el lugar que le corresponde, y la perfecta organización interna se desdibuja y se tambalea. La forma trazada a escuadra y cartabón se difumina.
Un cuadro, por tanto, es la transcripción plástica de una imagen encuadrada. Barthes observaba que un cuadro, así considerado, es la imagen de una imagen, siendo la primera imagen la segregación, la organización espacial que se consigue cuando se enfoca la naturaleza con un marco gracias al cual se seleccionan determinados elementos en detrimento de otros, y se rectifican, se corrigen las formas que, desde entonces, deben seguir las indicaciones de los ejes que el marco aporta.
El cuadro (pintado) es la constatación del orden impuesto. La pintura es la manifestación de un cierto desasosiego ante la confusión natural y la expresión del deseo de reorganizar, de rectificar el mundo, un logro que el cuadro consigue, liberando las formas del peso de la materia, convirtiéndolas en formas intangibles, fuera de nuestro alcance, a las que solo se llega con la vista, transformándolas en vistas intocables, descorporeizadas.