Fotos: Tocho, Mayo de 2021
Raras, muy raras son las exposiciones de arte íbero, en España y en el extranjero. Considerado a menudo como un arte provinciano, torpe, grosero, derivativo del arte fenicio y griego, las artes o las culturas íberas han sufrido además manipulaciones políticas, ya sea presentadas como la "esencia" de, paradójicamente, lo hispano o lo catalán, un arte autóctono, propio y personal, no "contaminado" por las artes orientales y clásicas.
La propia situación del museo de arqueología de Barcelona es o ha sido insegura. Durante muchos años -y quizá aún siga así- las autoridades quisieron desmontar el museo, uniendo sus colecciones a las de los museos de artes y tradiciones populares, y de etnología, para crear un gran museo costumbrista, en el que las aportaciones griegas y romanas se diluirían ante las artes "autóctonas". Esta inseguridad legal o estatutaria, ha llevado a un incesante baile de directores que, apenas nombrados, se enfrentaban a presupuestos irrisorios, estructuras avejentadas, museografía y museología, textos y presentaciones añejas -que nadie actualizaba dada la precariedad y temporalidad del museo, siempre a merced del cierre y desmantelamiento-, y abandonaban; cualquier modificación era siempre temporal. Los presupuestos eran casi inexistentes. El museo no tenía fondos ni para modestas exposiciones temporales. Carecía -carece aún- de catálogos. Se trataba de un museo fantasma, sin visitantes, desconocido, olvidado y abandonado, sufriendo la comparación con el muy ideologizado Museo de Historia de Cataluña -que expone, a través de réplicas, una historia gloriosa.
Barcelona se ha caracterizado por la existencia de múltiples pequeños museos municipales y de una errática o errónea política museográfica, que ha llevado, por ejemplo, al cierre del segundo mejor museo de cerámica europeo, diluido en el Museo del Diseño, en el que también ha quedado encerrado el antiguamente gran museo textil y de la indumentaria.
Pero parece que el museo de arqueología ha resistido. Desde hace algunos años, se han renovado las explicaciones, a falta de las presentaciones -aunque se acaba de ordenar la exposición permanente del altillo, con muy buenos retratos romanos-, y se ha logrado organizar excelentes exposiciones arqueológicas.
La presente muestra sobre arte íbero es una de las mejores exposiciones arqueológicas del siglo XXI en Barcelona. Con unas obras muy bien escogidas de una cuarentena de museos, unos textos y unas explicaciones, en paneles y pantallas de los mejores estudiosos, claros, la exposición plantea la complejidad, la dificultad de la interpretación de la cultura íbera, que van desde el marcaje ideológico y los lugares comunes hasta la imposibilidad del desciframiento de la escritura, mostrando cómo se ha fraguado un imaginario, que ha ido desde el desprecio hasta la exaltación del caudillismo. Una maravillosa lección de historia, en toda su complejidad, muy bien explicada, que acompañan obras, hermosas o intrigantes.