miércoles, 28 de diciembre de 2022

ROBERT ZIMMERMAN (BOB DYLAN, 1941): CIUDAD NORTEAMERICANA





















 Los trabajos de artistas que no se han dedicado al género artístico a  la que están adscritas las obras que suelen realizar en secreto y se exponen inesperadamente acostumbran a provocar reacciones de escepticismo ante su interés, comentarios irónicos y miradas condescendientes. Reacciones que se acrecientan cuando el artista es una figura conocida que nada tiene que ver con el mundo del arte, al menos que el tipo de arte expuesto. 
Es cierto que escasean los artistas capaces de destacar en varios géneros. Casi siempre logran exponer obras que no responden al tipo de trabajo habitual, y que despierten la atención crítica, no por los valores de este tipo de obras, sino por sus trabajos por lo que son conocidos. Incluso los dibujos atractivos de Garcia Lorca seguramente no serían  recordados si no fueran creaciones del admirado poeta, y los textos de Picasso no serían analizados si no los hubiera escrito él. Existen excepciones, sin embargo. Leonardo de Vinci o Durero fueron artistas tan diestros en las artes plásticas como en las literarias (aunque es cierto que sus textos destacan no tanto por su cualidad literaria sino por su agudeza teórica, como también ocurre con arquitectos clásicos como Palladio, cuyo tratado teórico está a la altura de sus proyectos y construcciones). Una excepción podría ser Víctor Hugo, poeta y dibujante, si bien hoy hoy se tiende a considerar que fue, en verdad, mejor dibujante y pintor, excepcional, desde luego, que poeta, pese a que en vida fue conocido y reconocido como escritor. 
Es cierto que la especialización es posterior al clasicismo, al menos en occidente (el poeta y pintor chino del siglo VII Wang Wei escapa , en efecto, a la compartimentación estanca entre los géneros artísticos occidentales , brillando en dos de ellos). Pero la porosidad entre las artes también se dio en occidente antes del siglo XVIII. Hildegarda de Bingen destacó tanto como pintora (una de las mejores de la historia), como compositora y poetisa. Bernini fue tan buen arquitecto como escultor -quizá incluso mejor como escultor-, y Rafael o Miguel Ángel brillaron en las artes plásticas y en arquitectura. Los poemas de Miguel Ángel, empero, no aguantan  la comparación con sus obras plásticas y arquitectónicas. Sí lo hace la poesía de Rafael, mas  ésta es muy escasa -Rafael tuvo una vida muy corta.
La especialización se ha fraguado con la modernidad. Si Le Corbusier puede ser considerado como un creador destacable, desde luego no es por su producción literaria ni pictórica. La calidad de su obra arquitectónica queda a merced de los críticos.
Se sabía que Bob Dylan pintaba. Alguna portada de un disco suyo fue ilustrada por él. Pero nunca o casi nunca se habían organizado exposiciones de sus cuadros, como hoy ocurre en los Estados Unidos.   ¿Se expondrían si no fueran pinturas de quién es? ¿Aportan algo a la visión casi tópica del paisaje urbano del centro de los Estados Unidos? ¿Responden a la imagen urbana que se espera, que se espera que el compositor y cantante Bob Dylan retrate? ¿Son comparables a las obras de Hooper? ¿Revelan una visión necesaria o superficial? ¿Recrean la ciudad americana con la capacidad poética de sus textos o canciones? Es posible que las respuestas sean sencillas.
















martes, 27 de diciembre de 2022

EMILY ALLCHURCH (1974): CAPRICHOS ARQUITECTÓNICOS Y LA TORRE DE BABEL (2003-2017)



















 

A partir del género pictórico menor occidental del capricho arquitectónico, aparecido a partir de finales del siglo XVI, en Italia, especialmente , y de la iconografía manierista y barroca protestante de la Torre de Babel (como símbolo del poder papal católico), la artista británica contemporánea Emily Allchurch, a partir de fragmentos fotográficos de centenares de edificios modernos, que combina en una composición imposible, recrea la imagen de la mítica Torre de Babel que se impuso en el siglo XVI: un edificio solitario, que empequeñece el entorno, aislado e inacabado, que ocupa toda la composición, a veces por encima de las nubes, como bien se narra en el Génesis.
Los “collages” de Allchurch ponen el acento en el carácter ilusorio o imposible de la torre , lo que acentúa su relación con el sueño: una construcción que solo tiene entidad en el mundo imaginario, una obra que, hoy, ya no sorprende y que debe retrotraerse al mundo fantástico para seguir manteniendo cierto misterio.

Sobre esta artista, véase, por ejemplo, su página web:

lunes, 26 de diciembre de 2022

WILFRIED MBIDA (1990): INTERIORES























 Wilfred Mbida, joven pintora del Camerún, a través del filtro del pintor norteamericano Edward Hooper, retrata interiores de amigos y familiares -dormitorios, salas de estar- en los que los enseres y los muebles tienen igual protagonismo que las personas -cuando éstas se hallan presentes, en una esquina, casi confundidas con lo que puebla el espacio, confrontadas a su entorno. Las telas, los muebles y los recuerdos son más perennes que las figuras, y perduran cuando aquéllas ya no están, aunque guardan las huellas de quienes moraron y pasaron. Las cosas son lo que mantienen los ligaments con el pasado y apelan al presente.
Mbida suele exponer en muestras sobre el imaginario arquitectónico, como, por ejemplo, hoy en París:

domingo, 25 de diciembre de 2022

KADER ATTIA (1970): ACEITE Y AZÚCAR (2007)


 




Una construcción masiva aunque dulce, un cubo que recuerda un edificio moderno, blanco como una casa mediterránea.

Lluvia negra; el petróleo viscoso cae lenta e incesantemente sobre la construcción, como una cubrición lisa y envolvente -una bendición que es una maldición- que se hunde y se disuelve.

La metáfora, hiriente, no necesita más explicaciones ni justificaciones.

Sobre el artista francés, de origen argelino, Kader Attia, véase, por ejemplo, su página web: 

http://kaderattia.de/biography/