miércoles, 28 de noviembre de 2018

RAYYANE TABET (1983): ARCHITECTURE LESSONS (2012)













Fotos: Tocho & Tiziano Schürch, noviembre de 2018



Tres delgadas capas superpuestas, de unos quince por ocho metros cada una, compuestas por  reproducciones en hormigón gris de ocho tipos de pequeñas piezas de madera de un juego de construcción infantil, encajadas unas contra otras, sin separación alguna entre ellas, formando un insólito mosaico de delgados cilindros, pequeñas pirámides y paralelepípedos de varios tamaños. Unas pocas piezas, ocho en total, están teñidas de colores vivos.
Una vez construido el  mosaico -un fino volumen dispuesto en el suelo-, se empieza a desmontar; se van extrayendo, levantando o girando piezas. Se excava a fin de llegar hasta los elementos que se quiere realzar. Poco a poco, el mosaico se orada. Aparecen cortes, fallas y taludes. Las piezas, hasta entonces horizontales, se disponen verticalmente, creando volúmenes que se destacan de la superficie superior, sobre todo cuando vierten hacia los huecos creados por la retirada o el alzamiento de las piezas. El paisaje urbano se funda en diversos estratos superpuestos. Éstos de desmontan, pero dan lugar a construcciones sólidamente ancladas. Éstas se alzan solo porque existen niveles de asentamiento, y los volúmenes que configuran algo así como una gran maqueta urbana solo cobran presencia cuando la base que los sustenta es desgarrada. Se construye hiriendo la tierra. Los cuerpos cobran forma tras el vaciado, los cortes profundos abiertos en la masa.
Nada une las piezas salvo la presión que ejercen unas sobre otras. Los alzamientos, los movimientos "de tierra", son los que mantienen las piezas en su sitio. Sin embargo, no se emplea ningún material de unión. Por tanto, las piezas son extraíbles (es un juego que, como todo juego, imita críticamente la realidad). Presentan un cierto juego. Se desplazan ligeramente. En cualquier momento pueden derrumbarse ante un envite excesivo. La instalación es una buena imagen de la suerte de Beirut, que se levanta sobre sus propias ruinas, ruinas con las que se reconstruye en el mismo lugar, capa sobre capa.

Architecture Lessons es una instalación del joven arquitecto y artista libanés, Rayyane Tabet -ya presentada en este blog, pero de la que hoy, tras su instalación, durante días, se tiene un conocimiento directo-, que el Instituto Valenciano de Arte moderno (IVAM, Valencia) ha incluido en la muestra Habitar el Mediterráneo que se inaugura el jueves 29 de noviembre, y que incide en la frágil condición de las estructuras arquitectónicas y urbanas, y los modos de vida que acoge, siempre a punto de desaparecer. Seguramente se trata de una de las obras más sugerentes de la exposición.

domingo, 25 de noviembre de 2018

TRIÁNGULO DE AMOR BIZARRO: BAILA SUMERIA (2016)



Sobre este grupo gallego, véase este enlace

Sujeto

La vida de las palabras sigue a veces vericuetos sorprendentes.
Hoy, un sujeto es tanto el tema de una obra (aunque habitualmente se emplea más bien la palabra tema) cuanto el protagonista de la misma. Un sujeto toma su destino en mano y piensa. Un sujeto se opone a otros sujetos y domina los objetos. Un sujeto no es objeto de discusión: tiene un as en la manga.
Sin embargo, las palabras sujeto y objeto tienen casi el mismo significado. Proceden de un mismo verbo latino -jacere-  que se traduce por yacer (estar, estar presente). Solo cambia la preposición, es decir, la indicación espacial. El objeto está situado "ob", delante, mientras que el sujeto se halla debajo, "sub". En ambos casos, sujetos y objetos son entes o seres emplazados, que ocupan un lugar, dominante o dominado.
Y lo que se encuentra dominado es el sujeto. Sujeto y súbdito son sinónimos. Un sujeto está a las órdenes del soberano. Pero éste solo puede desplegar su poder si existen sujetos. El superior se basa en la existencia de sujetos que lo reconocen.
¿Cómo ha podido el sujeto ascender tanto, hasta convertirse en el dueño del mundo?

Curiosamente, el cambio se ha dado través de la ficción, del arte.
Un sujeto se halla sujeto. Está a los pies de lo que lo domina. En este sentido, el subjectus latino equivale "al" hipótesis griego -de hupo, inferior, debajo, y thesis, del verbo tithemi: estar, permanecer. Una hipótesis es un hecho sometido (a discusión), un tema de discusión, que permite que "sujetos", sujetos al tema, dialoguen y se relacionen.
Esta posición inferior, subordinada, convierte al sujeto, sin embargo, en el fundamento de lo que reposa o se alza sobre él. Un sujeto es, por tanto, la base que sustenta un relato.

Los sujetos o temas literarios tienen a sujetos de protagonistas. Éstos están atados por la trama. Su vida depende de los hilos de la narración. Pero bien es cierto que los sujetos tienen el poder de ir tejiendo historias. Éstas se sustentan en la presencia de los sujetos, que conceden fuerza y viveza al relato.
Por tanto, un sujeto se adueña del relato. Actúa de portavoz. Lo que piensa, enuncia y emprende constituye el desarrollo de la historia. Un sujeto es un personaje. Mantiene las riendas de la historia. La conduce a buen fin. Desde luego, el sujeto existe solo en tanto que tiene una voz propia, exterior o interior, que piensa -en cómo proseguir. Un sujeto dice lo que es. Enuncia. Describe lo que tiene delante, los entes que yacen ante él, los objetos. Solo porque mantiene las distancias, porque los observa (en latín: ob-servare, guardar lo que se muestra; pero también mirar -guardare, en italiano-, respectar, reconocer: reconocer una existencia) desde cierta distancia, los objetos existen. Son para quien los tiene en cuenta. Pero, al mismo tiempo, un sujeto se manifiesta como un libre pensador cuando tiene objetos que dependen de él. Cuando el mundo se despliega a sus pies.
Sin sujeto ningún enunciado tiene sentido.

martes, 20 de noviembre de 2018

Gaza


Mohammed Al-Hawajri

¿Cómo exportar obras de arte de un territorio sitiado -cuando nada puede entrar ni salir?
No son armas ni objetos de ser utilizados como armas arrojadizas. Se trata solo de dibujos modernos para una exposición. Papeles sin enmarcar, sin protección alguna. Obras de pequeño tamaño, dibujos y acuarelas, nunca expuestos fuera de su territorio.
A escondidas. Invisibles. En fechas y maneras indeterminadas.
Doblando, plegando, enrollando los dibujos -que se dañan considerablemente-, portados no se sabe cómo ni dónde, a fin de escapar al control de  la policía que, inevitablemente, pese a todos los permisos de exportaciones legales, los podría requisar -o los requisaría sin dudar.
Del mismo modo, los artistas de Gaza no pueden acceder al único aeropuerto cercano, en Tell Aviv. Deben de desplazarse por carretera hasta El Cairo. En línea recta, 350 quilómetros. Por carretera, a través del desierto....
El Instituto Valenciano de Arte Moderno incluye obras de artistas contemporáneos de Gaza y Palestina en la muestra Habitar el Mediterráneo que se inaugura el jueves 29 de noviembre.
Las fotografías y vídeos se han enviado por correo electrónico para ser impresos y proyectados en Valencia.
Los dibujos también han llegado. No se puede saber cómo. Sí se sabe en qué estado.
Un artista de Gaza, Mohammed Al-Hawajri, debería impartir la conferencia inaugural.
Silencio. Ya no responde.
Algunas embajadas occidentales se desentienden.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Pirámide

La pirámide es el paradigma de la arquitectura egipcia. Pese a que se construyó sobre todo durante el Imperio antiguo, ha acabado por convertirse en la imagen de toda construcción faraónica. El tamaño descomunal, los lados lisos y brillantes, la forma cristalina, dura, geométrica, sin parangón con ningún ente natural, masiva, sin acceso visible, configuran una montaña abstracta que, a veces, ha sido interpretada como el origen de la arquitectura, o su sublimación. La pirámide es inhumana y no parece construida para los hombres. No es un hogar para los vivos.
Sin embargo, desconocemos qué palabra egipcia designaba lo que nombramos pirámide; cómo la nombraban, qué veían en ella. Pues, la palabra pirámide es griega, y lo que evoca pertenece al imaginario griego. La pirámide es una llama petrificada -pero no extinta, una llama eterna: pur significa fuego. La pirámide está permanentemente encendida. Es una forma -o una sustancia- esencial. El fuego se simbolizaba por un tetraedro (es decir, por una pirámide): puntiagudo como este cuerpo platónico, y tan afilado como él; un cuerpo capaz de rajar el cielo, o de quemarlo; pero también de alumbrar el mundo para siempre. La llama era el "alma" del faraón.
Pero esta forma también expresaba ternura, un gesto de humanidad, de entrega. Puramis -que significaba pirámide, en griego- era una palabra que también designaba una ofrenda alimenticia a los muertos, en forma de pirámide o de cono, seguramente un pastel de harina y miel rematado en punta. La pirámide aparecía, a los ojos de los griegos, como una ofrenda descomunal que debía alimentar eternamente el alma del faraón, y una luz o un fuego que alumbraba el mundo.
En ambos casos, la pirámide se situada entre la vida y la muerte: disipaba la muerte que rondaba la luz, y preservaba la vida del faraón una vez que había cruzado el umbral de la muerte. La pirámide, que para nosotros, es un emblema mortuorio, era  vista, por el contrario, como un signo de esperanza -que se imponía sobre la muerte-, un alimento para el alma, una luz eterna que ascendía.