domingo, 25 de noviembre de 2018

Sujeto

La vida de las palabras sigue a veces vericuetos sorprendentes.
Hoy, un sujeto es tanto el tema de una obra (aunque habitualmente se emplea más bien la palabra tema) cuanto el protagonista de la misma. Un sujeto toma su destino en mano y piensa. Un sujeto se opone a otros sujetos y domina los objetos. Un sujeto no es objeto de discusión: tiene un as en la manga.
Sin embargo, las palabras sujeto y objeto tienen casi el mismo significado. Proceden de un mismo verbo latino -jacere-  que se traduce por yacer (estar, estar presente). Solo cambia la preposición, es decir, la indicación espacial. El objeto está situado "ob", delante, mientras que el sujeto se halla debajo, "sub". En ambos casos, sujetos y objetos son entes o seres emplazados, que ocupan un lugar, dominante o dominado.
Y lo que se encuentra dominado es el sujeto. Sujeto y súbdito son sinónimos. Un sujeto está a las órdenes del soberano. Pero éste solo puede desplegar su poder si existen sujetos. El superior se basa en la existencia de sujetos que lo reconocen.
¿Cómo ha podido el sujeto ascender tanto, hasta convertirse en el dueño del mundo?

Curiosamente, el cambio se ha dado través de la ficción, del arte.
Un sujeto se halla sujeto. Está a los pies de lo que lo domina. En este sentido, el subjectus latino equivale "al" hipótesis griego -de hupo, inferior, debajo, y thesis, del verbo tithemi: estar, permanecer. Una hipótesis es un hecho sometido (a discusión), un tema de discusión, que permite que "sujetos", sujetos al tema, dialoguen y se relacionen.
Esta posición inferior, subordinada, convierte al sujeto, sin embargo, en el fundamento de lo que reposa o se alza sobre él. Un sujeto es, por tanto, la base que sustenta un relato.

Los sujetos o temas literarios tienen a sujetos de protagonistas. Éstos están atados por la trama. Su vida depende de los hilos de la narración. Pero bien es cierto que los sujetos tienen el poder de ir tejiendo historias. Éstas se sustentan en la presencia de los sujetos, que conceden fuerza y viveza al relato.
Por tanto, un sujeto se adueña del relato. Actúa de portavoz. Lo que piensa, enuncia y emprende constituye el desarrollo de la historia. Un sujeto es un personaje. Mantiene las riendas de la historia. La conduce a buen fin. Desde luego, el sujeto existe solo en tanto que tiene una voz propia, exterior o interior, que piensa -en cómo proseguir. Un sujeto dice lo que es. Enuncia. Describe lo que tiene delante, los entes que yacen ante él, los objetos. Solo porque mantiene las distancias, porque los observa (en latín: ob-servare, guardar lo que se muestra; pero también mirar -guardare, en italiano-, respectar, reconocer: reconocer una existencia) desde cierta distancia, los objetos existen. Son para quien los tiene en cuenta. Pero, al mismo tiempo, un sujeto se manifiesta como un libre pensador cuando tiene objetos que dependen de él. Cuando el mundo se despliega a sus pies.
Sin sujeto ningún enunciado tiene sentido.

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