martes, 26 de abril de 2011

Henry James: The Birthplace (la casa natal) (1903)

Los Gedge, una pareja de maestros que se va haciendo mayor, desencantada y asustada por la creciente falta de trabajo, reciben lo que parece la oferta de una vida, una propuesta que es un sueño: convertirse en los guardianes y los guías de la casa de el Poeta. Él -así lo presenta Henry James, como si de (un) dios se tratara- es una gloria nacional. Sus obras -u Obras- son un espejo en el que una Nación (Nación) se mira. Todo lo que produjo, expuso y tocó debe ser preservado y ofrecido a la contemplación extasiada y fetichista del público (ciudadanos convertidos en espectadores  de la grandeza inalcanzable del Poeta, a la que se les da la impresión de llegar por un momento cuando se les entroniza en la intimidad del espacio que ocupó, en el que habitó.

 La gestión y la explotación del espacio la lleva un ente abstracto, el Órgano. Éste pretende rentabilizar la posesión de la Casa Natal del Poeta. O lo que se afirma es Su Casa Natal. Los turistas acuden en masa. Un sinnúmero de grupos son organizados diariamente para recorrer los interiores donde, supuestamente, el Poeta creó. Ingleses y extranjeros, mayoritariamente norteamericanos, siguen las explicaciones del guía. Quieren ver, y si pudieran, tocar, lo que el Poeta vio y tocó, con sus mismas manos y ojos, quieren estar dónde Aquél estuvo. La visita culmina con la entrada en la Cámara Natal: la  habitación donde el Poeta nació, con el corro alrededor de la piedra central -que es el centro de la casa, el centro del mundo creado por el artista- donde el niño fue expuesto por vez primera.

 Los guías que precedieron a los Gedge, contaban un sinfín de anécdotas. Puntualizaban, hacían observar, matizaban, destacaban aquellos rincones en los que el Poeta se recluyó, los objetos que acariciaba y que, acaso, le inspiraron; lograban casi evocar la figura del Poeta desaparecido, como si aún morara en su Casa Natal.

Sin embargo, para Morris Gedge, el trabajo presenta un inconveniente. No es seguro que la Casa Natal lo fuera verdaderamente. Es muy posible que la hubiera habitado durante un tiempo, pero nada prueba que naciera allí, ni que la Cámara Natal hubiera sido un, Su dormitorio. Los muebles y los enseres que amueblan la casa  -la Casa- parecen antiguos, tanto como las vigas viejas o envejecidas, y los oscuros -u oscurecidos voluntaria, intencionadamente- porticones. Para los visitantes todo el interior huele a tiempo pasado, el tiempo del Poeta; para Morris, huele a una superchería. La casa es un decorado; si siquiera una reconstrucción de lo que fue, sino una invención. Ni el nombre del poeta es conocido.

 La Casa Natal es una máquina de hacer dinero. Todo un Órgano vive de los ingresos crecientes. La duda no puede instalarse. Es necesario actuar como si se creyera en la verdad de la Casa; una casa que no es cualquier casa, sino la Casa Natal, allí donde el Genio nació, se crió, se educó, y trabajo: la causa casi de su obra; el receptáculo o matriz de los Inmortales Versos.
El dinero que la Casa produce depende de la capacidad de los guías por hacer creer a un público entregado de antemano y crédulo que están asistiendo a un acontecimiento único: el encuentro con el fantasma del Poeta, el contacto con todo lo que le envolvió.

Lo único que salva a Morris es su capacidad por "hacer teatro": gesticula, exagera, alza la voz, adopta poses, como el Espíritu lo poseyera y le transmitiera lo que tiene que anunciar. Sus palabras son la Buena Nueva; el Poeta revive durante el tiempo de la visita, previo pago. Morris lo representa. El Poeta es él, el creador de la figura y el espacio del Poeta, que nunca existió.

Un cuento de Henry James, el mejor escritor del siglo XX, tras Marcel Proust, que retrata la avaricia de una sociedad y la degradación de la cultura, convertida, cincuenta años antes de que lo enunciara Guy Debord, es un espectáculo. O Espectáculo.

Algo que en Barcelona, los promotores, constructores y defensores de, por ejemplo, la Sagrada Familia -qué mayúsculas- saben bien (hay quien ha visto el espectro del Arquitecto rondando por la cripta); o de las casas modernistas transformadas en cuencos vacío listos para llenarse de incautos.

Texto original en inglés en: 
http://www.henryjames.org.uk/birthp/home.htm

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