domingo, 10 de abril de 2011

La frontera de lo invisible (maquetas de arquitectura Mezcala)


Maquetas arquitectónicas existen en todas las culturas antiguas. Parecen maquetas de arquitectura, semejantes a las que los arquitectos realizan, pero no suelen ser tales: No son representaciones en miniatura de edificios, sino arquitecturas en miniaturas: verdaderas construcciones adaptadas a los peculiares usuarios que las habitan: las almas de los difuntos (los muertos, los antepasados).
Estas supuestas maquetas, en efecto, provienen siempre de contextos funerarios, religiosos o rituales. Están hechas a imagen de la casa de los vivos, pero no son imágenes sino moradas diminutas en las que se cobijan espíritus. Se las suele llamar casas de alma o de los espíritus, y algunas culturas tradicionales aún las emplean. El cuerpo yace en la tumba,  la estatua funeraria reemplaza al cuerpo, sostén del espíritu, cuando desaparece, y la casa abriga a éste.

La muy poco conocida cultura precolombina Mezcala, de hace unos dos mil trescientos años, en el estado de Guerrero en la costa oeste de México, posee unas maquetas arquitectónicas insólitas, empero. Éstas son, posiblemente, templos más que viviendas. Son de piedra dura, y suelen tener unos veinte centímetros de ancho por unos diez o quince de alto. Piezas pequeñas, e imperecederas. Lo curioso es que se comoinen de un solo plano. Maquetas -objetos tridimensionales no son-; mas bien parecen imágenes bidimensionales de maquetas. Imágenes de edificios en miniatura. Se componen de una fachada, casi siempre porticada, sobre un alto podio, precedido por una escalera (no queda claro si ésta se sitúa ante el podio o dentro de éste). Ante la escalinata, asomándose por entre la columnata (o es así como se suele interpretar la imagen), una estatua (o una presencia antropomórfica). Estatuas de culto, o habitante espectral del templo o de la morada. Morada que, sin duda, es o reproduce un santuario mas que un edificio doméstico.

Este objeto es plano; es un plano: una frontera. Traza o visualiza una frontera. El objeto, por tanto, no se halla en el espacio, sino en el límite de éste, es decir en la frontera entre dos espacios; el espacio terrenal o visible, y otro espacio, en el que moran seres sobrenaturales (deidades o difuntos) que se asoman a nuestro mundo desde este plano liminar. Tales "maquetas" permiten, entonces, el contacto con el otro mundo. Nos abocan a las puertas mismas del ultra mundo; abren una puerta a través de la cual, vivos y muertos, mortales e inmortales comunican.  Un santuario es siempre una porción de espacio sobrenatural encarnado en la tierra; constituye un territorio extraño. Las "maquetas" Mezcala, sin embargo, no traen el espacio sobrenatural a la tierra, sino que permiten que ésta se aboca a aquél. El contacto entre los mortales y los inmorales se produce así, no en un recinto especial (el santuario, imagen o doble del espacio sobrenatural) sino en la misma tierra; en los confines de la tierra, confines que la "maqueta" evoca. De este modo, la "maqueta" Mezcala translada a los vivientes a los límites del mundo; los conduce al límite; los pone en contacto con lo que les rebasa, lo que les lleva hasta los límites de sus posibilidades, permitiéndoles una experiencia sobrenatural, un contacto con éste desde el propio ámbito humano.
La arquitectura, es este caso, transporta al ser humano. Le invita, le facilita un !transporte". Se trata de un vehículo gracias al cual el ser humano experimenta los, sus límites. Le ayuda conocer sus límites, asumir, por tanto, su mortandad, su condición humana, mortal. La arquitectura Mezcala hace humano al humano, le permite tomar consciencia de su condición mortal, pues le traza los límites de su mundo, del espacio que habita, ocupa. Le marca la frontera que no puede transpasar.

La arquitectura suele ofrecer un techo, un abrigo. Encierra, por tanto. Recluye al ser humano en una celda, dentro de la que se guarece o se acurruca. Las maquetas Mezcala, sin embargo, abren el mundo de los hombres, permitiéndoles saber cual es su lugar, dónde se sitúan, y cual es el umbral que no pueden franquear. Transforma, por tanto, el espacio en un espacio propiamente humano -pero pone a éste en contacto con el otro mundo. Es más, el espacio de los humanos solo se concibe, y se estructura en relación con el otro mundo, y puesto que ésta en relación con éste, relación o contacto que la maqueta facilita y visualiza.

La arquitectura Mezcala hace al humano humano, no porque lo recluya sino porque le hace comprender que es mortal, y asumir su condición. Nunca la arquitectura había sido más necesario como medio para humanizarnos, es decir, para mostrarnos cuales son los límites de nuestro mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario