sábado, 19 de agosto de 2017

La pertinencia de la imagen

Supongo que es difícil responder con la cabeza fría acerca de las imágenes del atentado terrorista de Barcelona. La pertinencia de la imagen se discute cuando muestra algo que no querríamos que hubiera ocurrido o que no querríamos ver.
Algunos estudiosos alaban la portada de un periódico que no ha incluido ninguna fotografía del atentado de Barcelona -de sus efectos mortíferos- sino una cuidada composición gráfica, considerada "digna".
¿Por qué? La portada incluye una imagen -compuesta por motivos geométricos, letras y colores contrastados. Se podría calificar de abstracta -o de geométrica. Algunos artistas que practican o practicaban  la abstracción geométrica sostenían que sus imágenes no eran imaginarias sino que traducían la realidad de manera no naturalista, pero más efectiva que el naturalismo.
Desde este punto de vista, se podría pensar que la imagen gráfica de la portada del periódico en cuestión refleja mejor lo acontecido que una imagen fotográfica.
Sin embargo, no se cuestiona la capacidad evocadora de una imagen -es decir su cualidad estética-, sino su dignidad -o, mejor dicho, la traducción o expresión de un acto digno: una lectura ética y estética.
Es decir, la abstracción sería más "ética" que el naturalismo.
Esta consideración no es nueva: es la que defendían y defienden los iconoclastas, debido a la incapacidad de la imagen por traducir la realidad, o por su capacidad (considerada peligrosa o dañina) de confundirse con la realidad, lo que si bien por un lado pone al espectador en contacto directo con la realidad, por otro, le ofrece una imagen "plana",, llevándole a equivocarse sobre lo que la realidad "es" -confusa, compleja, contradictoria, formada por planos y pliegues, por saltos espaciales y temporales, por luces y sombras.

Las imágenes de guerra -no solo pinturas y dibujos, sino fotografías y filmaciones- pueden ser difíciles o imposibles de contemplar: una niña desnuda corriendo en llanto y en llamas en medio de campos gaseados; un soldado cayendo tras recibir un disparo mortal; los rostros atrozmente desfigurados de soldados durante la Primera Guerra Mundial. Y no seguimos. Fotografías a veces anónimas, en blanco y negro o en color, de personas que no han autorizado ser retratados, la divulgación de la imagen, ni sus familiares, al menos cuando la publicación de la imagen.
¿Debemos condenar esas imágenes? No es imposible. La cuestión puede plantearse y debatirse. ¿Qué función tenían? ¿Cuál era la intención del fotógrafo? Hoy se sabe que la mítica imagen de un soldado cayendo, tomada en un frente durante la Guerra Civil española, fue escenificada. ¿Es ético? ¿Invalida su cualidad estética -si es que la tiene? ¿Debería prohibirse su difusión, fuera o no un montaje? Son preguntas acerca de la legitimidad de las imágenes cuyas respuestas dependan, como todo lo relacionado con la teoría de la imagen, de juicios y prejuicios personales. Las buenas intenciones no siempre producen "buenas" imágenes, ni éstas son siempre "éticamente" defendibles. ¿Se debe prohibir su difusión -o permitirla solo dependiendo de la intención del fotógrafo, del objetivo perseguido (nunca mejor dicho? Las fotografías de seres humanos reducidos a huesos en los campos de exterminio nazis, de torturados en los campos de Pol Pot, de agonizantes en gulags, ¿son imágenes que quieren advertir de la inhumanidad de los opresores o de los condenados? ¿Quien ha tomado esas imágenes? ¿Cómo juzgarlas? Hoy se sabe que algunas fotografías en campos de concentración no fueron tomadas tras la liberación de los mismos sino por los guardianes para burlarse de los prisioneros. Las fotografías tomadas por los aliados y por los nazis son idénticas. Documentan una misma realidad. Obviamente tienen un sentido muy distinto pese a revelar una misma realidad. Pero ¿como podemos saber qué se perseguía al tomas esas imágenes? ¿Quién las tomó?, una información necesaria para poder juzgarlas. Ante la duda, ¿debemos condenar su exhibición? No sé si hay respuesta, o una sola respuesta.
La imagen es turbadora. Revela lo que no querríamos ver. Desvela intenciones que no querríamos existiera -desde la del asesino hasta la del fotógrafo quizá morboso.

Han existido y existen culturas, o periodos históricos, en que se ha prohibido su realización y su divulgación, ya sea de cualquier imagen, ya sea de una imagen naturalista, o de una imagen antropomórfica reconocible. incluso en este caso, el debate no es sencillo. En cierta épocas, se permitía la imagen del hijo de Dios, pero no del Padre. lo que distinguía una imagen antropomórfica de otra eran los atributos, o las cartelas. Del mismo modo, una imagen humana y una imagen del Profeta Mahoma, que es un humano, se distingue solo por el contexto a veces, o por un texto que acompaña la imagen. Es el texto que otorga el contexto que permite decidir acerca de una imagen. Quizá aquí resida una posible respuesta a preguntas que nos rondan desde hace dos días.

6 comentarios:

  1. Me he planteado esto ante algunas imágenes etnográficas,especialmente de mujeres que iban prácticamente desnudas .Seguramente no se habrían dejado fotografiar si hubieran sabido lo que iban a pensar y decir de ellas los varones europeos que vieran esas imágenes

    En cuanto a las imágenes de los atentados ,es verdad que es la manera de proteger a víctimas y familiares y también una forma de no dar publicidad a los terrorista.

    Sin embargo ,también te planteas que ver la crudeza de las imágenes da idea de las consecuencias y del horror de un atentado ( o una guerra o una dictadura ) y eso mueve a rechazarlo.
    Si se queda en algo abstracto ,inmaterial ,se puede olvidar más fácilmente y no suscitar una reflexión

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    1. Es muy cierto que las imágenes etnográficas han expuesto a las personas retratadas a una mirada a veces destructiva o condescendiente, si bien casi siempre todo encuentro acaba mal. No soy muy optimista.

      ¿Mostrar o no mostrar? ¿Qué mostrar? La realidad es muy dura a veces, pero si cerramos los ojos, si no vemos nada, es posible que no seamos capaces de ponernos en el lugar del otro y de entender, siquiera someramente, lo que siente, sufre, la víctima, lo que se padece como víctima.
      La imagen no suple la experiencia, y la experiencia no siempre es deseable, mas cuando se produce un acto tan destructivo, quizá sea necesario "tomar conciencia" -tener conciencia, en sentido literal, moral-, es decir, poder visualizarlo -lo que implica, a veces, contemplar el horror en el rostro doliente. Imagen casi insoportable, de la que apartamos la vista pero que al menos nos hace sentir, casi dolorosamente, qué ha ocurrido.

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  2. Por otra parte ,creo que cuando fueron los atentados a las torres gemelas se prohibió la difusión de imágenes de heridos para impedir mostrar humillados a los Estados Unidos

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    1. En efecto, se prohibieron y no se respetó esta prohibición.
      Hoy, creo que hay familiares y amigos que hubieran querido saber qué había ocurrido para tratar de imaginarse, si quiera mínimamente, qué habrían vivido -esperando que no hubieran sufrido un infierno- sus amigos o familiares desaparecidos.
      Solo se ha reproducido una caída por su aspecto casi simbólico, como si de un ángel volara.

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  3. Comparto todas esas preguntas cuyas respuestas parecen quedar a merced de cada uno o incluso de debates más amplios. Uno llega a veces a la conclusión de aquella expresión literaria ya clásica de que "nada hay verdad ni mentira..." etc. Solo se me ocurre aportar mi modesta opinión al respecto de que la cantidad de imágenes de reportajes o pintura o fotografía que he visto a lo largo de la vida sobre temas históricos, la mayoría del siglo pasado, me han hecho pensar, reflexionar, sentir, emocionarme, me han ayudado a sacar conclusiones siempre parciales, obviamente, y me han empujado a prospectar más información sobre lo que había detrás de todas aquellas imágenes, es decir a interesarme por los temas históricos, las motivaciones humanas que se debaten entre las vidas cotidianas y las situaciones de conflicto extremo, etc. Otra cosa es que nos hayan manipulado imágenes, censurado, ocultado, incluso.

    Cada vez que visito El Prado me parece un mundo increíble de conocimientos históricos, de conductas humanas, de vivencias. Por supuesto que uno puede aprender allí de estilos, visiones, tratamiento plástico de temas, técnicas, etc. de la pintura como tal, de sus autores y ámbitos de trabajo, pero a la vez nos ofrece un repertorio temático maravilloso y complejo, enorme, largo y profundo sobre mitos, formas de vida, sentimientos, episodios históricos, etc. Plantarme ante la obra de Goya me sobrecoge, en cada visita me interrogo más sobre el tema español, digamos, porque no es un mero relator o etnógrafo, es intérprete de emociones colectivas que para los que nos ha dolido tradicionalmente este país ejerce como catarsis. En fin, que el tema sería largo, sólo quería agradecer que se me permita este desahogo.

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    1. La pintura, en efecto, nos aporta una visión del mundo que debemos a su vez interpretar. Nos puede ayudar o desagradar, provocar entusiasmo o rechazo pero, al menos, nos abre los ojos sobre lo que no vemos o no siempre queremos ver. El mundo cabe en un museo.El museo engrandece, física y moralmente, al mundo -al menos, lo dota de moralidad, lo vuelve significativo-.
      Muchas gracias por compartir sus impresiones.

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