miércoles, 30 de agosto de 2017

Lugar común

Existe una maravillosa y compleja expresión española: lugar común.
Un lugar común es una evidencia; una banalidad; una obviedad. De los lugares comunes no se puede de ir nada, ya no merecen que se les comenta. Todo ha sido dicho ya. Cualquier frase sería una cansina repeticion. Nadie quiere escuchar, ni explorar un lugar común. Espacios transitados incesantemente, gastados. Ya no poseen secretos, rincones sorprendentes. Todo está a la vista. Un lugar común es como un guante al que se le hubiera dado la vuelta, con todas sus interioridades expuestas a la vista de todos. Los lugares comunes son, en el fondo, los más misteriosos y ocultos, precisamente porque ya nadie se ocupa de ellos, nadie reflexiona sobre ellos. Los lugares comunes han dejado de ser un tema de estudio, de constituir una preocupación. Se han vuelto invisibles. Nadie osa recorrerlos, ni mencionar su existencia. Son espacios vetados, como si fueran espacios sagrados, pese a su carácter eminentemente profano. Han sido profanados, usados desde hace tanto  tiempo. Todo el mundo cree conocerlos. Todo el mundo ha estado allí (y nadie quiere reconocerlo, nadie quiere reconocerlos, como si se temiera decir algo insustancial, y quedar como alguien inconsecuente. Los lugares comunes son siempre para los otros, aquellos que despreciamos, que no queremos encontrar, con los que no querríamos ser vistos juntos). Lugares ambiguos, vetados y evidentes. Tierra de nadie, ni humanos ni divinos. Carecen de vida. ¿Quien se refugiaría en un lugar común, sabiendo que cualquiera daría por sentado que estaría allí o, quizá, por el contrario, dado que los lugares comunes no merecen atención alguna, permanecería abandonado u olvidado, el refugiado dejado de la mano de dios?.
No hay nada menos común que el lugar común. El lugar común no se comparte, se esconde.




No hay comentarios:

Publicar un comentario