lunes, 26 de marzo de 2018

FRANTISEK KUPKA (1871-1957): BABILONIA (1906)



La gran exposición antológica del pintor e ilustrador checo Kupka, inaugurada en el Grand Palais de París, recuerda al artista considerado como el primer pintor abstracto.

Sin embargo, sus primeras obras reflejan los descubrimientos arqueológicos que desde finales del siglo XIX se estaban produciendo en el Medio Oriente, y que, casualmente o no, coinciden con el nacimiento del arte de vanguardia y la arquitectura racionalista, como si las formas cubicas y desnudadas mesopotámicas hubieran encontrado un inesperado eco en el arte y la arquitecturas modernos, influidos por el arte mesopotámico, cuyas reconstrucciones ideales estaban, a su vez, marcadas por la arquitectura moderna.

Tras varias obras de temática egipcia, con filas de esfinges recortadas sobre cielos nocturnos que delimitan un angosto paso por el transita, temeroso, un ser humano solitario convertido en sombra, Kupka pintó la ciudad de Babilonia tal como se describe en la Historia de Herodoto, pero incorporando los últimos descubrimientos arqueológicos y las reconstrucciones fantasiosas de los arqueólogos y arquitectos que excavaban en el yacimiento.

El óleo muestra el célebre puente de madera que cruzaba el río Éufrates, bordeado por grandes estatuas de seres híbridos guardianes: efigies descomunales del dios asirio Pazuzu, emisario infernal, que soliviantaba los vientos del oeste que traían epidemias pero cuyo aspecto repulsivo podía, si se manejaba con cuidado, ahuyentar a los malos espíritus (las estatuas que Kupka pintara se basan en un amuleto de quince centímetros de altura, en el Museo del Louvre de Paris), y de Lamazzu, un guardián -asirio y no babilónico- de las puertas, mitad toro y mitad ser humano, cuyo cuerpo híbrido le significaba como mediador entre distintos niveles del mundo.

Al fondo , el alto zigurat del templo de Marduk, el dios protector de Babilonia, cubierto de plantas, convertido en una imagen de los míticos -aunque inexistentes- jardines colgantes.

Babilonia era la imagen de la ciudad moderna descarriada -pero dónde todo era posible, peligrosa y seductora, alejada de la contención clásica

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