martes, 4 de febrero de 2025

HANS RICHTER (1888-1976): VORMITTAGSSPUK (GHOSTS BEFORE BREAKFAST (1927)


 

Cuando Marcel Duchamp creó su obra Boîte-à-valise, consistente en una caja de madera con pequeñas reproducciones a escala de sus obras, diluyó, por un lado, la diferencia “ontológica” o esencial entre la obra de arte “mayor” y la obra decorativa o útil, y por otro, la que existe entre el arte sacro y el arte profano. 

Las obras de arte son estáticas. Organizan y dominan el espacio. Las estatuas, de pie, hieráticas, petrificadas, se nos imponen desde las alturas, al igual que las figuras en lo alto de los frescos y desde los cuadros que cuelgan en las estancias.

Las obras útiles y decorativas, por el contrario, incluso los muebles, son, como la palabra mueble indica, son mudables, móviles. Nos acompañan en nuestros desplazamientos. Los transportamos, los guardamos, los apartamos o los ponemos en evidencia. Están cerca de nosotros. Al contrario que las obras de arte, distantes, y que nos mantienen a distancia, las obras menores están al alcance de la mano, se dejen coger, existen para prolongar y mejorar nuestros gestos. No están ligadas a ninguna lugar. Son de todos los lugares. Objetos libres.

Por el contrario, el arte sacro, guardado en sagrarios, se compone de objetos al servicio del ritual. Permanecen ocultos la mayor parte del tiempo, cercanos y sin embargo inalcanzables, nos acompañan pero solo se descubren en determinadas ocasiones. El resto del tiempo, profano, no están a la vista. Son amuletos que deben ser manejados con cuidado, no porque sean frágiles, sino porque lo somos y no podemos estar en contacto impunemente, sin los debidos cuidados, con ellos. La maleta sacraliza las imágenes que contiene al mismo tiempo que les extrae la pesada seriedad que los lastra. Humor y admiración: dos sentimientos o sensaciones que suscitan los objetos rituales, fuertes y frágiles, conjuntamente.

El cortometraje de animación del pintor y cineasta alemán Hans Richter, emigrado a los Estados Unidos, cuando el poder hitleriano, es un canto a la libertad de los objetos. Se mueven libremente o esto nos lo parece. Los fantasmas, los espectros, invisibles, podrían estar utilizándolos. Escapan a nuestro control. No se dejen atrapar. Se burlan de nosotros o juegan con nosotros. Son como un premio inalcanzable, juguetón, burlón, que pone en evidencia nuestras limitaciones y nuestras necesidades. Sin ellos no somos nada. Complican, enriquecen, ponen en jaque, y dotan de vida nuestra vida. Tienen vida propia y aceptan entrar en contacto con nosotros sin perder su independencia. Su vida es misteriosa. Entes vivientes, con una vida distinta de nosotros, nos guíen y nos llevan por donde quieren, mientras tratamos vanamente de alcanzarlos. Hermosos, vitales, humanos objetos que nos sacan de nuestras costumbres, limitaciones y, sí, de quicio, sin que podamos dar nada por sentado. Nos mantienen despiertos, en alerta, y dotan de complejidad nuestras vidas. Nos superan pero también se apiadan de nosotros, sin dejen de míranos, de juzgarnos con ironía.

Una obra maestra de la animación.

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