sábado, 18 de diciembre de 2010

Pedro Cabrita Reis (1956-): I Dreamt your House was a Line (Soñé que tu casa era una línea), 2003






Soñe que tu casa era una línea es una de las más conocidas instalaciones de tema arquitectónica del artista portugués Pedro Cabrita Reis, que se puede ver en el Carré de Nimes (Francia) hasta el 23 de enero de 2010.

Una trama de tubos fluorescentes se extiende sobre una franja continua, de perfil irregular, pintada de naranja que se extiende por las paredes de la sala de exposición.

La relación entre la la linea (que dibuja) y la arquitectura que construye volúmenes habitables existe desde los inicios. Ha sido quizá el mito griego de Teso y el laberinto de Creta el que lo ha puesto más en evidencia. Teseo logra recorrer todas las galerías y pasadizos, explorar sin perderse todas las estancias del Laberinto hasta su centro, y hallar la vía de salida, porque, aconsejado por la princesa cretense Ariadna, desovilla una cuerda desde la entrada hasta el centro, lo que le permite, "rebobinando", acordarse del camino de vuelta, encontrarlo. Como ha sido comentado a menudo, el hilo sigue la planta del edificio; se identifica o se confunde con ella. Aquél se amolda a todos los giros de la organización espacial; la cuerda construye o reconstruye la planta, la desarrolla. El edificio se convierte en una línea que se extiende y se recoge; el laberinto acaba convertido en un ovillo impenetrable.  Teseo vence la oscuridad del Laberinto porque logra recogerlo hasta que quepa en la mano. Toda su extensión se reduce a una pequeña esfera; casi un punto; el origen mismo de un proyecto.

Pues el arquitecto tira de un hilo cuando proyecta: una línea recorre el plano; del mismo modo, la puesta en obra de un proyecto se inicia con el trazado de un límite continuo en el suelo, que la cuerda sostenida por estacas plantadas en las esquinas acentúa.

Pedro Cabrita Reis juega con esa línea; recorre los muros de la sala, acentuando la importancia de los planos verticales gracias a los que el edificio asciende del suelo. Los tubos fluorescentes se disponen de tal modo que recuerdan la planta de un edificio, dispuesta no sobre el plano horizontal sino sobre muros, como si la misma planta hubiera sido capaz de dotarse de la tercera dimensión, o esa hubiera estado implícita en la planta; como si cuando se traza la planta en el suelo, el edificio ya está en ciernes, a punto de alzarse.

Los tubos emiten una luz fría que se tiñe con el color naranja, cálido de la franja pintada. El interior emite luz. Es luz. La linea es una tira de luz. Es la luz la que construye la  planta. La penumbra que todo espacio interior envuelve o genera es una penumbra luminosa. Para ir hacia la luz, habitualmente, el espectador, o el habitante, tiene que recogerse en un interior. Pues es en este lugar donde se alumbrará. Mas en la casa que Cabrita Reis sueña, la luz no se halla en el centro, como si emanara de una chimenea, sino en los límites. Luz que no proviene del exterior sino de la misma materialidad de los muros. Muros vibrantes, membranas que generan un cerco de luz, como los muros vidriados de una catedral gótica. Luz que define, que construye el espacio interior. Los muros no se levantan siguiendo los límites del volumen de luz que un fuego central engendra, sino que son los muros los que echan luz hacia el centro. No son, entonces, muros que parten, muros carcelarios, sino la condición de la vida. Son muros vivos, cuya vibración animan el volumen -y a quienes se recogen en él.

Mas, como destaca Cabrita Reis, se trata de un sueño; esa casa, cuya vida proviene de sus límites, solo existe en sueños. Se trata de una construcción soñada, irreal o modélica. Las casas reales encierran, contienen, detienen la luz; las casas soñadas la generan. Quizá por seso solo los ángeles pueden recogerse en ellas, o los humanos, cuando sueñan. Que es cuando se vive de verdad. Aunque -porque- no nos damos cuenta.

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