Foto: Tocho, abril de 2021
Una conocida marca española de pan y de bollería industrial anuncia estos días un nuevo producto: un pan (un bizcocho, en verdad -aunque se utilice la palabra francesa brioche) de "estilo artesano".
Esta expresión recuerda otras publicitarias, utilizadas desde al menos los años sesenta, tales como "como hecho en casa", ·el sabor de antes", "de la abuela", a las que se suman hoy "natural", "ecológico", "de quilómetro cero", que se aplican casi siempre a productos alimentarios industriales que ponen el acento en la apariencia de las cosas en detrimento de su contenido, destacando en verdad lo que no tienen, sin que los publicistas se inmuten ante la incongruencia de que las abuelas de hoy eran las hijas o las nietas de hace años, niñas o jóvenes que se caracterizaban por no saber cocinar y de las que no se sabe cómo han aprendido, sobre todo porque la expresión "de la abuela" apunta a unos dones culinarios que, como todos los dones, no se adquieren, sino que que vienen de nacimiento. Las abuelas saben cocinar desde siempre; es lo "suyo".
La expresión "estilo artesano" es curiosa; la palabra artesano, utilizada en publicidad, remite a un producto hecho a mano según recetas o procedimientos "inmemoriales", es decir, que no han variado desde "la noche de los tiempos", la eternidad asegurando su bondad; procedimientos artesanos que paradójicamente no parecen artificiales, sino naturales.
El estilo, en cambio, es una determinada forma de elaborar un producto, una forma característica, reconocible, personal, es decir intransferible, inimitable, y que solo una persona puede llevar a cabo. Al mismo tiempo, el estilo evoluciona; no puede quedar anclado en el tiempo; deja de tener estilo. Lo estiloso es, precisamente, la adaptación de las formas al tiempo, o, mejor dicho, la manera como los procedimientos y sus resultados, se anticipan a los tiempos que necesariamente vendrán. Un estilo siempre varía. Un estilo "anticuado" produce entre pena y apuro; quien lo utiliza ya no domina las formas de expresión que siempre tienen que apuntar "maneras". Un estilo anclado en el tiempo, fosilizado, debe ser inmediatamente olvidado, o rescatado, como una curiosa manera de hacer que no sintoniza con el presente pero que podría encarar hacia tiempos venideros.
Lo artesano no tiene estilo; es la antítesis del estilo. Lo artesano es incólume; el tiempo no le afecta. No atiende a él; no se molesta en responder a los caprichos del tiempo, los asaltos en el tiempo. El gesto y el resultado se repite sin que el pulso tiemble. Una vez que el artesano se ha heco la mano y tiene a éste suelta, puede operar sin introducir cambio alguno.
Asi que no sabemos si la descripción de un pan de molde, envuelto en una bolsa de plástico, con "estilo artesano" se refiere a la consistencia "gomosa" "de siempre", o a que la noción de artesanía se ha dejado de lado para abrazar definitivamente los procedimientos industriales, artificiales.
Yo me temo que al manoseado término de artesano -entre tantos por demás un tanto falaces- se estén sumando ahora más vocablos equívocos: verde, saludable, sostenible. La verdad que es verdad lo diga Agamenón o el porquero ¿necesita ser pre-pregonada, elevada a los altares publicitarios? Lo artesano nunca necesitó del calificativo para que lo fuera. Habrá que ver si hay verdad tras las intenciones sostenibles, es decir, las medidas concretas que palíen el grado de destrucción planetario. Por mi parte nunca me he fiado de los cantos de sirena de los fabricantes y distribuidores. Cuando he querido algo artesano de verdad -aún lo hay, al menos en la Meseta- me he ido a un pueblo a adquirirlo, e incluso informándome. Que en los pueblos han aprendido también mucho (de técnica modernas incluso las publicitarias) Gracias, feliz Día del Libro, que debe ser cotidiano.
ResponderEliminarTiene mucha razón: verde, sostenible o artesano son muletillas que pretenden hacernos sentirnos bien (o, por el contrario, culpables), y que se aplican sobre todo a productos industriales o seriados, disimulando su impersonalidad -que no debería ser condenable o criticable- con el enunciado de características que destacan la supuesta manufactura y su relación con la tradición, aureolada de virtudes inmemoriales. Recordemos, sin embargo, lo que aportaron máquinas como el torno a la fabricación cerámica, facilitando el trabajo y dando lugar a objetos “perfectos”, en los que la huella de la mano desaparece, contrariamente a lo que creemos.
EliminarMuchas gracias por sus observaciones.